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11.07.19

Vaca Muerta se potencia con el acuerdo Mercosur-Unión Europea

(TN) Un hallazgo extraordinario como Vaca Muerta pasa raras veces en la historia de un país. Y en la de muchos países, no pasó ni pasará nunca. Es un recurso enormemente valioso que se nos ofrece para que saquemos el mayor provecho de él.
Por Marcos Novaro

(TN) Vaca Muerta ¿es lo que nos estaba faltando a los argentinos para poder desarrollarnos? Lo que echamos en falta no son precisamente recursos naturales. Son una buena organización y políticas económicas razonables. Sin ellas, por más recursos que tengamos a nuestro alcance, por más talento y recursos que afloren o que desenterremos, difícilmente nuestra suerte vaya a cambiar.

Ya lo vivimos en el pasado, y no una sino varias veces, así que bien podría volver a suceder. Con la Segunda Guerra Mundial, dos o tres países tuvieron la oportunidad de despegar, porque estaban lejos de las zonas calientes, producían alimentos y tenían un más o menos promisorio desarrollo industrial con que abastecer demandas que tanto durante como sobre todo después del conflicto iban a crecer aceleradamente. Pero a los gobernantes argentinos se les ocurrió la genial idea de apostar por la victoria del Eje, después encima cerraron la economía y apostaron a la autarquía, a “vivir con lo nuestro”, y para completarla usaron las enormes ganancias que todavía siguió dando el trigo para financiar una ridícula diplomacia antinorteamericana, que sólo interesó a Francisco Franco y otros dictadorzuelos, y a cambio de nada. Más o menos como hizo Hugo Chávez con la súperrenta del petróleo a comienzos de este siglo. Un desastre.

Del que poco se aprendió, sin embargo, porque si no no se hubiera repetido en la década kirchnerista, que tuvo además la doble ventaja de arrancar con una economía ya ajustada y estabilizada, y una moneda saneada, y disfrutar de muchos más años de altas rentabilidades para las exportaciones de alimentos.

¿Se imaginan repetir otra vez más la misma historia, con la diferencia de que los Fernández, en vez de engolosinarse con enormes retenciones al agro, lo hagan saqueando la renta petrolera? ¿Les bastaría para alcanzar un mejor resultado? Ni así. Ni Vaca Muerta podría llevarnos, de su mano, a otro destino.

La experiencia de nuestra historia reciente indica, en suma, que cuando se combinan grandes ventajas o “premios” naturales con malas políticas, los resultados pueden ser pésimos. Porque esas ventajas naturales actúan como combustible para la mala organización y las políticas equivocadas, se persiste en el error por mucho tiempo, acumulándose problemas cada vez más difíciles de resolver, y no sólo se pierde la oportunidad que existía para el desarrollo, si no que se la convierte en una para agravar el subdesarrollo.

Y los demás, ¿pueden hacerlo mejor? Para empezar, se ha puesto en marcha la explotación. Y se definieron reglas de juego mínimas entre los distintos niveles de gobierno involucrados, las empresas locales y extranjeras, y los gremios. No es poca cosa. Pero no es suficiente, todavía no está nada claro si las rentas públicas y privadas que resulten de la actividad tendrán un uso inclusivo o extractivo.

Si el Estado nacional (y las provincias a través de los acuerdos fiscales que sellen con él) usan los recursos extra que reciban para aliviar la carga impositiva sobre otros sectores productivos, la economía podría crecer en forma más o menos articulada. Si, en cambio, aprovechan la ocasión para sumarle ítems a la mochila fiscal, y estirar la sobrevida de un sistema económico inestable y disfuncional, con la misma lógica que se actuó ante la súper soja a comienzos de los dos mil, el resultado no va a diferir del de entonces. Y si este es el caso, ¿qué sentido tendría quejarse cuando los privados usen sus rentas de Vaca Muerta para alimentar la fuga de capitales? Si el Estado da la señal de que seguirá actuando con una lógica extractiva, los privados harán lo mismo. Por más barreras y controles que después quiera imponer gente como los Fernández y sus perspicaces economistas.

Y si al fisco le sobra algo, ¿a qué lo va a destinar?, ¿a financiar la modernización de sectores atrasados, como los que Gustavo Grobocopatel dice que hay que dejar que desaparezcan, o para mantenerlos como están? ¿A mejorar la producción de bienes públicos elementales cuya calidad decreciente en las últimas décadas explica en gran medida nuestro mal desempeño económico, o a seguir escondiendo desempleados detrás de cargos públicos y planes sociales?

El contexto regional e internacional juega afortunadamente a nuestro favor. Y más todavía desde que se firmó el acuerdo con la Unión Europea: él al mismo tiempo nos alienta y nos constriñe a mejorar nuestra productividad, dándonos un plazo, para algunos sectores bastante largo, pasado el cual si no logramos un ambiente económico más sano y no mejoramos lo que venimos haciendo mal, no vamos a poder refugiarnos en barreras, protecciones ni autarquías de ningún tipo. Quedaremos expuestos a las consecuencias de nuestro fracaso. Y Grobocopatel habrá tenido razón.

Claro que, aún con Vaca Muerta funcionando, evitar que esto pase para sectores enteros de nuestra economía será una tarea muy difícil. Porque ella está hecha de pedazos que no se llevan muy bien que digamos entre sí, algunos funcionan mejor que otros, pero todos en conjunto funcionan decididamente mal. Lograr que se armonicen y se apuntalen mutuamente va a ser tan difícil como afinar una melodía en un coro de sordos. La oportunidad de todos modos está ahí, para que la aprovechemos. Y vaya a saber cuándo haya otra igual.

Fuente: TN (Buenos Aires, Argentina)