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14.01.09

Signo de los tiempos: el fin de una micro-dictadura en Rosario

Una trama densa de complicidades institucionales, policiales y de criminales marginales hizo posible esta dictadura. El Ñuls de López fue por esto un caso único en el fútbol argentino.
Por Pablo Díaz de Brito

Este es un caso de recuperación de la democracia, pero a pequeña escala. No se trata de un país, ni de una ciudad, sino de un club: Ñuls (Newell's Old Boys).

Después de 14 años sin elecciones y bajo un régimen mafioso-terrorista, la conjunción del deterioro de la gestión, de sus vínculos con los distintos estamentos del poder, y el cambio de signo politico en el gobierno de Santa Fe, lograron sacar a Eduardo J. López del club. Una épica democrática a nivel de club futbolero, no por eso menos significativa. Un buen ejemplo de cómo la sociedad civil, cuando se despierta, puede.

Porque hasta ese domingo histórico del 14 de diciembre López parecía invencible. Incluso ese mismo día la mayoría no daba un peso por la oposición. Pero con el correr de las horas se supo que habían votado muchos más opositores que oficialistas. Se confirmó en el escrutinio: López, que siempre se había presentado como el que popularizó a un club de clase media del centro llevándolo a los barrios, apenas juntó dos mil votos, la mitad de su rival, Lorente.

El club que dejó está vaciado y devastado, como se sabe. En los 80 y primeros 90, Ñuls era un club de excelencia, con las mejores inferiores del país, y además cumplía un importante rol como centro de actividad social, con decenas de deportes amateur para chicos y adolescentes. López no dejó uno. Además barrió con las piletas y los asadores. Si un chico se destacaba en las inferiores, el padre tenía que llevárselo o acordar con la barra, que así se hizo dueña de los pases de muchos jugadores. Luego obligaba a hacerlos jugar al técnico de turno para cotizarlos. El viejo Griffa dice que nunca en estos 14 años pudo ver un partido de Ñuls, ni por televisión. A la cancha no quería ni tampoco podía ir: tenía prohibida la entrada por López. Desde abril estará nuevamente a cargo de las inferiores.

Una trama densa de complicidades institucionales, policiales y de criminales marginales hizo posible esta dictadura. El Ñuls de López fue por esto un caso único en el fútbol argentino. Ni Racing ni Central llegaron tan lejos en su degradación. López, se asegura en Rosario, es radical. Lo cierto es que su largo dominio de Ñuls coincidió con el aún más largo del PJ en Santa Fe. "Esto (por la derrota electoral de López) con Obeid no pasaba, te lo aseguro", me comentó un amigo que es profundo conocedor del paño pejotista.

Es que, aunque con muchos matices y temores, las instancias institucionales esta vez no hicieron la vista gorda. La Inspección de Justicia disolvió la junta electoral de López y puso cuatro interventores. Previamente, un juez civil se animó y ordenó hacer las elecciones, contra el parecer del mafioso. Un parecer que hasta hace poco era sacrosanto. Ni hablar de la policía, que obedecía sus deseos metódicamente, dejando que sus patotas molieran a palos a los chicos que protestaban en la cancha, y lejos de ella también. Esto pasó durante sus 14 años, sin que ningún matón fuera preso. Ni uno.

En los últimos meses, cuando se consolidó la oposición, el dominio terrorista se redujo y se circunscribió a la cancha y su zona: ahí los barras "marcaban" a los opositores y los mataban a trompadas. Sin que la policía moviera un dedo, como siempre.

Pero el domingo de las elecciones, bajo presión del gobierno de Binner, la cana actuó correctamente y garantizó la seguridad de la elección. López estaba perdido: no podía enfrentar una elección medianamente limpia y lo sabía. Para que pasara esto debieron sumarse varias decisiones colectivas: la sociedad santafesina decidió sacar al PJ del gobierno provincial en 2007, ante todo. Segundo, y en este clima de fin de régimen PJ-K, de "ahora se puede", una parte importante de la sociedad rosarina repitió la gesta a pequeña escala en Ñuls. Bien hecho. Ahora vamos por el 2009 y el 2011. No en Ñuls, claro, sino en el país.