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22.10.18

Apoyo a la campaña «¿Encarcelados por qué?»

Alcanza la categoría de cinismo esgrimir sin miramientos que en Cuba no hay presos políticos. Eso es, en un país donde hay un solo partido y un único discurso, el del poder totalitario, es natural que muchos no se sientan representados por tal propuesta y por tanto discrepen, y más que eso, se opongan enérgicamente en aras de enmendar tales males.
Por Librado Linares García

El día 16 de octubre se lanzó en la sala del Consejo Económico y Social (Ecosoc) de la organización de las Naciones Unidas con sede en New York, la campaña Encarcelados por qué, que aboga por la liberación de los presos políticos cubanos, y la reacción del régimen castrista no se hizo esperar. Como siempre, utilizaron el proceder habitual para estos casos: la diplomacia de solar. Cuando uno repasa la historia de los últimos 60 años puede apreciar sin esfuerzos las extendidas redes que ha creado la Dirección General de la Inteligencia (DGI) cubana y su eficacia en articular infraestructuras institucionales que sirvan de caja de resonancia de los designios de la Habana, en este caso estaban convocados 22 representantes de nueve organizaciones radicadas, nada más y nada menos, que en suelo estadounidense y 11 gobiernos cómplices. ¿De qué mundo unipolar hablan? si hasta los regímenes irrespetuosos con la dignidad humana, como el cubano, tienen su público.

Alcanza la categoría de cinismo, esgrimir sin miramientos que en Cuba no hay presos políticos. Eso es, en un país donde hay un solo partido y un único discurso: el del poder totalitario, es natural que muchos no se sientan representados por tal propuesta y por tanto discrepen, y más que eso, se opongan enérgicamente en aras de enmendar tales males, generando la propensión de muchos a ingresar al presidio: los 130 reos políticos que existen actualmente en nuestro país son un ejemplo elocuente.

Otro de los ardides de los voceros del establishment para justificar las violaciones flagrantes de los Derechos Humanos en nuestro país es aducir que en los Estados Unidos existe un panorama mucho peor; osea poner en términos relativos la cuestión, y con ello levantar una cortina de humo entorno al pésimo cuadro que tenemos. La perfección no existe, pero recordemos que la unión norteamericana de 325 millones de habitantes es considerada la Nación Universal (vanguardia del prototipo de como viviremos los terrícolas en el futuro cuasi-inmediato) donde la pluralidad de todo tipo alcanza su máxima expresión, en un contexto de convivencia civilizada y prosperidad, así pues: tienen un PIB per cápita (PPA) de 62507 USD, así como un IDH de 0.920 (2016).

Aplicando un método que por su pragmatismo se suele utilizar en estos casos: el de prueba y error, podemos concluir que de Cuba quieren huir muchos y en especial los jóvenes y en el vecino del norte pretenden asentarse millones de todas partes del mundo. Por eso toda discursiva debe constatarse en la práctica. La retórica por la retórica es cosa de demagogos; como me dijo un vecino: bla, bla, bla…

Considero, que a la luz de los últimos pleitos de perros en que los castristas han convertido a cónclaves de primer nivel mundial y regional, la comunidad de gobiernos e instituciones amantes de la democracia y la libertad deben coaligarse para precisar reglas claras y aseguramientos efectivos para el cumplimiento de las misma, de modo que se pueda hacer frente con eficacia a envestidas como éstas.

En los Estado Unidos hay un Estado de Derecho y en consecuencia se pueden realizar marchas en las calles, escribir en los periódicos, demandar en un sistema de justicia imparcial e independiente y demás, para que haya que soportarles a los peones del totalitarismo, espectáculos como éste. Uno de los desafíos que tendrá que enfrentarse en el futuro proyecto democrático cubano, es que hay una parte, por suerte cada vez menor, de la clase política del castrismo, que considera dichos comportamientos como una heroicidad.