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01.06.06

¿Pluralismo o pluralidad?

Por Ricardo López Göttig

El presidente Néstor Kirchner llamó desde su palco de campaña electoral a tener una Argentina más plural, y bienvenido sea tal llamado. Lo compartimos, porque creemos que el pluralismo de ideas fortalece a la sociedad civil, cuando puede expresarse en una atmósfera de libertad y de respeto a la diversidad. Como ya hemos señalado anteriormente, consideramos que la unión nacional que sostiene el Preámbulo de nuestra Constitución, no es sinónimo de unanimidad de opiniones, sino el consenso en torno a los valores fundacionales de la República.

No podemos dejar de apoyar este llamado a una Argentina más plural, más libre y, por consiguiente, en la que reine un debate maduro y reflexivo, sin agravios ni presiones. Sin embargo, nos sorprende la extraña interpretación a que someten a este noble llamado los ministros de la administración Kirchner: ellos confunden “pluralismo” con “pluralidad”, es decir, que buscan una mayoría en torno a la reelección del presidente Kirchner. Es la imposición del número de seguidores del presidente, del mero “somos más”, soslayando que la República y la democracia se nutren de la diversidad y la contraposición de opiniones.

Y es por ello que, para defender el pluralismo, se torna urgente conformar una oposición constitucional, liberal y republicana, que defienda sin ambages el Estado de Derecho, la democracia, el equilibrio de poderes y la limitación al poder estatal, para que no se sigan vulnerando las libertades fundamentales. Para que el principio constitucional de la libertad de comercio no esté sometido al capricho de un burócrata, que establece a su antojo quién y qué se exporta, o a qué precios vender. Para que la libertad de movimientos no se vea restringida por grupúsculos violentos y enmascarados que amenazan con sus palos por dudosas demandas, o que presionen con su sombría presencia a los comerciantes y empresas petroleras. Para que la libertad de prensa pueda ejercerse sin correr detrás del dinero de la propaganda oficialista, mantenida por contribuyentes que ven que su poder adquisitivo disminuye mes a mes. Urge conformar una oposición liberal, para sostener con voz clara y convicción firme que los poderes Legislativo y Judicial son independientes de los mandatos del Ejecutivo, y que deben controlar sus acciones. Y que rescate el federalismo, para que los gobernadores no se vean sometidos a la presión asfixiante de un régimen cada vez más unitario, que pide sumisión y verticalidad.

El pluralismo es sano y es necesario para la supervivencia del orden constitucional y democrático en el que queremos convivir. Todo gobernante, simplemente por ser humano, es falible, tiene muy limitados conocimientos sobre el mundo que lo circunda e, invariablemente, tiende a sobrepasar sus atribuciones específicas. Es por ello que se han establecido los equilibrios de poderes y las limitaciones a sus arbitrariedades. Por consiguiente, debe haber siempre libertad para las críticas, desde las constructivas hasta las mordaces e hirientes, para que la opinión pública pueda discernir sobre la marcha de los asuntos públicos, apoyando o restando su sufragio a la gestión gubernamental.

Adherimos, sí, al pluralismo, pero no a la pluralidad en torno a Néstor Kirchner y sus pretensiones de reelegirse en el 2007. Pluralidad que no se reúne por una convicción, una idea o un programa, sino que acumula hambrientos satélites que giran a su alrededor por el poder, y que se esfumará en la primera borrasca.
 
Ricardo López Göttig es historiador, autor del libro "Los fundadores de la República" y Director del Instituto Liberal Democrático de CADAL.
Fuente: www.generacion37.org