Diferencias y consensos de Latinoamérica en la ONU
La agenda internacional de los países latinoamericanos es muy amplia, y si bien hay puntos de divergencia, hay muchas problemáticas que reconocen que son necesarias enfrentar. En un escenario regional de diversas ideologías al frente de los países, es de destacar que hay algunos mínimos consensos. Sin embargo, algunas posturas más disonantes como las de Brasil o las de Venezuela van a obstaculizar probablemente la toma de decisiones en organismos internacionales.Por Alejandro Di Franco
Como todos los años, se realizó en Naciones Unidas las sesiones de la Asamblea General en la cual los jefes de gobierno u otros representantes importantes de cada país miembro dan un discurso con sus principales prioridades en la agenda internacional. En el debate del 74vo periodo, en un contexto global de tensión e incertidumbre, y regional de tendencias diversas, los líderes latinoamericanos marcaron distintas agendas que brindan un panorama de las respectivas estrategias de inserción internacional que coexisten hoy.
Un primer clivaje que dividió las posturas de los países latinoamericanos fue el cambio climático y el medio ambiente. En efecto, en todos los discursos se hizo alusión al problema y en su gran mayoría, desde Carlos Alvarado Quesada, de Costa Rica, a Mauricio Macri de Argentina, las posturas fueron favorables a tomar medidas para frenar el cambio climático. Sebastián Piñera, por ejemplo, dedicó toda la primera mitad de su discurso de 22 minutos a enfatizar la gravedad y la urgencia del cambio climático. Por ejemplo, afirmando que “vamos por mal camino, el tiempo se nos acabó y hay que cambiar el rumbo” y sosteniendo el compromiso de Chile de convertirse en un país carbono neutral. Una postura, sin embargo, muy particular fue la del presidente brasilero Jair Bolsonaro, quien ya ha sido muy cuestionado por sus políticas ambientales, sobre todo a partir de los incendios en el Amazonia. Él, cabe destacar, pareció reconocer la importancia de la preservación del ambiente. Sin embargo, esto lo hizo desde una actitud desafiante, convirtiéndolo en parte de su lucha contra los medios, sobre todo internacionales, a quienes los desafío a “ir a Brasil” y ver por su cuenta la Amazonia, que el negó que esté siendo devastada o de que se trate del pulmón del mundo.
Un segundo clivaje se dio en cuanto a las consideraciones sobre el mejor modelo económico a nivel mundial. Esto ya era algo muy evidente en las posturas ideológicas de los países latinoamericanos, y solo confirma el diagnóstico de que en la región coexisten líderes que van de la extrema izquierda a la extrema derecha. De las políticas neoliberales de los 90s a la “marea rosa” de los 2000s, hoy lo que hay es un mapa con distintos colores ideológicos sin una clara tendencia. Bolsonaro por una parte agradeció como su país había dejado atrás el socialismo, un mal que estaba afectando a otros países de la región, y resaltó las bondades de una economía basada en la desregulación y la privatización. Evo Morales, el presidente boliviano, envió un mensaje totalmente opuesto: “la raíz del problema está en el sistema capitalista” dijo, afirmando que el mundo está controlado por una “oligarquía global” y que el sistema financiero no es democrático.
Es llamativo, sin embargo, como presidentes tan distintos en su ideología sin embargo parecieron utilizar el mismo léxico. Mientras Evo denunciaba el colonialismo “financiero”, Bolsonaro acusaba a los países desarrollados de tener un “espíritu colonialista” que atentaba contra su soberanía cuando hacen críticas sobre la situación del Amazonia.
En un contexto multipolar, en el que las dos principales potencias, China y Estados Unidos, se encuentran en el medio de una guerra comercial, uno de los mensajes más claros fue el de fortalecer el multilateralismo. El presidente argentino, Mauricio Macri, se expresó en tal sentido afirmando que el multilateralismo y la gobernanza global requieren regiones estables y expresó su compromiso con el MERCOSUR. Piñera fue más allá y sostuvo que hay un “vacío de liderazgo” a nivel mundial y que para lograr crecimiento más que ir hacia guerras comerciales se deben eliminar las barreras y armonizar las reglas comerciales. Algunos aprovecharon este marco para hacer propuestas más extravagantes como mover la sede de la ONU a algún país africano en el caso de Nicaragua, o modernizar la Organización y hacer las reuniones de manera virtual, so pena de quedar en la irrelevancia como BlockBuster y Kodak, como dijo Nayib Bukele, el presidente salvadoreño, quien no perdió la oportunidad de sacarse una selfie en medio del discurso.
Otros temas muy mencionados fueron la desigualdad, que figura muy frecuentemente en el Examen Periódico Universal de los países de la región, resaltado por Perú, Honduras y Panamá, por ejemplo. También la crisis humanitaria en Venezuela fue un tema recurrente, especialmente en los países vecinos, que están recibiendo gran cantidad de migrantes de ese país, como Colombia o Ecuador.
