Artículos

28.04.10

Grecia, el FMI y las diferencias abismales entre el progresismo europeo y el populismo latinoamericano

La diferencia radical de actitud ante el sistema financiero internacional entre el progresismo europeo y el populismo latinoamericano no hace más que acentuar el aislamiento de la región de la corriente principal que domina en el resto del mundo.
Por Pablo Díaz de Brito

Grecia habilita a trazar un paralelo entre el progresismo europeo y su conducta ante la crisis en la zona euro y el equivalente de ese sector en América latina. Los gobiernos y la prensa europeas de línea progresista se plantean ante la crisis actual alternativas diferentes a las de la centroderecha, pero lo hacen siempre dentro del esquema vigente: o sea, instituciones de la Unión Europea, bancos centrales, FMI, sistema bancario, bolsas, mercados, etc. El ejemplo más cercano es España. Allí la prensa progresista y el gobierno socialista —que además no es típicamente socialdemócrata sino que ha sido más radical en varios temas— se mantienen claramente dentro del sistema.

La ministra de Economía, Elena Salgado, en sus esfuerzos por despegar a España de Grecia, ha hecho continua profesión de fe en la lógica del sistema económico-institucional y de los mercados, y en la necesidad de ajustes que inevitablemente arroja la crisis (España pasó de +2 de PBI de superávit en 2007 a -12% de déficit en 2009). Los mercados son puestos en el banquillo sólo en casos extremos, como lo fue el escándalo de las hipotecas subprime que desató la Gran Recesión y la necesidad urgente de regulación que dejó en evidencia. O ante los ataques especulativos contra los bonos de los propios países, cuando se hace causa común desde la prensa y todo el arco político. En otras palabras, los socialdemócratas europeos pueden no amar a Wall Street o a la City londinense, pero no reniegan de su necesidad, de su rol central en la arquitectura económica de las democracias avanzadas.  

En América latina, en cambio, se da con el surgimiento de las democracias de tipo populista autoritario —que en varios países hacen de sustituto al tradicional gobierno socialdemócrata latinoamericano— un ataque frontal al sistema economía de mercado-instituciones internacionales que va mucho más allá de las habituales objeciones neokeynesianas. Es cierto que en Brasil, Chile y Uruguay, entre otros países, se dan o han dado experiencias encuadrables en la socialdemocracia y que, a diferencia de las de los años 80, resultan altamente exitosas.  

Esta diferencia radical de actitud ante el sistema financiero internacional entre el progresismo europeo y el populismo latinoamericano no hace más que acentuar el aislamiento de la región de la corriente principal que domina en el resto del mundo. Y esto ya no sólo en términos económicos, sino también en el plano de la cultura política.