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14.02.10

Mujica y la gallina de los huevos de oro

Mujica habló ante empresarios de no aumentar la presión impositiva sino de impulsar el crecimiento para que sea un patrimonio más grande que genere más recaudación. Y dijo que no se puede “matar la gallina de los huevos de oro”, identificando la inversión privada como la fuente de riqueza.
Por Nelson Fernández Salvidio

Sensaciones distintas de uno y otro lado del río. La mirada localista puede estar teñida por posturas político-ideológicas que no olvidan el origen del nuevo presidente, su matriz ideológica y su entorno partidario. No les alcanza con las definiciones que expone o no terminan de digerir el resultado del balotaje de noviembre.

Los argentinos quedaron maravillados y los ecos siguen en Buenos Aires.

¿Hay que creer en lo que dice Mujica, que contrasta tanto con sus definiciones del pasado? ¿Su puesta al día es genuina, por convicción, o se trata de una estrategia para ganar tiempo? ¿Hasta dónde incidirá “la barra” de los viejos tupamaros, que los desconfiados ven liderada por Julio Marenales?

Las preguntas se las pueden estar haciendo empresarios, ejecutivos corporativos, gente común que no es afín al MPP ni al Frente Amplio, pero también esas interrogantes rebotan en las paredes de los comités de base y en la red de militancia de los grupos que llevaron a Mujica a ganar la interna frenteamplista y al gobierno después.

Pero lo que Mujica dijo ante 1.500 comensales es lo que ha venido diciendo últimamente, también en conversaciones sin micrófonos y sin pantalla. Se muestra convencido de ello, e incluso entusiasmado con esos lineamientos.

Pero hay gente que tiene dudas.

Llama la atención cómo algunos militantes o dirigentes frenteamplistas reaccionan con ofensa cuando un interlocutor le plantea dudas sobre lo que puede ser el rumbo del gobierno de Mujica. Se olvidan que ellos mismos abonaron ese terreno de sospechas cuando alertaban que era necesario que Danilo Astori fuera elegido candidato por el congreso de la coalición o que luego ganara las primarias, porque con Mujica corrían riesgo de perder la elección nacional; o que si ganaba, podía conducir al país a episodios caóticos.

Y también llama la atención que luego del rotundo éxito que logró Mujica en el almuerzo empresarial de Punta del Este, se busquen “peros” para relativizar el alcance de un encuentro inédito en la historia del país. Y el resultado tan positivo, como lo fue destacado desde el exterior, fue posible no solo por las definiciones que hicieron Mujica y Astori, sino porque entre los que aplaudían estaban líderes de la oposición, ex presidentes de la República y también dirigentes sindicales. Porque eso muestra a un país que por encima de las diferencias lógicas y necesarias para una democracia, hay una convivencia tolerante y amigable entre esos actores políticos.

Es inevitable la comparación con la Argentina confrontativa, con un gobierno autoritario y abusivo del uso del dinero público para fines partidarios, con la confusión sobre alcance de normas constitucionales y legislativas, con sindicatos corruptos…

Claro que no alcanza salir favorecido en esa comparación. Pero sirve para que los empresarios que enfrentan en su país un panorama de tanta incertidumbre dirijan a esta tierra un tramo relevante de sus negocios.

El ex presidente Jorge Batlle no estuvo en el almuerzo, pero habrá que valorar que también es un ganador en este proceso. Sus ideas ganaron con el tiempo: el caso es que las expuso antes de tiempo, y eso no ha sido reconocido en su dimensión.

Cuando Astori dijo el miércoles: “No hay proyecto nacional para el Uruguay que no sea el proyecto de un país cada vez más abierto al mundo”, algún quincista colorado se habrá acordado del costo político que pagó Batlle cuando insistía con la apertura comercial.

Las diferencias políticas se han acortado sensiblemente entre los partidos. Al menos, en los discursos.

Las definiciones políticas expuestas por Mujica y Astori dan un marco general que entusiasma a los inversores que miran sin un lente partidario y la influencia de los roces electorales recientes. Un inversor se maneja con ecuaciones de rentabilidad en las que el factor estabilidad y la minimización de riesgos tienen alta incidencia.

