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03.08.08

Se apaga la ''magia'' de Raúl: desilusión ante el Moncada

Por Pablo Díaz de Brito

Raúl ya no tiene nada más que ofrecer. Llamó, en el discurso más esperado del año, el del 26 de julio en el Moncada, a ajustarse el cinturón. "Hay que acostumbrarse a recibir no sólo buenas noticias", advirtió durante el estratégico discurso del "Día de la Rebeldía Nacional", principal fecha del calendario de la Cuba castrista. Nada dijo de terminar con la doble moneda, tan onerosa para el cubano medio, y ni habló de liberalizar las salidas del país.

Allá por marzo o abril, el enviado de El País (y al día siguiente, muchos otros medios) se comieron el trascendido que decía que era inminente la eliminación de las trabas para viajar al exterior. Tal vez lo recuerden al "anticipo". El asunto es que pasó el tiempo, y nada. No es de sorprenderse. Porque si hay una reforma que Raúl no puede hacer es esa, la de abrir las puertas de la nación-cárcel que construyó el castrismo. Así de simple y de claro. No puede. En un año se quedaría sin ¿uno?, ¿dos? millones de cubanos que apenas pisaran el aeropuerto de Miami pedirían asilo político. Y entre esos exiliados se hallaría lo mejor de los profesionales y técnicos cubanos.

Así que Raúl no puede conceder este derecho básico y universal a los cubanos. Y tampoco puede dar mucho más de lo poquísimo que dio en materia económica, salvo algunas reformitas extra que "contaminen" con un poquitín de iniciativa privada a la economía exitosamente esclerotizada en 50 años de "revolución".

No irá entonces, mucho más allá de lo hecho en estos meses: vender celulares, entregar a los campesinos tierras que, criminalmente, el Estado comunista mantiene improductivas desde hace décadas. Sí falta, y es una tarea mayúscula, tratar de seducir nuevamente al capital extranjero, como en los 90 (por ahora, de esto no se ha visto nada concreto). Porque Raúl es un noventista convencido, a su modo. El menor de los Castro, se asegura, apuesta todo a volver a las reformas de los 90, desactivadas por su tremebundo hermano mayor. Pero, bueno, supongamos que lo logra, que trae algunos capitales:¿qué más? Nada más.

El problema es que ya no alcanza, las expectativas de los cubanos son hoy mucho mayores. Sospecho que en el futuro próximo esta tensión entre lo que Raúl puede dar y lo que la población le exige crecerá. Después o durante esta tensión llegará la muerte de Fidel. Y ahí se verá, compañero.