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17.05.09

Italia: un caso ejemplar de buena y completa memoria histórica

Italia es, por esta historia reciente, además de por los archiconocidos vínculos históricos, una sociedad con muchas similitudes con la Argentina. Nada, sin embargo es más abismalmente diferente que esta conmemoración del Día de la Memoria italiana.
Por Pablo Díaz de Brito

El presidente italiano, Giorgio Napolitano, es el primero en ese cargo en provenir de la izquierda ex comunista. Tiene a sus espaldas décadas como dirigente del PCI. Nadie puede sospecharlo de tendencias derechizantes, ni tampoco de ser un ingenuo o un simple (al contrario, es el típico cuadro super-formado, salido de la más culta burguesía universitaria).

El pasado 9 de mayo, Día de la Memoria en Italia, Napolitano invitó a la ceremonia central a dos viudas: una, la del anarquista Pinelli, quien fue tirado por una ventana de la jefatura de policía de Milán, el 15 diciembre del 69. La otra viuda fue la del comisario Calabresi, asesinado por el terrorismo de extrema izquierda luego de que los medios de comunicación de esa área política lo lincharan públicamente, culpándolo sin pruebas de ser el autor intelectual del asesinato de Pinelli. Dario Fo, quien escribió una obra muy celebrada y puesta en medio mundo sobre la muerte de Pinelli, firmó, entre muchos otros intelectuales, un petitorio publicado por el semanario L'Espresso que luego se consideró una sentencia de muerte para Calabresi.

El caso es que el viejo cuadro del PCI y hoy presidente Napolitano decidió invitar a ambas viudas al palacio del Quirinal. Conviene recordar que durante los años de plomo italianos el PCI, luego de algunas dudas iniciales, se encolumnó claramente del lado de las instituciones democráticas. Y con él lo hizo su imponente aparato mediático-cultural. No existe por tanto hoy en Italia una mitología de los compañeros que lucharon y perdieron heroicamente contra el opresor Estado burgués, salvo en los reductos marginales del anarquismo lumpen de okupas y black-blocs.

Es así general, en la sociedad italiana, la condena al terrorismo, negro o rojo por igual. Italia es, por esta historia reciente, además de por los archiconocidos vínculos históricos, una sociedad con muchas similitudes con la Argentina. Nada, sin embargo es más abismalmente diferente que esta conmemoración del Día de la Memoria italiana: nos resulta impensable un presidente argentino, que invite a las víctimas de los dos lados del terrorismo a conmemorar esa jornada a la sede de la jefatura del Estado.

La retórica maniquea instalada por el matrimonio Kirchner, bajada a la sociedad por los medios de comunicación o enseñada como vulgata historiógrafica en los colegios secundarios, hace hoy irrealizable una ceremonia de este tipo en Argentina. Es ésta, también, una de las pesadas herencias que dejará el kirchnerismo en su patética retirada.