Latinoamérica post covid-19: entre la regresión y la resiliencia
Todos los expositores del encuentro virtual «Tendencias globales y en América Latina» coincidieron que la pandemia que azota al mundo golpea a Latinoamérica y el Caribe en una situación que ya venía con democracias debilitadas, con aumento de demandas sociales y una polarización ciudadana más o menos pronunciada —según qué países se analicen— y todos los países de la región con economías desaceleradas.Por Hugo Machín Fajardo
La hipótesis es que «cuanto más consolidadas estén las democracias latinoamericanas, mejor navegan en la marea del Covid-19», sostiene el alemán Peter Thiery, coordinador para América Latina y el Caribe del Índice de Transformación Bertelsmann (BTI, por sus siglas en inglés) 2020, que analiza el estado de la democracia, la economía y la gobernanza en 137 países.
Thiery presentó las conclusiones del BTI 2020 en una actividad organizada el pasado 26 de noviembre por CADAL y la Fundación Bertelsmann, que ubicó el futuro regional entre la regresión y la resiliencia con base a la evolución de determinados ítems en los diferentes países latinoamericanos.
Todos los expositores del encuentro virtual «Tendencias globales y en América Latina» coincidieron que la pandemia que azota al mundo golpea a Latinoamérica y el Caribe en una situación que ya venía con democracias debilitadas, con aumento de demandas sociales y una polarización ciudadana más o menos pronunciada —según qué países se analicen— y todos los países de la región con economías desaceleradas.
En los análisis que circulan en la región se sostiene — en opinión de Thiery— que el Covid-19 ha propiciado un incremento en las acciones de los poderes ejecutivos latinoamericanos con un consiguiente giro autocrático y concentración de poderes; un detrimento de derechos ciudadanos y un campo fértil para que los gobernantes se abroguen poderes para-constitucionales.
No obstante, las conclusiones del BTI 2020 llevan a pensar que en promedio el retroceso no es muy pronunciado, tanto en la participación política, como en la vigencia de los derechos civiles y el equilibrio de poderes, si se excluyen las autocracias de Cuba, y Venezuela. Y si se tiene en cuenta que hubo sí un mayor retroceso en los casos de Brasil, El Salvador y México, ubicando a Bolivia en un estatus especial por la situación generada por Evo Morales.
Las democracias que mejor han llevado el Covid -19 son Uruguay, Chile, Costa Rica, Trinidad y Tobago, Jamaica y Argentina. Claro que en el último caso aún no se había dado el bochorno generado por la administración Fernández cuando luego de ocho meses de confinamiento extremo, propició el desborde maradoniano. Lo que el columnista argentino Carlos Pagni acertadamente calificó de «vampirización» de la popularidad del ex astro de fútbol.
Thiery, en la categoría de países que antes se calificaban como «democracias defectuosas», Guatemala, Haití, Honduras y Nicaragua, sostuvo que las oscilaciones hacia el autoritarismo en estos países fueron más pronunciadas que en el resto de los de la región que no integran la primer categoría mencionada.
Perspectivas post corona virus. En las diferentes intervenciones que siguieron a la exposición de Thiery a cargo del también alemán Hauke Hartmann, la argentina
Liliana de Riz y el chileno Patricio Navia, hubo coincidencias en que las amenazas están por venir y no dependen solamente del Covid, sino que refieren a factores que debilitan desde hace años a la democracia: polarización social debida a acontecimientos anteriores y gobernanza fallida; desigualdad y desarrollo económico flojo.
«El Covid puso en evidencia que estas deficiencias en los modelos de desarrollo, subestiman la cohesión social, que ya había una acumulación de problemas que pueden determinar la emergencia de nuevos empresarios populistas. Ese es un riesgo real».
Pero también, agregó Thiery, «la etapa post Covid puede ser una oportunidad para un cambio de paradigma en el que se fortalezcan las funciones esenciales del Estado; se abran nuevos canales de participación, o mediante la reconstrucción de los partidos políticos en algunos casos; unido a una mejor cooperación nacional e internacional».
En opinión de los panelistas tanto la solidaridad como la cohesión social pueden ser construidas, pero no inventadas.
Liliana de Riz destacó que en Argentina «la gestión de la pandemia fue medieval, de encierro, de poca capacidad de controlar un virus (…) Los niveles de ingreso cayeron abruptamente con el cierre de la economía y las ayudas sanitarias estuvieron bajas comparadas con la región».
Para la socióloga argentina, «América Latina es la región más golpeada por el Covid, la pandemia es el mayor desafío desde los setenta» y subrayó que Brasil y México han tenido retrocesos democráticos.
«México desde 2016 tiene una caída en niveles de democracia, donde han incidido, además de otros indicadores, el factor del narco, caída que se ha acentuado desde el periodo de Peña Nieto en adelante».
«(Andrés López) López Obrador es un Mesías tropical, pero cuenta con un partido y bajo la Virgen de Guadalupe, encarna el combate entre católicos y evangelistas». A diferencia «de Bolsonaro— destacó— que no cuenta con un partido real y lo apoyan la ultraderecha y los evangelistas, lo que desde 2018 ha determinado un descenso de los niveles democráticos».
En opinión de Navia «La gran debilidad de América Latina son las instituciones. Tenemos problemas históricos de desigualdad. Los países de América Latina son como alcohólicos en recuperación» y puso los ejemplos de Venezuela en 1998, y de Chile en 2016: «pensaron que estaban en Europa, se comparaban con Finlandia o Noruega, cuando en realidad siguen teniendo problemas estructurales que los hacen volver siempre a América Latina».
