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14.02.10

La inflación mata las últimas esperanzas K

Que el gasto público esté en su máximo histórico, igual que la presión impositiva, no importa demasiado para esta visión neoperonista y clasista. Más o menos lo mismo se hace con la emisión monetaria, dando a entender que es una pueril preocupación monetarista.
Por Pablo Díaz de Brito

La inflación está al rojo y se ha instalado como tema dominante, desplazando rápidamente la novela de enero de Redrado y el Central. Si Néstor apostaba a recomponer poder a partir de la reactivación, está en el horno. Hay poca reactivación y mucha, mucha inflación, y así va a ser todo este año. Encima se le acaba de plantar D'Elía, aunque debe lamentar mucho más la pérdida de los dos senadores pampeanos (se pasaron a la oposición y el oficialismo es minoría también en el Senado...al menos por ahora: se sabe que Néstor es un experto en hacer cambiar de parecer a legisladores y gobernadores).

Por su parte, Hugo Moyano está por estos días aporreando los medios para desmentir que haya inflación, o que sea un problema serio. Se ve que alguno en Olivos le dio letra: dice que lo peor es la deflación, término que no es parte de su breve léxico.

En fin, ¿si el 2009 fue el "annus horribilis" de K, cuál expresión latina habrá que buscar para el año 2010? Los sindicatos están con el cuchillo entre los dientes, ninguno pedirá menos de 25%, más bonificaciones y otras yerbas. El feedback inflacionario está así a pleno régimen: precios-salarios-precios, etc. Esto se terminó de armar allá por 2007 y nadie le prestó atención a los ortodoxos que pusieron entonces el grito en el cielo. Ahora, desde las usinas K, se trata de instalar la versión peronista del 45 de la inflación: los especuladores remarcan precios para ganar a costa del hambre del pueblo. Retienen las vaquitas para hacer subir el precio en Liniers, explicó en el canal 7 un tipo que, se supone, es periodista de economía. En un nivel un poco más elaborado, la izquierda nac y pop propone su propia teoría de la inflación. Veamos.

Debate: la inflación, ¿perversión capitalista o aberración estatista?

El progresismo insiste en proponer a la inflación como parte necesaria de un programa que busque la redistribución del ingreso. Un “poco” de inflación es necesario, se alega. Claro que en la Argentina y América latina un “poco” se vuelve sistemáticamente “mucho”, demasiado. Y como saben a su propio costo los sectores populares de la región, su efecto más visible es... ¡concentrar el ingreso, no redistribuirlo!

Ante esta evidencia contundente, se culpa entonces de la inflación a los empresarios, que aumentarían precios para no compartir ganancias con sus trabajadores. Surge en este punto de la argumentación la expresión “puja (o disputa) por el ingreso”, para soslayar groseramente los complejos aspectos monetarios del asunto, así como la insuficiencia de inversiones que impide satisfacer la demanda, otro problema crónico de las economías populistas. (La intervención del Pepe Mujica ante los empresarios en Punta del Este es al respecto clarísima, trazando claramente una raya: de un lado, Chávez y Néstor; del otro, Lula y él, amigos de atraer inversiones y tratar bien al capital).

Un análisis ecuánime indica, en cambio, que todos estos factores están implicados, pero que el gasto público acelerado y la emisión monetaria se llevan las palmas, y que la puja por el ingreso aparece como reacción a una inflación ya planteada, potenciándola en un feedback negativo, como se mencionaba mas arriba.

Además, ¿cómo se explica que los economistas ortodoxos tengan como principal objetivo de sus vidas la lucha contra la inflación, si ésta redistribuye a favor de los capitalistas y es su perversa creación para recuperar lo que cedieron en aumentos salariales? Además, si la inflación nace de la remarcación de precios para recuperar el margen de ganancia recién entregado en la mesa de negociación salarial, el Estado no es el gran culpable de la inflación, no existe el "impuesto inflacionario" de los economistas liberales.

Acá va un ejemplo de esta forma de razonar tomado de un diario santafesino: "La inflación en la provincia de Santa Fe se disparó en diciembre y llegó al 2,2 por ciento, la cifra mensual más alta de todo el año pasado. El brusco salto del 4,2 por ciento en el valor de los alimentos y bebidas catapultó el índice y consolidó una tendencia que se viene registrando desde octubre: los formadores de precios despliegan su voracidad remarcadora para resarcirse de los primeros meses de 2009, cuando la recesión económica puso límites a los aumentos"....¿Clarito, no?

Son los formadores de precios los culpables, nadie más. De aquí a la visión del 45 de Moreno, no hay ni siquiera un paso. Chávez razona igual. Es la puja por el ingreso, no ya en la mesa de negociaciones salariales, sino en el supermercado. Que el gasto público esté en su máximo histórico, igual que la presión impositiva, no importa demasiado para esta visión neoperonista y clasista. Más o menos lo mismo se hace con la emisión monetaria, dando a entender que es una pueril preocupación monetarista.

Pero ocurre que el gasto público a full hace que se recaliente la demanda. Esto es bastante simple e intuitivo: el Estado inyecta un plus de demanda sin que exista su contraparte en el aumento de la oferta. Por eso es inflacionario el gasto público alto, salvo en etapas recesivas como la que atraviesan hoy Europa o Japón, porque ahí no hay riesgo inflacionario, sino deflacionario. En cuanto a la emisión, es obvio su efecto, y aquí viene a cuento el absurdo debate sobre las reservas. Entre comerse las reservas (que son reservas, vale recordarlo, de la moneda nacional) y poner a funcionar la maquinita sin respaldo alguno, al estilo de los 60-70 y 80s, hay un paso muy breve, y que puede ser dado en cualquier momento de aquí al 2011.