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13.08.03

El nuevo panorama político argentino

Al cumplirse veinte años desde el retorno a la democracia en 1983, la política en la Argentina sigue en su adolescencia y no llega a un nivel de madurez que se caracteriza por la estabilidad institucional, la seriedad macroeconómica y la inserción internacional.
Por Gabriel C. Salvia

Argentina vive un momento de fuerte reacomodamiento político. El peronismo probablemente se reagrupe recuperando su perfil más tradicional, el del nacionalismo económico; la oposición socialdemócrata quizás se estanque ante la aplicación de políticas intervencionistas; y, en consecuencia, se podría consolidar un espacio político importante para una alternativa electoral pro mercado.
Al cumplirse veinte años desde el retorno a la democracia en 1983, la política en la Argentina sigue en su adolescencia y no llega a un nivel de madurez que se caracteriza por la estabilidad institucional, la seriedad macroeconómica y la inserción internacional. Todas estas características de la madurez democrática implican la renovación constante de los depositarios del poder –como Alberdi se refiere a la República- permitiendo que cambien los funcionarios y que determinadas políticas de estado, como las que se mencionaron, se mantengan.
En definitiva, la madurez democrática se logra cuando se alcanza lo anterior y el debate político se limita a proponer mayor intervención del estado o mayor protagonismo de la sociedad civil en temas económicos y sociales. En estos días la Argentina sigue lejos de esa madurez democrática, pero el escenario político actual podría ser el principio del fin de su adolescencia.

El abandono de Menem

Desde fines del 2002 las encuestas sobre la elección presidencial en la Argentina señalaban que, de ingresar Carlos Menem al ballottage, en la segunda vuelta perdía con cualquier otro candidato que llegara hasta esa instancia. Esos datos ya demostraban la alta impopularidad del ex presidente, cuyas chances de lograr un tercer mandato se limitaban a ganar la primera vuelta por más de diez puntos. No logró esto último y para el ballottage previsto para el día 18 de mayo le esperaba una derrota contundente, como mínimo del 70 contra el 30 por ciento.
Con el poco aprecio que siempre tuvo por las instituciones, antes de sufrir un duro revés en las urnas Menem prefirió renunciar a participar del ballottage cuatro días antes de la votación. Así como hizo cualquier cosa para ganar, incluyendo una reforma constitucional, ahora hace cualquier cosa para no perder en forma humillante.
Pero Menem no es el único responsable de la inestabilidad institucional del país. Su principal rival político, Eduardo Duhalde, quien desde la presidencia provisoria le brindó su respaldo a Néstor Kirchner, es otro gran responsable de la falta de garantías institucionales en la Argentina. Duhalde, que fue vicepresidente de Menem en 1989, impidió la realización de elecciones internas en el peronismo, cambió la fecha de las elecciones e intervino en la campaña presidencial cuando su investidura lo obliga a mantenerse prescindente. Como tantos otros políticos, Duhalde también dejó pendiente un proceso judicial a raíz de la publicación de un libro que lo vinculaba a la corrupción y al narcotráfico, algo que ya pasó al olvido.

¿Kirchner abandonará a Duhalde?

Luego de la renuncia de Menem, el presidente electo Néstor Kirchner deberá ahora tratar de gobernar prescindiendo del aparato duhaldista, pues de lo contrario se encontrará superado por las mismas prácticas políticas que dice pretender combatir. Al respecto, algunas frases pronunciadas en un discurso por Kirchner mientras se conocía la renuncia de Menem, podrían incluir también a su principal aliado político: Eduardo Duhalde; pero ciertos antecedentes del gobernador santacruceño indicarían que es más de lo mismo.
Kirchner gobernó Santa Cruz durante tres periodos consecutivos, reformando la constitución provincial para permitir la reelección indefinida y cambiando la composición de la Corte Suprema de Justicia provincial, algo lamentablemente característico de los gobernantes argentinos. Su provincia es un feudo, con un alto porcentaje de empleo público que deriva en clientelismo electoral, y con ingresos provenientes principalmente de regalías petroleras y del turismo, en este último caso favorecido gracias a la inversión del estado nacional, y también favorecido con distintos subsidios.
De todas maneras, gobernar una provincia de doscientos mil habitantes no es lo mismo que gobernar el país y ahora Kirchner deberá resolver muchos problemas a los cuales no estaba acostumbrado a hacer frente. Por señalar un ejemplo: la seguridad.
Pero el principal problema de Kirchner será su alianza con Duhalde, de la cual podría librarse impulsando una reforma política o de lo contrario se verá sometido a la influencia del ex gobernador de la provincia de Buenos Aires.

La alternativa pro mercado

La gestión de Kirchner promete en lo económico un mayor intervencionismo estatal, cuyos resultados inmediatos serán puestos a prueba en las elecciones legislativas del 2005. En consecuencia, aparecerá en el mediano plazo una buena oportunidad política para Ricardo López Murphy, quien ya representa un nuevo intento para consolidar un espacio pro mercado como alternativa de poder.
Sin embargo, el mayor desafío de López Murphy –que realizó una excelente elección el pasado 27 de abril- será organizar un partido nacional con un estilo político diferente a lo tradicional. En este caso, el Movimiento Recrear deberá establecer una reforma política interna en el estilo de participación y en el proceso de selección de candidatos a cargos públicos electivos.

Que se vayan los peores

En lo que queda del año, todavía restan las elecciones de legisladores nacionales, lo cual representa una excelente oportunidad para ver cómo se termina perfilando el nuevo mapa político del país. Además, estos legisladores que resulten electos en el 2003 modificarán la mitad de la composición de la cámara de diputados y un tercio del senado, y serán los protagonistas de los principales debates políticos durante la presidencia de Kirchner. Entre ellos, sin duda, aparecerán muchas caras nuevas, con lo cual lejos del slogan anti-sistema del “que se vayan todos”, las próximas elecciones de Diputados y Senadores ofrecerán una oportunidad para que los partidos ofrezcan una representación mucho mejor y, por ende, un debate legislativo más serio.

Gabriel Salvia es Director del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina www.cadal.org