Uruguay: Talvi se quitó «la celeste»
La renuncia de Ernesto Talvi a continuar en la actividad partidaria, comunicada mediante una carta abierta a sus “queridos amigos”, sacudió el equilibro relativamente estable de la política en el país sudamericano que mejor se ha conducido durante una pandemia y que consideraba al renunciante como un político bien valorado, según las encuestas, por su labor como Canciller.Por Hugo Machín Fajardo
Hay que ir veinte años atrás para encontrar algo parecido en la política rioplatense. No igual: la renuncia de Carlos “Chacho” Álvarez a la vicepresidencia de la nación argentina en octubre del 2000.
Ernesto Talvi (63) el dirigente más votado en octubre de 2019 del tradicional Partido Colorado uruguayo, principal socio del gobierno de coalición de Luis Lacalle Pou, abandonó la política el domingo 26 de julio, nueve meses después de haber emergido junto a su sector Ciudadanos como el grupo más prometedor de esa colectividad.
La renuncia de Talvi, comunicada mediante una carta abierta a sus “queridos amigos”, sacudió el equilibro relativamente estable de la política en el país sudamericano que mejor se ha conducido durante una pandemia y que consideraba al renunciante como un político bien valorado, según las encuestas, por su labor como canciller, instrumentando las repatriaciones de uruguayos desde todo el mundo y los corredores humanitarios, organizados para que viajeros internacionales de paso por Uruguay retornaran a sus países—donde destaca el caso del buque australiano "Greg Mortimer"— lo caracterizaron como un ministro ejecutivo.
Hace un mes, Talvi sorprendió a la clase política uruguaya al renunciar como Ministro de Relaciones Exteriores horas antes de que Uruguay iniciara la presidencia pro tempore del Mercosur. Lo hizo también mediante una carta que caracterizó un punto alto en sus desencuentros con Lacalle, quien, preguntado entonces por los periodistas sobre la renuncia de su canciller, enfatizó tener "el mejor" concepto sobre Talvi, y reconoció que en la salida del dirigente colorado del MRREE uruguayo se mezclaban “cuestiones políticas y personales".
Pero nadie asumió esa reacción intempestiva de Talvi como un preámbulo a este apartamiento total de la actividad política explicitado en su carta: “he decidido dejar definitivamente la política activa, renunciar al Senado, no ocupar ningún cargo público y no presentarme en el futuro para ningún cargo electivo. Es una decisión de vida”. Contundente, y al mismo tiempo inentendible, pues el motivo esgrimido por el renunciante es la incompatibilidad de su formación académica con la praxis partidaria a la que llegó hace dos años —pero con la que interactuó durante décadas— para convertirse en una de las sorpresas de la última campaña electoral.
La renuncia de Talvi, a su juicio, no afecta al gobierno multicolor encabezado por el Partido Nacional de Lacalle y tres partidos políticos más. "Hoy Ciudadanos [el sector que creó] tiene una bancada parlamentaria decisiva para asegurarle al país gobernabilidad y estabilidad a la coalición, a la que nos comprometimos a acompañar. Más de cuarenta de sus referentes políticos y técnicos trabajan en posiciones de responsabilidad ejecutiva en el gobierno. Ciudadanos, además, cuenta con 17 secretarías técnicas con más de 300 destacados profesionales que brindan apoyo a sus legisladores y contribuyen a la calidad de las decisiones públicas", destaca en su carta de despedida.
Para Agustín Bonino, de la empresa encuestadora uruguaya Opción, el alejamiento de Talvi “genera un claro vacío de representación”, lo que es compartido por Marina Pomiés, directora de CIFRA, otra encuestadora del país, quien entiende que el renunciante “no es intercambiable”; y agregó que “no es fácil para el sistema político dejar entrar a los nuevos”, como ya ocurrió con el empresario Edgardo Novick (Partido de la Gente) quien—recordó Pomiés— “no hizo un comunicado, pero se retiró también. El sistema político se defiende y sus códigos no son fáciles de asumir por los nuevos”.
Talvi fue “clave” en la victoria de la coalición que desplazó a la izquierda del gobierno en noviembre de 2019, según Bonino, al posicionarse “como figura de renovación” dentro del Partido Colorado, con la búsqueda de un espacio “liberal y progresista, más técnico, alejado de la política tradicional”.
Eduardo Botinelli, también entrevistado sobre el tema por el matutino El País de Montevideo, analista de la empresa encuestadora Factum, sostiene que es esperable “cierta desilusión” de los votantes de Talvi; entiende que “Ciudadanos deberá reconstruir un liderazgo” y que en el escenario del Partido Colorado, el por dos veces presidente Julio María Sanguinetti (85) del sector Batllistas, “es claramente el líder” del coloradismo, y si bien destacó que la renuncia repercute en el Partido Colorado y en la coalición de gobierno, no afectaría a esta última desde que Talvi “no era no era el más activo en términos propositivos de la coalición, o casi el más crítico”.
