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15.03.19

Ley y orden son banderas ganadoras

(El Líbero) La reforma a favor de ampliar el control preventivo de identidad muestra que el gobierno quiere focalizarse nuevamente en los temas que más importan a la ciudadanía.
Por Patricio Navia

(El Líbero) Ante la caída en aprobación presidencial que experimentó el gobierno y dado lo cuesta arriba que se ven las reformas clave de pensiones, impuestos y laboral que el gobierno todavía aspira a implementar, La Moneda necesita encontrar un nuevo tema ganador. La decisión de focalizarse en el combate a la delincuencia resulta una jugada política inteligente.

Los chilenos tienen una alta percepción de inseguridad. Ser víctimas de la delincuencia es una cuestión que preocupa. Es verdad que Chile es un país mucho más seguro que la mayoría de los países de América Latina. Pero la gente no se compara con la realidad de otros países. Las personas quieren estar seguras y sienten que no lo están. Además, creen que los delincuentes tienen carta blanca y que la justicia se preocupa más de los derechos de ellos que de la protección de los ciudadanos que respetan la ley.

Los gobiernos de izquierda a menudo caen en el juego de buscar las causas sistémicas de la delincuencia, enfocándose en la falta de oportunidades que lleva a muchos jóvenes a iniciar carreras criminales. Pero para alguien que fue víctima de un asalto o que teme serlo, eso no ayuda a solucionar su problema inmediato de victimización e inseguridad. Por eso, ante la ausencia de propuestas de ese sector que aborden las consecuencias de corto plazo de la delincuencia y de la percepción de inseguridad, el gobierno de Piñera toma una bandera ganadora al intentar hacerse cargo del problema.

En teoría, como bien dijeron algunos en el gobierno, el que nada hace, nada teme. En teoría, ampliar el control preventivo de identidad a menores desde los 14 años no debiera generar demasiada controversia. Es verdad que cualquier política que afecte la privacidad de los individuos —especialmente de los menores de edad— debiera ser una solución de última instancia. Pero ante la innegable realidad de que en muchos delitos contra las personas y la propiedad participan menores, tampoco ayuda rasgar vestiduras y comportarse como si todos los menores de edad fueran blancas palomas —frase desafortunada, por cierto, cuando se usa desde el oficialismo.

Ahora bien, el problema con ampliar el control de identidad está en que se puede prestar para abusos. De ahí que sea fundamental que, de la mano con esa iniciativa, el gobierno emprenda una reforma modernizadora en Carabineros. Los escándalos de corrupción y los casos de abuso en años recientes han erosionado la confianza de la ciudadanía en la institución. Si la gente sospecha que hay un número preocupantemente alto de carabineros que pudieran abusar de su poder, el control preventivo de identidad producirá más daño que bien.

Para que la democracia funcione, se necesita una fuerza de policía que goce de la confianza de la ciudadanía y que sea respetada por todos. Cuando no es así o cuando se producen casos de abusos, significa que no está funcionando bien. Por eso, no es bueno hablar de ampliar las atribuciones del control preventivo y extenderlo a mayores de 14 años sin también explicitar cómo se mejorará la reputación de Carabineros.

El gobierno está en lo correcto al hacerse cargo de la preocupación ciudadana por la impunidad con la que actúan muchos delincuentes. La sensación de inseguridad es real y presente en muchas personas en el país —incluidos muchos chilenos con menos recursos que son los que más sufren como víctimas de la delincuencia. Pero no debiera descartar las críticas que ha recibido por su propuesta para ampliar el control preventivo de identidad como un reclamo injustificado de una izquierda que ha perdido el contacto con la ciudadanía. Hay buenas razones para creer que, si se implementa mal, esta medida tendrá nulo efecto en reducir la delincuencia. Es más, los costos de esta medida en términos de exclusión, estigmatización y marginalización de jóvenes en riesgo social será muy alto.

Pero si el gobierno ni siquiera se preocupa por eso, dado que no tiene mayoría en el Congreso, La Moneda debiera demostrar mayor predisposición a negociar con la izquierda, de forma tal que los carabineros tengan mejores herramientas para combatir y prevenir la delincuencia. Después de todo, lo que los chilenos quieren es sentirse más seguros, no ver un nuevo enfrentamiento entre el gobierno y la oposición. Porque el gobierno de Piñera debe demostrar que es capaz de construir mayorías para pasar sus reformas, la propuesta de ampliar el control preventivo debiera hacerse con disposición a aceptar modificaciones constructivas que propongan aquellos que controlan la mayoría en el Congreso.

Fuente: El Líbero (Santiago, Chile)