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07.06.13

Periodistas, maestros en su día

(El Cronista Comercial) Los que siempre hemos recibido lecciones desde el llano, nos animamos a devolver las gentilezas. Como hoy los periodistas en la Argentina celebramos nuestro día, uno de los más autopromocionados, queremos compartir nuestra experiencia para que se puedan extrapolar las lecciones que nos han dado años de vivir corriendo contra todo tipo de restricciones y terminar conviviendo con las escaseces de cada día.
Por Tristán Rodríguez Loredo

(El Cronista Comercial) Desde que la economía pareció mutar en una ciencia exacta, con proyecciones casi tan precisas como las de la astronomía, la disciplina empezó a mirar al resto desde varios escalones arriba. A veces mucho más de lo aconsejable para evitar golpes posteriores, que además de dolorosos aplican una dosis de realismo con tanta brutalidad que constituyen una lección que es difícil olvidar. Es que la brújula conceptual económica ha olvidado algunos preceptos básicos, empezando por el primero de todos, la piedra basal, sin la cual la economía es otra cosa: la escasez.

La dialéctica entre las distintas facciones en que se ha transformado la tradicional y racional discusión económica toma muchos caminos pero no conducen a ningún lugar. Todo es controversial, la economía se topa más pronto que tarde con el muro de la “decisión política” como un núcleo de verdad infalible con la que ninguna ecuación tiene nada que hacer. Pero debajo de estas elucubraciones sigue latiendo el principio rector de la economía: los recursos son escasos y los fines a aplicarlos son múltiples con olor a infinitos. Se puede crear riqueza, pero en el corto plazo se trata de administrar la escasez.

Ante esta confusión conceptual, los que siempre hemos recibido lecciones desde el llano, nos animamos a devolver las gentilezas. Como hoy los periodistas en la Argentina celebramos nuestro día, uno de los más autopromocionados, queremos compartir nuestra experiencia para que se puedan extrapolar las lecciones que nos han dado años de vivir corriendo contra todo tipo de restricciones y terminar conviviendo con las escaseces de cada día.

1) El tiempo

Todo es para ayer, nunca alcanzan los minutos para terminar de revisar un texto o conseguir los datos salvadores. Algunos hasta nos hemos habituado a vivir y necesitar de este acoso horario. A esto, el periodista contesta con la rapidez.

2) El espacio

En gráfica, siempre hay menos del que precisamos. En radio y TV, el reloj es un tirano. Internet parecía burlar esta premisa, pero nos dicen que el cyberlector es más ansioso que el de papel. Acá la respuesta es la síntesis.

3) Los temas

Hay días desérticos, donde parece que no pasa nada. Y de esa nada, deben brotar notas, temas atractivos y ¡hasta tapas! Solución editorial: más creatividad.

4) Las fuentes de información.

Es difícil encontrar buenas y accesibles. Hay que tamizar, chequear y reconfirmar todo. Descubrir y extrapolar, y todo bajo presión. Aquí la salida es: lectura crítica y rigor profesional. Es decir: más investigación, pura y dura.

5) Los recursos

Nunca alcanzan, no hay plata, los sistemas pueden caerse cuando no deben y el alambre es un insumo para atar lo que está siempre por desarmarse. Plata, tecnología, viajes y taxis; nunca sobra nada de estos lujos de otras industrias. El periodismo acá aplica una receta infalible: eficiencia. Con poco debe hacer maravillas o no hacer nada.

6) La relación calidad-factibilidad

Lo mejor es enemigo de lo posible. Los periodistas, soñadores por naturaleza, debimos aprender a tener grados de certezas aceptables; a entender nuestro oficio como es y no como a los académicos les gustaría que fuera. A mostrar más que a demostrar.

7) El interés del público

Nada de lo que hacemos tiene sentido si no hay audiencia del otro lado. No somos poetas, queremos contar a alguien lo que vemos, sentimos y pensamos. Atrapar su atención, mendigar un poco de su tiempo y estima es todo un logro. Pero preferimos verlo como una oportunidad antes que una amenaza para no bloquearnos. Nuestra clave: mucha empatía.

Aprender

Los periodistas tenemos mucho que aprender de todos antes que la realidad nos lo enseñe de un porrazo. Tuvimos que dejar modalidades y hábitos inconducentes, aprender a administrar y hasta esforzarnos por introducirnos en el laberinto del cálculo costo-beneficio. ¡Tanto que hasta los periodistas más taquilleros acumulan quiebras en su haber! Hoy podemos agradecer tantas felicitaciones recibidas y contar lo que para nosotros ha sido paisaje natural en nuestro hábitat profesional.

Fuente: (El Cronista Comercial)