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01.07.13

Empezó la campaña: ¿por qué Cristina no renuncia de una vez a la re-re?

(TN) El pronóstico de que Cristina aprovecharía el acto de presentación de sus candidatos para renunciar clara y definitivamente a la re-reelección no se cumplió. Algunos imaginaron que lo haría con miras a diluir el eje en el que Sergio Massa había empezado a construir su diferencia. Pero era claro que hacerlo suponía un alto riesgo y tal vez puro costo.
Por Marcos Novaro

(TN) Apenas resueltas las listas empezó la campaña, y será una campaña corta que en apenas seis semanas nos conducirá a las PASO, esa suerte de primera vuelta electoral en que se ha convertido un sistema de internas abiertas que no alienta precisamente a que haya internas, es decir distintas listas en cada fuerza o coalición, disputándose los votos entre sí, sino más bien una competencia general por ocupar la pole position en los porcentajes totales, para tener chances luego de volverse mayoría. Le seguirá, entre agosto y octubre, una campaña más larga, que puede ser como en 2011 más bien secundaria, sólo útil para consolidar o profundizar tendencias que se hayan definido en las PASO. Con la diferencia de que hace dos años el efecto “bola de nieve”, la fuga de los votos hacia el candidato con más chance, benefició a Cristina y puede que ahora suceda todo lo contrario.

En cualquier caso, también a diferencia de dos años atrás, competencia va a haber y mucha. Al menos en provincia de Buenos Aires. Y lo que ya empezó a parecerse en cambio al 2011 es el discurso presidencial: el sábado en el estadio Malvinas Argentinas la excusa fue presentar a sus candidatos pero en verdad lo que hizo fue volver a presentarse a sí misma, una mujer apasionada y sacrificada por su país, que no pide nada para ella porque ya lo consiguió todo, incluso ahora la abuelitud, pero aun tiene mucho para ofrecer, mucho futuro, por lo menos otra década más. Para lo cual nos convoca a todos los argentinos con una particular fórmula de unidad en torno a ella, que consiste en excluir sin contemplaciones a todos los malditos que se dedican a obstaculizarla y criticarla. En suma, la misma alquimia de siempre entre conflicto y consenso unificador.

Se mostró igualmente más conciliadora, al menos, en el frente interno: sus gestos hacia Scioli fueron toda una novedad, acorde a cómo terminaron repartiéndose las cartas en el peronismo bonaerense. Sin habilitarle tampoco, como se esperaba en La Plata, el camino a la sucesión: el pronóstico de que Cristina aprovecharía el acto de presentación de sus candidatos para renunciar clara y definitivamente a la re-reelección no se cumplió. Algunos imaginaron que lo haría con miras a diluir el eje en el que Sergio Massa había empezado a construir su diferencia. Pero era claro que hacerlo suponía un alto riesgo y tal vez puro costo: la mayoría de los votantes podría no creerle, por más enfática que ella fuera, y quedaría en una posición de debilidad ante el tigrense, porque ¿no supondría acaso reconocer que éste le estaba imponiendo desde el vamos límites que nadie más ha logrado hasta aquí hacer valer?, ¿no reforzaría acaso la idea de que el kirchnerismo está de salida, y finalmente lo que tienen que elegir los votantes es si quieren un futuro como el que ofrecen Massa, Scioli o algún otro?

Martín Insaurralde ocupó un lugar algo secundario en ese acto, aunque seguro irá pasando progresivamente al primer plano a medida que la competencia con Massa cobre intensidad. ¿Podrá desempeñar bien su papel de joven promesa, trabajador incansable y sobre todo leal y comprometido con el proyecto nacional y popular, capaz de dar nuevos bríos a una gestión de momento envejecida, o será una reedición de Amado Boudou, ese otro joven que prometía pero que por su propia mano y la de sus amigos terminó sepultado en las encuestas y convirtiéndose en un indisimulable lastre para el proyecto que supuestamente venía a revitalizar?

Que suceda una u otra cosa dependerá de sus dotes como candidato ya no solo local, sino provincial y nacional. Pero también de cuán bien se desempeñe su principal contrincante, Massa. Quien tiene a su favor bastante más experiencia en la política grande, pero también enfrenta serios y urgentes desafíos que atender. Los primeros pasos del jefe del Frente Renovador han estado signados por la precaución, puede que incluso en exceso: tal vez alentado por las diferencias que surgieron entre algunos de sus seguidores respecto al calibre de la crítica y la diferenciación que deberían plantear frente al kirchnerismo, Massa buscó bajar la ansiedad y disminuir la exposición y las intervenciones de su sector en los medios; aunque no se entiende bien cómo podría compatibilizar esa dosificación con el reconocimiento explícito que él mismo hizo de que su lista “es punto, no banca”, lo que significa que, en tanto challenger, tendrá que hacer un gran esfuerzo y hacerlo además en muy poco tiempo.

La situación es curiosa. Massa aparece como un candidato ya consolidado en las encuestas, pero en verdad de momento representa un espacio virtual o ideal, el del poskirchnerismo. Y hay que ver cuántos de los que opinan bien de su intendencia en Tigre y tienen como él ideas mezcladas sobre el gobierno de Cristina, que efectivamente son muchos, van a nutrir con su voto ese espacio para convertirlo en algo más concreto y efectivo. Mientras que Insaurralde es un candidato a construir. Pero puede descontar que lo que tiene que representar ya existe, es el voto oficialista que hasta aquí ha sido mayoritario en su distrito y con tal de que no se descomponga del todo podría seguir siendo una sólida primera minoría.

Como vemos ambos deben avanzar por estrechos desfiladeros, por distintos motivos, y cualquier error puede ser decisivo. Y la materia con la que moldearán la competencia tiene nombre y apellido: Cristina Kirchner. Ella no podrá hacerse a un lado aunque quiera, su desempeño hasta aquí en la Presidencia y su rol en el futuro, para bien o para mal, son el terreno en que se definirá la competencia.

Fuente: TN (Buenos Aires, Argentina)