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08.10.13

El capítulo Mensalao no termina

La reapertura parcial del caso no solo implica consecuencias para los enjuiciados sino para todo Brasil. Una nueva instancia del juicio podría desembocar en un nuevo cambio en la percepción de la justicia por parte de la población, el posible retorno de las protestas sociales y cambios en el desenlace de las elecciones presidenciales de 2014.
Por Diego Telias

El fallo inicial del denominado “juicio del siglo” fue visto por la población como un logro, ya que se castigó la corrupción en el ámbito político, dejando atrás la impunidad histórica. Este hecho mejoró la confianza del brasilero en el aparato judicial, lo cual significa un proceso de crecimiento democrático. Sin embargo la nueva maniobra jurídica supone un retroceso debido a que se consideraba probada la responsabilidad y participación de los implicados. Una página que estaba cerrada se vuelve a abrir.

A mediados de setiembre se reabrió el proceso del mayor caso de corrupción de la historia democrática de Brasil. Por decisión del Tribunal Supremo Federal (seis a favor y cinco en contra), 12 condenados tendrán una nueva oportunidad para defenderse. Los magistrados que no votaron a favor consideraron inadmisible seguir deliberando sobre un caso en el que está probada la culpabilidad. El proceso denominado Mensalao (mensualidades), por los sobornos pagados a varios disputados para conseguir mayorías parlamentarias, se inició en 2005 durante el primer gobierno del expresidente Lula Da Silva.

Los resultados de siete años de análisis y deliberaciones tuvo como consecuencia 25 condenados, entre los cuales se destaca la mano derecha de Lula, José Dirceu, procesado inicialmente a 10 años de prisión. Además de esto tanto Dirceu como Delubio Soares, extesorero del Partido de los Trabajadores (PT), fueron absueltos del delito de formación de cuadrilla. La apertura del caso retrasaría el ingreso a prisión de los mismos. Los argumentos de los magistrados para explicar su decisión de reabrir el caso refieren a la presión social que hubo con respecto al juicio y lo excesivo de las condenas.

Las protestas y la campaña electoral

La primera repercusión política de este nuevo capítulo de Mensalao fue la renuncia de los ministros que tenía el Partido Socialista Brasileño en el Ejecutivo. Esta agrupación dejó la alianza con el gobierno y prepara a Eduardo Campos, Gobernador de Pernambuco, como posible candidato a la presidencia. Si bien en los últimos tiempos Campos coqueteaba con el opositor Partido Social Democracia Brasileña (PSDB), aseguró que no se unirá a ellos sino que busca independencia.

Sin embargo para saber si el caso Mensalao tendrá repercusiones políticas tendremos que esperar algunos meses. Rousseff y su PT repuntaron en las últimas encuestas luego de las protestas sociales. Cabe recordar que Dilma, a posteriori de los reclamos callejeros, apoyó que la corrupción se convierta en un crimen de máxima gravedad. Incluso la salida a la calle de los brasileros no fue cultivada por ninguna fuerza política. Aecio Neves, líder del PSDB, no parece una alternativa viable pero quien se afirma como contrincante para Rousseff es la ecologista Marina Silva, aunque el oficialismo parte como serio candidato para los comicios de 2014.

En la última década Brasil se convirtió en una potencia a nivel global. Con éxito reconocido, los años de gobierno de Lula catapultaron al país, siendo más rico, con menos pobres y menos desigual. Sin embargo este proceso también derivó en el anhelo de la población por ser parte de esta transformación que vive el país. Es por ello que en junio salieron a las calles, durante la Copa de las Confederaciones, para exigir mejores servicios públicos, educación y salud a una presidenta que tenía un 75% de aprobación.

Aquellos brasileros no protestaban para cambiar el sistema en el que viven sino para exigir que se complete un proceso que está a mitad de camino. Para cerrarlo es clave la transparencia, el crecimiento de la democracia y la igualdad en todos los aspectos, incluidos los temas judiciales. Para poder seguir adelante y pensar en los retos que se vienen, Brasil necesita cerrar el capítulo de Mensalao. Esto supone dar el empujón final a un proceso de crecimiento de 10 años que incluya más democracia y menos corrupción.