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25.09.09

Un lindo día en la ONU

En lugar de dar lugar a las reivindicaciones tercermundistas del multimillonario Khadaffy y de Ahmadineyad, ¿no sería hora de plantearse seriamente una carta democrática como credencial de ingreso a la ONU? Porque así la descarada lección de democracia antiimperialista que dio el coronel libio y dictador vitalicio sería imposible.
Por Pablo Díaz de Brito

El dictador libio Khadaffy habló el pasado miércoles 23 de septiembre en la ONU, autoerigiéndose en representante de los pueblos del tercer mundo. Ejemplificó con Congo y Argentina, países que, según adujo el dueño de Libia, sufrieron la colonización y despojo de los países ricos y por eso deben ser indemnizados mediante una mejor representación y mayor poder en la ONU.

Khadaffy le dio un reto bonachón a Obama y se definió un demócrata. Delirante todo el planteo, pero tiene su lógica, su asidero. Se dirá a sí mismo Khadaffy: este discurso es de los primeros años 70, pero prende. Si no vean: ahí están Chávez, Evo Morales, de un lado (habrá pensado también en los K, dado que citó a la Argentina) y los Ahmadineyad, los Assad (otro veterano dictador como él, pero hereditario, dado que en 2000 recibió el trono de su padre), el dictador islamico de Sudán y tantos más, del otro.

Más tarde, también Evo dijo lo suyo, acerca de que los países ricos se llevaron todo y así nos dejaron y etc, etc, etc. Luego vino el habitual show del represor y firme candidato a genocida Ahmadineyad. Allí Argentina se unió a los villanos (Estados Unidos, Europa, Israel), enemigos de su aliado Chávez, y se retiró. Se dramatizó así delante de todo el mundo la contradicción argentina, firme aliada de Correa, Evo y Chávez, firmes aliados éstos del régimen iraní.

Esta situación a nivel de los Estados es la réplica de un cuadro interno muy extendido. Es que mucha argentinada media, digamos lectores de la sección internacionales de Clarín, o seguidores de TN, se siente identificada con este discurso setentista-tercer mundista. Creer que si la Argentina hoy no es España o Australia es pura culpa de los yankis y los ingleses es un expediente psicológico, mucho antes que histórico, que funciona infaliblemente en este amplio sector medio. Por lo demás, Clarín expresa muy bien a ese tercermundismo chirle y berreta de la clase media argenta. Que sin embargo últimamente ha descubierto que Chávez es un dictador, pero cuyos redactores y columnistas siguen practicando un castrismo light e impenitente que tanto vende, como la inoconografía del Che. Todo es parte del mismo repertorio.

Volviendo a la Asamblea de la ONU: en lugar de dar lugar a las reivindicaciones tercermundistas del multimillonario Khadaffy y de Ahmadineyad, ¿no sería hora de plantearse seriamente una carta democrática como credencial de ingreso a la ONU? Porque así la descarada lección de democracia antiimperialista que dio el coronel libio y dictador vitalicio sería imposible. Y lo mismo valdría para Ahmadineyad, porque después del fraude, seguido de represión de las últimas elecciones, Irán tendría la membresía suspendida en la ONU.

Por supuesto, esto jamás va ocurrir, simplemente porque la mayoría de los miembros de la ONU no son democracias plenas. Le ladran a los Estados Unidos y a Europa, corriéndolos con su pasado colonialista e imperialista, porque saben que como buenos demócratas deben admitir sus culpas pasadas y sus límites actuales. Pero de rendir ellos el mismo examen democrático que rindió y de hecho rinde todos los días Obama, ni hablar.

Un ejemplo concretísimo: las televisoras de Estados Unidos y europeas dieron amplísima cobertura a los discursos de Khadaffy y demás tercermundistas en la ONU. Ahora bien, que nadie sueñe que en Libia o Irán se trasmitirán críticas igualmente feroces a esos regímenes. Lo mismo vale para las demás dictaduras árabes e islámicas, asiáticas y africanas. Es a estas dictaduras a las que se acercan cada vez más Venezuela, Ecuador y Bolivia, ya aliados estratégicos y formales de Ahmadineyad. Todos unidos en el autovictimismo antiimperialista y con su corazoncito totalitario y violento.