La agenda internacional de los países latinoamericanos es muy amplia, y si bien hay puntos de divergencia, hay muchas problemáticas que reconocen que son necesarias enfrentar. En un escenario regional de diversas ideologías al frente de los países, es de destacar que hay algunos mínimos consensos. Sin embargo, algunas posturas más disonantes como las de Brasil o las de Venezuela van a obstaculizar probablemente la toma de decisiones en organismos internacionales.
Como todos los años, se realizó en Naciones Unidas las sesiones de la Asamblea General en la cual los jefes de gobierno u otros representantes importantes de cada país miembro dan un discurso con sus principales prioridades en la agenda internacional. En el debate del 74vo periodo, en un contexto global de tensión e incertidumbre, y regional de tendencias diversas, los líderes latinoamericanos marcaron distintas agendas que brindan un panorama de las respectivas estrategias de inserción internacional que coexisten hoy.
Un primer clivaje que dividió las posturas de los países latinoamericanos fue el cambio climático y el medio ambiente. En efecto, en todos los discursos se hizo alusión al problema y en su gran mayoría, desde Carlos Alvarado Quesada, de Costa Rica, a Mauricio Macri de Argentina, las posturas fueron favorables a tomar medidas para frenar el cambio climático. Sebastián Piñera, por ejemplo, dedicó toda la primera mitad de su discurso de 22 minutos a enfatizar la gravedad y la urgencia del cambio climático. Por ejemplo, afirmando que “vamos por mal camino, el tiempo se nos acabó y hay que cambiar el rumbo” y sosteniendo el compromiso de Chile de convertirse en un país carbono neutral. Una postura, sin embargo, muy particular fue la del presidente brasilero Jair Bolsonaro, quien ya ha sido muy cuestionado por sus políticas ambientales, sobre todo a partir de los incendios en el Amazonia. Él, cabe destacar, pareció reconocer la importancia de la preservación del ambiente. Sin embargo, esto lo hizo desde una actitud desafiante, convirtiéndolo en parte de su lucha contra los medios, sobre todo internacionales, a quienes los desafío a “ir a Brasil” y ver por su cuenta la Amazonia, que el negó que esté siendo devastada o de que se trate del pulmón del mundo.
Un segundo clivaje se dio en cuanto a las consideraciones sobre el mejor modelo económico a nivel mundial. Esto ya era algo muy evidente en las posturas ideológicas de los países latinoamericanos, y solo confirma el diagnóstico de que en la región coexisten líderes que van de la extrema izquierda a la extrema derecha. De las políticas neoliberales de los 90s a la “marea rosa” de los 2000s, hoy lo que hay es un mapa con distintos colores ideológicos sin una clara tendencia. Bolsonaro por una parte agradeció como su país había dejado atrás el socialismo, un mal que estaba afectando a otros países de la región, y resaltó las bondades de una economía basada en la desregulación y la privatización. Evo Morales, el presidente boliviano, envió un mensaje totalmente opuesto: “la raíz del problema está en el sistema capitalista” dijo, afirmando que el mundo está controlado por una “oligarquía global” y que el sistema financiero no es democrático.
Es llamativo, sin embargo, como presidentes tan distintos en su ideología sin embargo parecieron utilizar el mismo léxico. Mientras Evo denunciaba el colonialismo “financiero”, Bolsonaro acusaba a los países desarrollados de tener un “espíritu colonialista” que atentaba contra su soberanía cuando hacen críticas sobre la situación del Amazonia.
En un contexto multipolar, en el que las dos principales potencias, China y Estados Unidos, se encuentran en el medio de una guerra comercial, uno de los mensajes más claros fue el de fortalecer el multilateralismo. El presidente argentino, Mauricio Macri, se expresó en tal sentido afirmando que el multilateralismo y la gobernanza global requieren regiones estables y expresó su compromiso con el MERCOSUR. Piñera fue más allá y sostuvo que hay un “vacío de liderazgo” a nivel mundial y que para lograr crecimiento más que ir hacia guerras comerciales se deben eliminar las barreras y armonizar las reglas comerciales. Algunos aprovecharon este marco para hacer propuestas más extravagantes como mover la sede de la ONU a algún país africano en el caso de Nicaragua, o modernizar la Organización y hacer las reuniones de manera virtual, so pena de quedar en la irrelevancia como BlockBuster y Kodak, como dijo Nayib Bukele, el presidente salvadoreño, quien no perdió la oportunidad de sacarse una selfie en medio del discurso.
Otros temas muy mencionados fueron la desigualdad, que figura muy frecuentemente en el Examen Periódico Universal de los países de la región, resaltado por Perú, Honduras y Panamá, por ejemplo. También la crisis humanitaria en Venezuela fue un tema recurrente, especialmente en los países vecinos, que están recibiendo gran cantidad de migrantes de ese país, como Colombia o Ecuador.
La agenda internacional de los países latinoamericanos es muy amplia, y si bien hay puntos de divergencia, hay muchas problemáticas que reconocen que son necesarias enfrentar. En un escenario regional de diversas ideologías al frente de los países, es de destacar que hay algunos mínimos consensos. Sin embargo, algunas posturas más disonantes como las de Brasil o las de Venezuela van a obstaculizar probablemente la toma de decisiones en organismos internacionales.