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08.05.13

Venezuela vive una grave emergencia democrática

(La Capital) Hay que señalar un dato político clave: con Chávez en vida y en ejercicio del poder, jamás se cayó en situaciones tan grotescas y de violencia tan explícita. No porque Chávez haya sido un demócrata, sino porque era mucho mejor político que Maduro y Cabello y porque tenía votos a raudales. Dos factores que lo hacían sentir muy seguro. En cambio estos dos personajes siniestros y toscos se ven inseguros, saben que están perdidos de seguir Venezuela por la vía democrática.
Por Pablo Díaz de Brito

(La Capital) La tarde del martes 30 de abril fue una de las más tenebrosas en la historia reciente de la democracia latinoamericana. En Venezuela diputados opositores fueron desfigurados a golpes por matones profesionales del chavismo en el aula del Parlamento. No se permitió el ingreso de cámaras de TV, pero los celulares registraron las golpizas. Se veía venir un incidente, pero se suponía que dentro de los cauces de un Parlamento. Pero la situación previa ya era de grave emergencia democrática: el chavismo, por medio del presidente de Parlamento unicameral, el militar retirado Diosdado Cabello, negaba el uso de la palabra a los diputados opositores. Así como se lee. Esa noche volvió a hacerlo, y entonces los opositores desplegaron una pancarta de protesta. Algo lógico, dada la flagrante violación de sus derechos que perpetraba nuevamente Cabello. El “argumento” —por llamarlo de alguna forma— de Cabello es que los diputados opositores no reconocen como presidente legítimo a Nicolás Maduro. Están en su derecho, es obvio. Al punto que el jueves de mayo la oposición presentó un recurso judicial que objeta la totalidad del proceso electoral que culminó con la votación del 14 de abril, y ya no sólo la jornada electoral en sí.

Lo ocurrido el martes 30 de abril tuvo ribetes nazifacistas. Sólo faltaron los camisas pardas. Un matón enorme golpeó metódicamente a Jorge Borges, jefe del comando electoral de la alianza opositora MUD. La diputada María Corina Machado fue derribada y pateada. Debió operarse de 5 fracturas en su tabique nasal. Cuando esa misma noche, con sus rostros desfigurados por las lesiones, estos y otros legisladores denunciaban en los pocos medios aún independientes la increíble agresión sufrida, Maduro hizo no una sino dos “cadenas” de radio y TV para “taparlos”. El jueves a la noche, cuando el ex candidato de la MUD Henrique Capriles hablaba sobre la denuncia del proceso electoral que acababan de presentar, de nuevo Maduro ordenó una cadena. No puede ser más claro el abuso, más brutal y grosero. Es censura directa y explícita. Pero este recurso también delata el miedo de Maduro y Cabello. En Twitter, el director de teatro Héctor Manrique captó rápidamente el deterioro autoinfligido por Maduro con sus infantiles cadenas para censurar a la oposición: “Si las elecciones hubiesen sido ayer, Capriles gana con 10 millones de votos, si hubiesen sido hoy saca 11 millones”.

Hay que señalar un dato político clave: con Chávez en vida y en ejercicio del poder, jamás se cayó en situaciones tan grotescas y de violencia tan explícita. No porque Chávez haya sido un demócrata, sino porque era mucho mejor político que Maduro y Cabello y porque tenía votos a raudales. Dos factores que lo hacían sentir muy seguro. En cambio estos dos personajes siniestros y toscos se ven inseguros, saben que están perdidos de seguir Venezuela por la vía democrática.

El trasfondo de este conflicto creciente es claro: Maduro y Cabello, asesorados por la cúpula cubana, han decidido ir cerrando todos y cada uno de los espacios de disidencia que Chávez dejaba abiertos. Han concluido que, a diferencia de Chávez, ellos no pueden confrontar más o menos limpiamente, que no pueden ir otra vez a unas elecciones, porque las perderían por escándalo, aún con un grado importante de fraude y de voto inducido por el miedo. Como se vio y probó el 14 de abril.

El viraje hacia una verdadera dictadura parece estar en plena ejecución, con una marca propia: la torpeza. Si este viraje es factible, si se podrá imponer por la fuerza y el miedo, está por verse. Es claro que hoy mismo una mayoría de Venezuela rechaza al chavismo, pero eso puede ser insuficiente, dado el tremendo e intimidante aparato del Estado chavista. La enumeración de las denuncias presentadas a la Justicia por la MUD son una pequeña muestra de lo que puede hacer ese aparato de imposición y de terror. Si se agrega el silencio cómplice de los socios de Unasur y Mercosur (salvo Perú), el panorama es muy oscuro para la democracia en Venezuela.

Fuente: La Capital (Rosario, Argentina)