Artículos

22.03.19

La necesidad de priorizar

(El Líbero) Si La Moneda no logra aprobar una reforma tributaria sustantiva, si falla en lograr promulgar una reforma de pensiones razonable y una reforma laboral que contribuya a la creación de más empleo, da lo mismo que Prosur se convierta en una realidad.
Por Patricio Navia

(El Líbero) El Presidente Sebastián Pinera debiera comenzar a priorizar mejor su tiempo. Considerando que este es el segundo año de su administración y que sus tres principales prioridades de agenda legislativa todavía no están siendo debatidas en el Congreso, debiera optar por abarcar menos para poder apretar más. Una de las iniciativas a abandonar es su intento por liderar un organismo de integración regional, especialmente dado el contexto de impopularidad de los líderes de la región, lo que le permitiría focalizarse en las reformas que son más importantes para que su administración deje el legado al que él siempre aspiró.

Es innegable que los periodos presidenciales de 4 años se pueden hacer muy cortos para los gobiernos ambiciosos. Pero como el periodo legislativo es de 4 años para diputados y de 8 años para senadores, no resulta conveniente ampliar el periodo presidencial a 5 o 6 años, porque se perdería la simultaneidad de las elecciones. Sumado a la existencia de un sistema de representación proporcional, la no simultaneidad de elecciones terminaría por dificultar todavía más la construcción de mayorías legislativas para el gobierno. Parece más razonable discutir la posibilidad de, siguiendo el modelo estadounidense, permitir una reelección presidencial inmediata. Así, los presidentes exitosos podrían extender sus mandatos a 8 años, pero salvaguardando la potestad de la gente de remplazar al presidente a los 4 años si las cosas no funcionan bien. A su vez, como los presidentes se reelegirían inmediatamente y no pueden volver al poder después de sus periodos, no tendríamos expresidentes que siguen taponeando la aparición de nuevos liderazgos en sus coaliciones. No hay nada que le haga más daño a la centroizquierda hoy que el fantasma de una nueva candidatura presidencial de Michelle Bachelet. Aunque ella haya dicho que no quiere volver y tal vez no vuelva, la sola posibilidad de que sus aliados logren convencerla de lo contrario dificulta la aparición de nuevos liderazgos presidenciales en el sector.

Pero esa razonable reforma, que debiera ser adoptada en Chile ya, no podrá aplicar para el gobierno de Piñera. Por eso, el actual presidente deberá enfrentar la realidad de que no podrá estar en el poder más allá de marzo de 2022. La mala noticia es que el tiempo útil de su gobierno es mucho más corto. Con las elecciones municipales y de gobernadores regionales a realizarse en octubre de 2020, el gobierno tiene poco más de un año para impulsar su agenda de reformas. Para agosto de 2020, la lógica de la campaña estará dominando el comportamiento de los legisladores, tanto del oficialismo como de la oposición. Lo que el gobierno no pueda hacer en los próximos 18 meses, no será capaz de hacerlo a partir de la primavera de 2020, cuando el país entre en temporada electoral.

De ahí que Piñera debería apurar el tranco con las reformas que más le importan. Presumiblemente, la reforma tributaria, la reforma de pensiones y la reforma laboral son sus principales prioridades. Pero en los últimos meses, el gobierno —y en especial el propio Presidente Piñera— parece haber estado más preocupado de la agenda internacional que de la agenda legislativa. Es comprensible que, durante el receso de febrero, Piñera pusiera el acento en otras prioridades. Pero desde que el Congreso volvió a sesionar, el gobierno parece más interesado en promover el liderazgo internacional de Piñera que en construir las mayorías necesarias para poder avanzar su agenda legislativa.

El encuentro con los líderes regionales de hoy pudiera, en abstracto, ser una iniciativa razonable. Después de todo, es importante que los líderes de la región se unan y cooperen. Pero los hornos de América Latina no están para bollos de crear una nueva instancia de integración. Además de que ya hay más instancias de integración que países, parece más lógico avanzar en concretar lo que ya existe y materializar los planes y promesas que se han hecho por décadas que en comenzar a crear una nueva estructura de integración.

Peor aún, ya que se le está acabando el tiempo para impulsar su agenda de reformas, el Presidente Piñera no puede darse el lujo de andar dedicando su valioso tiempo a iniciativas que tienen pocas chances de materializarse y de producir resultados en lo que resta de su gobierno. Si La Moneda no logra aprobar una reforma tributaria sustantiva, si falla en lograr promulgar una reforma de pensiones razonable y una reforma laboral que contribuya a la creación de más empleo, da lo mismo que Prosur se convierta en una realidad.

El balance del gobierno de Piñera será negativo si Piñera falla en implementar al menos dos de sus tres reformas. En lo que resta de su gobierno, Piñera debiera comenzar a priorizar. Los éxitos en el Congreso pesarán mucho más para su imagen nacional e internacional que las fotos con otros líderes de la región.

Fuente: El Líbero (Santiago, Chile)