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03.01.12

Cristina, ante un 2012 que podría ser otro 2008

(AL) CFK eligió conscientemente el conflicto con los gremios cuando llegaba el tiempo del ajuste. No se sabe si lo hizo por fría elección política o por una cuestión temperamental, por "tenérsela jurada" a Hugo Moyano, pero también al aeronáutico Cirielli y a varios gremialistas más. Santa Cruz aparece así como un anticipo de lo que podría pasar en el país si el gobierno no maneja bien el conflicto social o "puja distributiva", máxime con un sector público que siempre hace punta para largar con reclamos salariales, apenas comienza el nuevo año.
Por Pablo Díaz de Brito

(AL) A pocas semanas de su arrasador triunfo electoral por el 54% el pasado 30 de octubre, CFK y su gobierno parecen inmersos en un sube y baja y, sobre todo, en un clima de fuertes tensiones, por lo demás claramente buscado por la presidenta en varios casos concretos. Se diagnostica habitualmente que no hay nada nuevo en esto, que éste es el modo de hacer política del kirchnerismo, siempre con el conflicto y la polarización como herramientas. Y sin dudas que es así, pero el asunto es que ese modo de hacer política pasa factura muy rápidamente a la coalición gobernante, implicándole, como ya le ocurriera en el pasado, un desgaste prematuro.

La tesis que acá se propone es que ese desgaste prematuro e inesperado está por repetirse en 2012. Y que existe una inestabilidad intrínseca, estructural y endógena en el kirchnerismo, que hoy vuelve a manifestarse. La coalición kirchnerista es amplia, pero inestable e insegura. Ya ocurrió en 2008: a pocos meses del "paseo" electoral que ubicó a Cristina por primera vez en la Casa Rosada, su gobierno estaba hundido en un conflicto absurdo y perdidoso con los productores rurales. Todo estalló por un derecho de exportación al poroto de soja. A su gobierno le costó más de dos años recuperarse de aquél desgaste inútil.

Ahora CFK no está enfrentada a la Sociedad Rural sino a la CGT, y no sólo a su jefe Hugo Moyano sino al sindicalismo en su conjunto, como demuestran los gestos de solidaridad entre viejos caciques sindicales enfrentados históricamente entre ellos (Moyano con Benegas, Zanola, apenas liberado, con Moyano, Martínez sustentando el discurso del jefe de la CGT, etc). En suma CFK y su gobierno de figuras grises tiene enfrente a un adversario muchísimo más temible que las confederaciones de chacareros y estancieros que la enfrentaron con éxito (a ella y a su belicoso marido) en 2008. Si sumamos a esto que el panorama de actividad económica anuncia previsibles caídas en muchos ramos, como industria automotriz, electrodomésticos y construcción; si agregamos que el techo de negociación salarial de 18% planteado por el gobierno y los empresarios fue desechado de plano por todos los líderes sindicales, tanto del sector privado como del estatal; bien, hay que decir que CFK parece internarse en un cuadro mucho más complejo que el de la "guerra gaucha" de casi cuatro años atrás.

Es que 2012 ya no será un año de vacas gordas y generosas, como 2011. Los duros ajustes lanzados en provincias amigas, como en el feudo kirchnerista de Santa Cruz, demuestran que la famosa caja K se está agotando rápidamente. El asesinado gobernador rionegrino Soria alcanzó a sancionar antes de morir el pase a disponibilidad de los 20 mil empleados públicos de la provincia. Y en Córdoba ya avisan que falta un dineral para afrontar sueldos. Esta será la tónica del 2012: distritos provinciales en crisis financiera, ayuda retaceada de la Nación acompañada de un ajuste cada vez menos gradual en todas esas variables que el kirchnerismo se empecinó en inflar con hormonas, como el gasto público y la emisión monetaria.

Este panorama complejo será más que suficiente para que vuelva a surgir a la luz del día ese desgaste del poder K, fruto de la inestabilidad congénita del kirchnerismo. Ahora el esmeril lo ejercerán las tensiones ya evidentes con su ex aliado, el sindicalismo peronista, y con diversos caudillos provinciales del PJ, así como con las amplias capas medias urbanas. Cristina cambió la alianza con la CGT por otra con la UIA y su reconciliación con Techint. Pero no parece haber mostrado dotes de gran estadista al romper con el gremialismo justo cuando debía convencerlo de bajar sus exigencias de aumentos salariales, ante un año que pinta como de menor consumo y menos empleo. Pero CFK eligió conscientemente el conflicto con los gremios cuando llegaba el tiempo del ajuste. No se sabe si lo hizo por fría elección política o por una cuestión temperamental, por "tenérsela jurada" a Hugo Moyano, pero también al aeronáutico Cirielli y a varios gremialistas más.

Santa Cruz aparece así como un anticipo de lo que podría pasar en el país si el gobierno no maneja bien el conflicto social o "puja distributiva", máxime con un sector público que siempre hace punta para largar con reclamos salariales, apenas comienza el nuevo año.

Además, el aglomerante emocional extra que trae la enfermedad de Cristina no tendrá el poder casi hipnótico y persistente que le aportó la muerte de su esposo. El caso es que la clase media, de a poco y en silencio, ya está tomando nuevamente distancia de un gobierno y de un estilo de ejercer el poder que nunca la convenció. Bastará el inevitable tarifazo en puerta y cierta caída, que ya se percibe, del poder adquisitivo para que esa distancia emocional y política se profundice nuevamente.

Pablo Diaz de Brito es redactor especial de www.analisislatino.com