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28.11.12

Individualismo transgresor e instituciones públicas: La democratización de la cultura oligárquica en América Latina

Para algunos en la región habría una tendencia de larga duración caracterizada por la fragilidad de las instituciones, apropiación privada de los bienes públicos, compadreo y el nepotismo. Para otros, América Latina ha sufrido transformaciones drásticas, y hoy contiene una sociedad de masas, urbana, con amplia participación social y acceso a la información, profundamente diferente a las del pasado.
Por Bernardo Sorj

¿América Latina: continuidad o cambio? Las interpretaciones sobre la dinámica social y política de la región tienden a polarizarse, o en los análisis más sutiles, contienen una fuerte tensión, entre los que subrayan la permanencia de lo viejo y los que enfatizan el surgimiento de lo nuevo, entre los que muestran continuidades y los que indican rupturas. Para algunos en la región habría una tendencia de larga duración caracterizada por la fragilidad de las instituciones, apropiación privada de los bienes públicos, compadreo y el nepotismo. Para otros, América Latina ha sufrido transformaciones drásticas, y hoy contiene una sociedad de masas, urbana, con amplia participación social y acceso a la información, profundamente diferente a las del pasado.

Para los continuistas —y los hay de izquierda y de derecha—, el cambio es una apariencia y lo nuevo no es más que una forma de actualizar lo viejo (“todo debe cambiar para todo continuar igual”), en el caso de nuestra región, la desigualdad, la impunidad y normas legales que nunca se aplican en la práctica. Para los que enfatizan el cambio social, entre los que podemos encontrar igualmente los varios matices ideológicos, las sociedades se han modificado radicalmente, con individuos cada vez más conscientes de sus derechos, clases medias en expansión, una sociedad de consumo y políticas públicas que responden a las necesidades de los sectores excluidos.

¿Cómo dar cuenta del hecho que aparentemente ambas perspectivas tienen razón, o por lo menos encuentran en la realidad social innúmeros ejemplos que las confirman?

Nuestra hipótesis es que los cambios en la región han sido profundos en términos de creación de una sociedad urbana de masas, con amplio acceso a los medios de comunicación, con individuos con expectativas de inclusión en la sociedad de consumo, acceso a los servicios públicos y formas de sociabilidad basadas en una mayor individualización y valores igualitarios  –tanto entre las generaciones como los géneros y las clases sociales -. Estos cambios, empero, no han llevado a la consolidación de una nueva cultura política con valores y conductas generadoras de instituciones que permiten el efectivo cumplimiento de la ley y el respeto del espacio público. Por el contrario, ellos se dieron en asociación con la permanencia de componentes de la cultura política oligárquica, reciclados y modificados por su difusión entre todos los sectores de la sociedad, en la forma de un individualismo transgresor.

Momento justo en el que un periodista del Diario Clarín descubre a José Ottavis (legislador kirchnerista) recibiendo una versión sobre ofertas de coimas en la sesión de Diputados. Foto: Diario Clarín
1 de junio de 2012: Momento justo en el que un periodista del Diario Clarín descubre a José Ottavis (legislador kirchnerista)
recibiendo una versión sobre ofertas de coimas en la sesión de Diputados. Foto: Diario Clarín

Continúan así presentes la falta de respeto por la ley, el favoritismo y el uso de relaciones personales en el trato con la maquina del estado y la apropiación de recursos públicos para fines privados. En suma, la cultura política oligárquica se popularizó. Con todo, la diseminación de los valores oligárquicos, en el contexto de una sociedad modernizada, no lleva a una simple reproducción de lo antiguo, inclusive porque es contrarrestada por nuevas expectativas y valores igualitarios. El resultado final es una tensión constante, tanto al interior de los individuos como de las instituciones, entre aceptar la transgresión u oponerse a ella.

En las conclusiones indicamos que el análisis presentado, si bien tiene como referencia la experiencia de América Latina, puede ser aplicado, con las debidas adecuaciones, a otros contextos regionales, inclusive a los países avanzados con democracias más consolidadas.

El presente artículo es la introducción del Working Paper No. 7 publicado por el Centro Edelstein y cuyo texto completo está disponible haciendo click aquí