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13.05.07

Chávez: de ''negro negrito'' a ''rojo rojito''

Un itinerario inverso al de Benito Mussolini es el que ha seguido el antiguo golpista de 1992, pasando del fascismo al marxismo en una audaz pirueta cromática, cambiando la "camisa negra" por la "camisa roja". Uno y otro camino, sin embargo, son estrategias políticas de acumulación de poder sin límites, arrasando con la sociedad civil y toda expresión de pensamiento independiente.
Por Ricardo López Göttig

En su última campaña presidencial, Hugo Chávez exhibió su reciente descubrimiento del "socialismo del siglo XXI", su novedosa concepción del marxismo. Y para demostrar su giro ideológico acuñó el slogan "rojo rojito", usando también una camisa de ese color en forma casi permanente.

Pero no hay que olvidar que Hugo Chávez no proviene de la izquierda marxista, sino de la ultraderecha fascista latinoamericana. Cuando intentó hacer el golpe de estado de 1992, los nacionalistas del continente saludaron alborozados a este militar entusiasta de las concepciones corporativistas y autoritarias del fascismo, con su aureola de restauración religiosa, orden jerárquico y disciplinamiento social. Los carapintadas argentinos, encabezados por el coronel Mohamed Alí Seineldin, reconocían su coincidencia ideológica con el paracaidista Hugo Chávez. Fue así como se estableció el nexo fluido entre el nacionalismo argentino y el "bolivarianismo" chavista a través del sociólogo Norberto Ceresole, conocido por sus libros antijudíos y militaristas en los que proponía el "socialismo nacional", invirtiendo la fórmula del nazismo. Este autor rioplatense, devenido en ideólogo del naciente "chavismo", fue un elemento clave para vertebrar una serie de ideas que abrazaba el paracaidista golpista, de muy escasa formación intelectual.

Teniente Coronel Hugo Chávez Frías, en el golpe de estado del 4 de Febrero de 1992

"Rojo rojito", insiste el histriónico presidente venezolano, prometiendo que ahora sí se llegará al socialismo. ¿Y qué hay de la experiencia soviética del "socialismo real", con sus genocidios, esclavitud y miseria? No fue socialismo, según los chavistas, sin aportar mayores argumentos. ¿Y qué hay, entonces, de la experiencia del comunismo chino y sus millones de muertos? ¿Y la gigantesca cárcel de Corea del Norte, y la Camboya genocida de Pol Pot, o la Yugoslavia heterodoxa del Mariscal Tito? ¿Ignoran los chavistas las discusiones eruditas y debates sesudos sobre los diversos caminos del socialismo que elucubraron cientos de intelectuales marxistas antes que ellos? Y el socialismo cubano de Fidel Castro, tan fielmente pro-soviético hasta 1989, ¿es el auténtico socialismo?

Un itinerario inverso al de Benito Mussolini es el que ha seguido el antiguo golpista de 1992, pasando del fascismo al marxismo en una audaz pirueta cromática, cambiando la "camisa negra" por la "camisa roja". Uno y otro camino, sin embargo, son estrategias políticas de acumulación de poder sin límites, arrasando con la sociedad civil y toda expresión de pensamiento independiente. Caminos de esclavización de la persona, concentrando todas las decisiones en un poder ejecutivo omnímodo y ubicuo.

El hecho más curioso y deplorable del travestismo de Hugo Chávez, es que precisamente aquellos políticos e intelectuales que insisten en el ejercicio de la memoria son quienes olvidan su reciente pasado fascista. ¿O es que para quienes se oponen a los valores liberal-democráticos, todo está permitido?

El autor es investigador asociado de CADAL, Director de la Carrera de Ciencia Política en la Universidad de Belgrano e investigador de la Fundación Hayek.