Talvi poco antes de renunciar a la cancillería, según publicara el semanario Búsqueda, dijo haber sido objeto de una "campaña de enchastre" y que "lo habían renunciado". Ya era evidente el enfrentamiento que mantenía con Sanguinetti. Por un lado, declaró estar arrepentido de haberle ofrecido al veterano dirigente la Secretaria General de los colorados; y, además, Talvi había rechazado meses antes la posibilidad de que el hijo del ex presidente, el ex diputado—entre 2000 y 2005—-y jefe de campaña de Batllistas en la elección de 2019, Julio Sanguinetti, ocupara un cargo en la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU), lo que le valió ser calificado por este de “petiso acomplejado”.
Ya se conocieron algunas reacciones críticas desde el interior del coloradismo respecto a la renuncia del ex líder de Ciudadanos. Se le cuestiona haberse ido en medio de una campaña electoral por las elecciones departamentales y municipales a realizarse en septiembre; el hecho de no tener en cuenta los intereses del interior del país; y se lo califica hasta de “aventurero”, en concepto de Raúl “Mono” Batlle, hijo del fallecido ex presidente Jorge Batlle (2000 - 2005), para quien Talvi era la carta de renovación partidaria.
Otro de los partidos de la coalición de gobierno, Cabildo Abierto, encabezado por el ex comandante en jefe del ejército, Guido Manini Ríos —también una sorpresa electoral de 2019— parece no estar pasando por el mejor relacionamiento interno, como puede leerse en la última edición del semanario Búsqueda, donde algunos dirigentes intermedios cuestionan el funcionamiento cuasi militar de esa colectividad partidaria.
Aunque en su carta de renuncia Talvi dice que seguirá trabajando “con la celeste en el pecho” –metáfora recurrente en su campaña electoral— si hay algo que es inaceptable para el espíritu futbolero uruguayo es que haya elegido este momento del partido para abandonar el campo de juego. Uruguay, como el resto del mundo, enfrenta una grave situación cuyas consecuencias serán aun más duras en los próximos años. Como destacado economista, Talvi debería prever lo que se viene y sus votantes, más que nunca, lo querrían en la cancha para aguantar el vendaval. Hubieran querido que fuera como Eliseo Álvarez en el mundial de Chile de 1962, quien sufrió fractura de tibia y peroné durante el primer tiempo del partido Uruguay - Unión Soviética, pero se negó a retirarse y jugó el segundo tiempo en una sola pierna. No menos cierto es que si le hubiera dejado el puesto a un jugador sano, quizás se hubiera convertido el gol que el propio Álvarez no pudo hacer sobre el final del partido, que estaba empatado 1 a 1, tras arrojarse sobre la línea de gol defendida por Lev Yashin y, por unos centímetros, no llegar a empujar la pelota con esa pierna lesionada. Ese gol no hecho le impidió a Uruguay pasar a la segunda ronda.
Hay que ir veinte años atrás para encontrar algo parecido en la política rioplatense. No igual: la renuncia de Carlos “Chacho” Álvarez a la vicepresidencia de la nación argentina en octubre del 2000.
Ernesto Talvi (63) el dirigente más votado en octubre de 2019 del tradicional Partido Colorado uruguayo, principal socio del gobierno de coalición de Luis Lacalle Pou, abandonó la política el domingo 26 de julio, nueve meses después de haber emergido junto a su sector Ciudadanos como el grupo más prometedor de esa colectividad.
La renuncia de Talvi, comunicada mediante una carta abierta a sus “queridos amigos”, sacudió el equilibro relativamente estable de la política en el país sudamericano que mejor se ha conducido durante una pandemia y que consideraba al renunciante como un político bien valorado, según las encuestas, por su labor como canciller, instrumentando las repatriaciones de uruguayos desde todo el mundo y los corredores humanitarios, organizados para que viajeros internacionales de paso por Uruguay retornaran a sus países—donde destaca el caso del buque australiano "Greg Mortimer"— lo caracterizaron como un ministro ejecutivo.
Hace un mes, Talvi sorprendió a la clase política uruguaya al renunciar como Ministro de Relaciones Exteriores horas antes de que Uruguay iniciara la presidencia pro tempore del Mercosur. Lo hizo también mediante una carta que caracterizó un punto alto en sus desencuentros con Lacalle, quien, preguntado entonces por los periodistas sobre la renuncia de su canciller, enfatizó tener "el mejor" concepto sobre Talvi, y reconoció que en la salida del dirigente colorado del MRREE uruguayo se mezclaban “cuestiones políticas y personales".
Pero nadie asumió esa reacción intempestiva de Talvi como un preámbulo a este apartamiento total de la actividad política explicitado en su carta: “he decidido dejar definitivamente la política activa, renunciar al Senado, no ocupar ningún cargo público y no presentarme en el futuro para ningún cargo electivo. Es una decisión de vida”. Contundente, y al mismo tiempo inentendible, pues el motivo esgrimido por el renunciante es la incompatibilidad de su formación académica con la praxis partidaria a la que llegó hace dos años —pero con la que interactuó durante décadas— para convertirse en una de las sorpresas de la última campaña electoral.