«El gran problema es que no se quiere repartir la torta», sintetizó el politólogo y docente chileno. «Las instituciones son muy importantes y siempre hay que estar midiéndolas, sabiendo lo que pasa, pero los problemas cíclicos de América Latina se vinculan a sociedades que deberían ser más cohesionadas. Si no abordamos los problemas de desigualdad de América Latina estos problemas que hoy estamos analizando van a seguir presentándose».
La hipótesis es que «cuanto más consolidadas estén las democracias latinoamericanas, mejor navegan en la marea del Covid-19», sostiene el alemán Peter Thiery, coordinador para América Latina y el Caribe del Índice de Transformación Bertelsmann (BTI, por sus siglas en inglés) 2020, que analiza el estado de la democracia, la economía y la gobernanza en 137 países.
Thiery presentó las conclusiones del BTI 2020 en una actividad organizada el pasado 26 de noviembre por CADAL y la Fundación Bertelsmann, que ubicó el futuro regional entre la regresión y la resiliencia con base a la evolución de determinados ítems en los diferentes países latinoamericanos.
Todos los expositores del encuentro virtual «Tendencias globales y en América Latina» coincidieron que la pandemia que azota al mundo golpea a Latinoamérica y el Caribe en una situación que ya venía con democracias debilitadas, con aumento de demandas sociales y una polarización ciudadana más o menos pronunciada —según qué países se analicen— y todos los países de la región con economías desaceleradas.
En los análisis que circulan en la región se sostiene — en opinión de Thiery— que el Covid-19 ha propiciado un incremento en las acciones de los poderes ejecutivos latinoamericanos con un consiguiente giro autocrático y concentración de poderes; un detrimento de derechos ciudadanos y un campo fértil para que los gobernantes se abroguen poderes para-constitucionales.
No obstante, las conclusiones del BTI 2020 llevan a pensar que en promedio el retroceso no es muy pronunciado, tanto en la participación política, como en la vigencia de los derechos civiles y el equilibrio de poderes, si se excluyen las autocracias de Cuba, y Venezuela. Y si se tiene en cuenta que hubo sí un mayor retroceso en los casos de Brasil, El Salvador y México, ubicando a Bolivia en un estatus especial por la situación generada por Evo Morales.
Las democracias que mejor han llevado el Covid -19 son Uruguay, Chile, Costa Rica, Trinidad y Tobago, Jamaica y Argentina. Claro que en el último caso aún no se había dado el bochorno generado por la administración Fernández cuando luego de ocho meses de confinamiento extremo, propició el desborde maradoniano. Lo que el columnista argentino Carlos Pagni acertadamente calificó de «vampirización» de la popularidad del ex astro de fútbol.
Thiery, en la categoría de países que antes se calificaban como «democracias defectuosas», Guatemala, Haití, Honduras y Nicaragua, sostuvo que las oscilaciones hacia el autoritarismo en estos países fueron más pronunciadas que en el resto de los de la región que no integran la primer categoría mencionada.
Perspectivas post corona virus. En las diferentes intervenciones que siguieron a la exposición de Thiery a cargo del también alemán Hauke Hartmann, la argentina
Liliana de Riz y el chileno Patricio Navia, hubo coincidencias en que las amenazas están por venir y no dependen solamente del Covid, sino que refieren a factores que debilitan desde hace años a la democracia: polarización social debida a acontecimientos anteriores y gobernanza fallida; desigualdad y desarrollo económico flojo.
«El Covid puso en evidencia que estas deficiencias en los modelos de desarrollo, subestiman la cohesión social, que ya había una acumulación de problemas que pueden determinar la emergencia de nuevos empresarios populistas. Ese es un riesgo real».
Pero también, agregó Thiery, «la etapa post Covid puede ser una oportunidad para un cambio de paradigma en el que se fortalezcan las funciones esenciales del Estado; se abran nuevos canales de participación, o mediante la reconstrucción de los partidos políticos en algunos casos; unido a una mejor cooperación nacional e internacional».
En opinión de los panelistas tanto la solidaridad como la cohesión social pueden ser construidas, pero no inventadas.
Liliana de Riz destacó que en Argentina «la gestión de la pandemia fue medieval, de encierro, de poca capacidad de controlar un virus (…) Los niveles de ingreso cayeron abruptamente con el cierre de la economía y las ayudas sanitarias estuvieron bajas comparadas con la región».
Para la socióloga argentina, «América Latina es la región más golpeada por el Covid, la pandemia es el mayor desafío desde los setenta» y subrayó que Brasil y México han tenido retrocesos democráticos.
«México desde 2016 tiene una caída en niveles de democracia, donde han incidido, además de otros indicadores, el factor del narco, caída que se ha acentuado desde el periodo de Peña Nieto en adelante».
«(Andrés López) López Obrador es un Mesías tropical, pero cuenta con un partido y bajo la Virgen de Guadalupe, encarna el combate entre católicos y evangelistas». A diferencia «de Bolsonaro— destacó— que no cuenta con un partido real y lo apoyan la ultraderecha y los evangelistas, lo que desde 2018 ha determinado un descenso de los niveles democráticos».
En opinión de Navia «La gran debilidad de América Latina son las instituciones. Tenemos problemas históricos de desigualdad. Los países de América Latina son como alcohólicos en recuperación» y puso los ejemplos de Venezuela en 1998, y de Chile en 2016: «pensaron que estaban en Europa, se comparaban con Finlandia o Noruega, cuando en realidad siguen teniendo problemas estructurales que los hacen volver siempre a América Latina».
«El gran problema es que no se quiere repartir la torta», sintetizó el politólogo y docente chileno. «Las instituciones son muy importantes y siempre hay que estar midiéndolas, sabiendo lo que pasa, pero los problemas cíclicos de América Latina se vinculan a sociedades que deberían ser más cohesionadas. Si no abordamos los problemas de desigualdad de América Latina estos problemas que hoy estamos analizando van a seguir presentándose».