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25.01.19

Venezuela globalizó su tragedia

Veintiséis nuevas víctimas mortales, decenas de heridos y centenares de detenidos es el saldo trágico de la movilización ciudadana. La respuesta gubernamental: represión. La movilización promovida desde el chavismo no se compara con la pueblada opositora. El 95% de la población de las Américas desconoce a Maduro a través de las diferentes expresiones de gobiernos que reconocieron la asunción presidencial interina de Guaidó.
Por Hugo Machín Fajardo

La crisis humanitaria en Venezuela intempestivamente se globalizó el pasado miércoles 23 de enero, luego que centenares de miles de ciudadanos se volcaron a las calles del país, especialmente en Caracas, en un formidable repudio a la tiranía de Nicolás Maduro y en apoyo al emergente Juan Guaidó en su carácter de presidente interino al presidir la Asamblea Nacional.

Veintiséis nuevas víctimas mortales, decenas de heridos y centenares de detenidos es el saldo trágico de la movilización ciudadana. La respuesta gubernamental: represión.

La movilización promovida desde el chavismo no se compara con la pueblada opositora.

El 95% de la población de las Américas desconoce a Maduro a través de las diferentes expresiones de gobiernos que reconocieron la asunción presidencial interina de Guaidó.

La comunidad regional representada en la OEA solidificó su postura de rechazo a la tiranía en su sesión del Consejo Permanente ocurrida el 24 de enero. El BID sumó su reconocimiento a Guaidó, aumentando el aislamiento de Maduro y la cúpula de Miraflores.

La Unión Europea, a través del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, el miércoles 23 también apoyó el gobierno de transición encabezado por Guaidó y espera que: “toda Europa se una en apoyo a las fuerzas democráticas en Venezuela (…) A diferencia de Maduro, la asamblea parlamentaria, incluido Juan Guaidó, tiene un mandato democrático de ciudadanos venezolanos”. Al día siguiente, jueves 24, el Reino Unido declaró a Maduro como un “líder ilegitimo”.

Injerencias según quién. México, China y Rusia apoyan a Maduro con el argumento del “principio de no injerencia en los asuntos internos políticos de los demás países”. Sin embargo, los tres países no consideran injerencia la cooptación de la inteligencia militar venezolana por oficiales de los servicios de inteligencia cubana, como está probado y comprobado con la presencia de militares cubanos también en la represión que actualmente se ejerce en Nicaragua.

La “verdad de la milanesa china”, dirían en cualquier barrio rioplatense, es que Pekín quiere asegurarse su dinero por encima de cualquier consideración humanitaria. A septiembre de 2018, la BBC, citando diferentes fuentes, situaba el valor total de los préstamos de China a Venezuela durante la última década entre los USD 50.000 millones y los 70.000 millones calculados por Ecoanalítica, una de las más importantes firmas de asesoría economía y financiera del país caribeño. El pago venezolano es diario mediante barriles de petróleo. De cada tres nuevos barriles de petróleo que se demandan en el mundo, dos son de China.

Sobre la alarma de Putin respecto a injerencias, habría que preguntarle a los chechenos y ucranianos.

Las posiciones de Bolivia, El Salvador, México, Nicaragua, algún país caribeño que recibe petróleo venezolano y, para mi vergüenza, Uruguay, deben desglosarse entre supuestas afinidades ideológicas y negocios no trasparentes entre el chavismo y algunos gobernantes de esos países.

El sábado 26 se cumplen las 72 horas de plazo dado por Maduro al gobierno de Estados Unidos para retirar su personal de la embajada en Caracas luego de anunciar la ruptura total de relaciones entre ambos países. ¿Tomará medidas al respecto Maduro?

El 23 de enero de 1958 fue derrocada la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Sesenta años después, tras años de acotamiento del Estado de Derecho, Venezuela sufre una crisis humanitaria que expulsó del país a tres millones de ciudadanos; una escasez insoportable; inseguridad al tope en el mundo; inflación que desafía la capacidad de calibrarla. Subió 144,2% en noviembre pasado, con lo cual el índice anualizado se situó en 1.299.724% – es decir que un objeto que cuesta $1 dólar pasa a costar casi $130.000. Es urgente que inicie una nueva transición democrática.