Definiciones de Mujica-Astori

En sus discursos ante los empresarios que fueron el miércoles 10 de febrero al almuerzo realizado en el hotel Conrad de Punta del Este, José Mujica y Danilo Astori expusieron varias definiciones del marco del gobierno que asume en marzo.

Valores democráticos:

- El marco político debe ser con “mejora de la calidad de la democracia”, “transparencia” y “acceso (de los privados) a la información” del Estado.

Estado y mercado:

- El crecimiento se basa en la inversión privada (“la riqueza es hija del trabajo y el trabajo necesita estabilidad”).

- La inversión precisa un clima de negocios que el Estado debe generar con políticas económicas predecibles.

- “El Estado debe aminorar en todo lo posible los márgenes de riesgos y ofrecer estabilidad”.

- Respeto a la propiedad privada (“¡Jugala acá que no te la van a expropiar!”).

Política económica:

- Es necesario contar con una “estructura fiscal sana”.

- Se requiere “disciplina monetaria”.

- La política cambiaria debe tener “flexibilidad” (lo que implica ni fijar el precio del dólar ni habilitar tipos de cambio múltiples).

- La política comercial no puede caer en “el encierro” y el país debe estar “cada vez más abierto al mundo”.

- La política tributaria no puede aumentar la presión sobre la producción (“si queremos recaudar aumentando los impuestos sobre la misma base de capital, estamos fritos, porque vamos a matar a la gallina de los huevos de oro”).

- Las inversiones sociales necesarias dependen de la recaudación por negocios privados. Pero no se puede abusar de eso (“acá no te van a doblar el lomo de impuestos”).

Trabajo y seguridad:

- Las “relaciones laborales” no deben partir “de hipótesis de conflicto, sino de justicia, de confianza, de acuerdo, de estabilidad”.

- Es importante velar por el mantenimiento de la seguridad pública. “No hay proyecto nacional en Uruguay que no sea ser un país saludable y seguro”.

Esas definiciones no solo significan un cambio importante con posturas que la izquierda mantuvo durante décadas. Hay muchos legisladores de los partidos tradicionales que no creen en esos valores y sí tienen inclinación a otras consideraciones estatistas, dirigistas y distorsionadoras de los mercados. Eso no sale a la luz con amplificación de medios, pero sí se puede verificar en planteos legislativos, entrevistas en prensa de proximidad (departamentales) o en exposiciones de la “media hora previa” de las sesiones.

De la misma manera que para muchos izquierdistas debe ser duro de tragar el listado de definiciones dado por Mujica-Astori, también hay “una barra” de dirigentes colorados y blancos que no quieren apertura comercial, no comprenden la necesidad de disciplina fiscal y monetaria, prefieren toqueteo del precio del dólar e incluso poner valores distintos según el uso (tipos de cambio múltiples), entre otras apreciaciones.

Mujica habló de no aumentar la presión impositiva sino de impulsar el crecimiento para que sea un patrimonio más grande que genere más recaudación. Y dijo que no se puede “matar la gallina de los huevos de oro”, identificando la inversión privada como la fuente de riqueza. Ahora se aguarda que actúe en consecuencia y que a la hora de adoptar medidas de política económica tenga esa idea en cuenta.

El Parlamento, sin identificar colores partidarios, aún no sintoniza con esos lineamientos. Las bancadas podrán actuar con disciplina partidaria, pero sin el convencimiento generalizado de que esos valores son fundamentales. Será decisivo cómo ejerza el liderazgo el futuro presidente: no solo para lograr apoyo sino también coincidencia en los fundamentos, propósitos e instrumentos.

Mujica se apresta a comenzar su gobierno con un clima favorable para captar inversiones, lo que deberá asegurar en sus primeros tiempos de gestión. Y en cada decisión teniendo en cuenta que la “gallina de los huevos de oro” no se puede matar, ni de un tiro, ni de a poco.

© EL OBSERVADOR