La renuncia de Talvi, a su juicio, no afecta al gobierno multicolor encabezado por el Partido Nacional de Lacalle y tres partidos políticos más. "Hoy Ciudadanos [el sector que creó] tiene una bancada parlamentaria decisiva para asegurarle al país gobernabilidad y estabilidad a la coalición, a la que nos comprometimos a acompañar. Más de cuarenta de sus referentes políticos y técnicos trabajan en posiciones de responsabilidad ejecutiva en el gobierno. Ciudadanos, además, cuenta con 17 secretarías técnicas con más de 300 destacados profesionales que brindan apoyo a sus legisladores y contribuyen a la calidad de las decisiones públicas", destaca en su carta de despedida.
Para Agustín Bonino, de la empresa encuestadora uruguaya Opción, el alejamiento de Talvi “genera un claro vacío de representación”, lo que es compartido por Marina Pomiés, directora de CIFRA, otra encuestadora del país, quien entiende que el renunciante “no es intercambiable”; y agregó que “no es fácil para el sistema político dejar entrar a los nuevos”, como ya ocurrió con el empresario Edgardo Novick (Partido de la Gente) quien—recordó Pomiés— “no hizo un comunicado, pero se retiró también. El sistema político se defiende y sus códigos no son fáciles de asumir por los nuevos”.
Talvi fue “clave” en la victoria de la coalición que desplazó a la izquierda del gobierno en noviembre de 2019, según Bonino, al posicionarse “como figura de renovación” dentro del Partido Colorado, con la búsqueda de un espacio “liberal y progresista, más técnico, alejado de la política tradicional”.
Eduardo Botinelli, también entrevistado sobre el tema por el matutino El País de Montevideo, analista de la empresa encuestadora Factum, sostiene que es esperable “cierta desilusión” de los votantes de Talvi; entiende que “Ciudadanos deberá reconstruir un liderazgo” y que en el escenario del Partido Colorado, el por dos veces presidente Julio María Sanguinetti (85) del sector Batllistas, “es claramente el líder” del coloradismo, y si bien destacó que la renuncia repercute en el Partido Colorado y en la coalición de gobierno, no afectaría a esta última desde que Talvi “no era no era el más activo en términos propositivos de la coalición, o casi el más crítico”.
Talvi poco antes de renunciar a la cancillería, según publicara el semanario Búsqueda, dijo haber sido objeto de una "campaña de enchastre" y que "lo habían renunciado". Ya era evidente el enfrentamiento que mantenía con Sanguinetti. Por un lado, declaró estar arrepentido de haberle ofrecido al veterano dirigente la Secretaria General de los colorados; y, además, Talvi había rechazado meses antes la posibilidad de que el hijo del ex presidente, el ex diputado—entre 2000 y 2005—-y jefe de campaña de Batllistas en la elección de 2019, Julio Sanguinetti, ocupara un cargo en la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU), lo que le valió ser calificado por este de “petiso acomplejado”.
Ya se conocieron algunas reacciones críticas desde el interior del coloradismo respecto a la renuncia del ex líder de Ciudadanos. Se le cuestiona haberse ido en medio de una campaña electoral por las elecciones departamentales y municipales a realizarse en septiembre; el hecho de no tener en cuenta los intereses del interior del país; y se lo califica hasta de “aventurero”, en concepto de Raúl “Mono” Batlle, hijo del fallecido ex presidente Jorge Batlle (2000 - 2005), para quien Talvi era la carta de renovación partidaria.
Otro de los partidos de la coalición de gobierno, Cabildo Abierto, encabezado por el ex comandante en jefe del ejército, Guido Manini Ríos —también una sorpresa electoral de 2019— parece no estar pasando por el mejor relacionamiento interno, como puede leerse en la última edición del semanario Búsqueda, donde algunos dirigentes intermedios cuestionan el funcionamiento cuasi militar de esa colectividad partidaria.
Aunque en su carta de renuncia Talvi dice que seguirá trabajando “con la celeste en el pecho” –metáfora recurrente en su campaña electoral— si hay algo que es inaceptable para el espíritu futbolero uruguayo es que haya elegido este momento del partido para abandonar el campo de juego. Uruguay, como el resto del mundo, enfrenta una grave situación cuyas consecuencias serán aun más duras en los próximos años. Como destacado economista, Talvi debería prever lo que se viene y sus votantes, más que nunca, lo querrían en la cancha para aguantar el vendaval. Hubieran querido que fuera como Eliseo Álvarez en el mundial de Chile de 1962, quien sufrió fractura de tibia y peroné durante el primer tiempo del partido Uruguay - Unión Soviética, pero se negó a retirarse y jugó el segundo tiempo en una sola pierna. No menos cierto es que si le hubiera dejado el puesto a un jugador sano, quizás se hubiera convertido el gol que el propio Álvarez no pudo hacer sobre el final del partido, que estaba empatado 1 a 1, tras arrojarse sobre la línea de gol defendida por Lev Yashin y, por unos centímetros, no llegar a empujar la pelota con esa pierna lesionada. Ese gol no hecho le impidió a Uruguay pasar a la segunda ronda.