¿Cómo puede retroceder tanto la democracia en Brasil y en la región?
Es casi seguro que Bolsonaro triunfe el 28 de octubre. Entre otros motivos porque el PT que, en su primera etapa, usufructuando las condiciones internacionales favorables, generó enormes cambios en distribución del ingreso y reducción de pobreza a millones de ciudadanos se corrompió. Y, en lugar de realizar acuerdos basados en una revisión sincera de sus delitos, con el centro del espectro político, se volcó más a la izquierda evidenciando su tozudez ideológica.Por Hugo Machín Fajardo
Hitler fue aceptado en 1933 por la ciudadanía alemana sin que hubiera un conocimiento real de su proyecto inhumano. Casi un siglo después del irresistible ascenso de Hitler, un ex capitán de Brasil, expulsado por indisciplina del ejército, Jair Bolsonaro, obtuvo el 46% de los votos equivalentes a casi 50 millones de ciudadanos brasileños que, con mayor o menor información, conocen las despreciables ideas de esta persona.
El ya casi seguro presidente de Brasil ha ofendido a su hija y a las mujeres en general; a los negros, que, según él, solo sirven para procrear; ha despreciado a quienes tengan una opción sexual diferente a la suya; ha rechazado a los extranjeros, por eso anuncia cierre de fronteras. Ha prometido la libre portación de armas de los ciudadanos para ajustar cuentas con la delincuencia. Y, además, ha expresado su admiración por los torturadores y violadores de derechos humanos de la dictadura brasileña (1964 -1985).
En la campaña electoral, su hijo Eduardo, electo diputado, anunció que Brasil invadiría a Venezuela para eliminar el narco gobierno de Nicolás Maduro. En otro video grabado hace unos meses, Bolsonaro Jr. aparece rodeado de armas de guerra y pronuncia amenazas contra el dictador venezolano.
Todo parece irreal: el retroceso político y el aventurerismo de jugar con una guerra en Sudamérica. ¿Puede retroceder tanto la democracia en Brasil y en la región?
Las viudas del PT de Brasil corren a convencer a la mayoría ciudadana brasileña de que están en un error. Manuel Castells, el sociólogo más prestigioso de España, escribe una carta abierta "A los intelectuales del mundo" para que ayuden a reflexionar a los brasileños sobre el riesgo que supone Bolsonaro, porque -dixit- el problema no es el PT, aunque tibiamente admite que se haya desprestigiado por haber participado en la corrupción. Castells dejó pasar años en los que pudo aplicar se lúcida crítica y reclamar duramente el desvarío del PT, y de otros gobiernos populistas latinoamericanos, todos untados por la corrupción. No fue así. Hace apenas dos años, Castells exhortaba a los socialistas españoles a encontrar en sus compatriotas de Podemos y en el Socialismo del siglo XXI -de Maduro, Rafael Correa y Luiz Inácio Lula da Silva- el verdadero camino popular. Es decir, corruptos, como algunos de los dirigentes de Podemos seducidos por los petrodólares de la narcodictadura venezolana que suicida presos políticos; sumados a incursos en otras modalidades delictivas, podían ser buenos guías para el profesor español.
La arrogancia de Castells es tal que le permite aconsejar a los millones de brasileños que votaron por Bolsonaro a que no repitan y pasa de agache respecto al retroceso democrático monumental exportado desde el Brasil del PT para toda Latinoamérica.
En Brasil, el domínico Frei Betto, ex asesor del PT y crítico desde la izquierda de los gobiernos petistas, no obstante, cuestiona la detención del ex presidente Lula y añadía antes de la desautorización judicial a Lula para ser candidato, que "La mayoría del pueblo brasileño está dispuesta a elegirlo presidente por tercera vez".
Chico Buarque, Gilberto Gil y Caetano Veloso, también firman en estos días una carta en el mismo sentido que Castells. No hace un año que el creador de "Oh ¿qué será?", defendía al PT desde la dudosa óptica del empate delincuencial, al sostener que también el "Partido de la Social Democracia Brasileña es bandido". La diferencia de que haya bandidos en un partido político, con el PT, es que este hizo del bandidismo una forma de gobernar. Gil, en un video grabado en apoyo a la candidata del PT a la vicepresidencia, la comunista Manuela d´Ávila (PCdB), no hizo mucho más que un juego de palabras sobre Lula: "es un preso político y es también un político preso" para agregar que el reclamo de libertad para el ex presidente "si no es plenamente, por lo menos es parciamente justificado". La verdad, no se percibió muy convincente. Igualmente Veloso, quien en otro video publicitario simplemente se declaró feliz.
Hay más. El canciller uruguayo Rodolfo Nin Novoa había dicho antes de la elección que deseaba el error de las empresas encuestadoras que daban a Bolsonaro como triunfador y una ministra, al conocer la diferencia entre Bolsonaro y el candidato del PT, Fernando Haddad (26 %) twitteó: "Lo que sucede cuando la política deja de ser limpia y transparente y cuando la ética se mancha. Viene lo peor disfrazado de antisistema". Cero análisis.
Ninguna de estas viudas del PT analiza detenidamente y se pronuncia sobre tres aspectos:
1) La democracia permite la rotación en las urnas y si el gobierno de Bolsonaro es realmente como puede presumirse a partir de sus discursos, en 2022, la ciudanía brasileña podrá votar por otra opción para presidir el país. Esto debería ir naturalmente unido a dos aspectos: una sincera autocrítica sobre como Lula y el PT defraudaron la esperanza de millones y desarmaron los logros que hubo en el primer gobierno de Lula; al trabajo partidario de un PT que obtuvo algo más del 10% de las bancas, esto es la primera minoría en un parlamento sumamente fragmentado, donde Bolsonaro cuenta con 4 senadores. Construir una oposición racional, es fundamental para la vida democrática.
2) Asumir que el PT mediante la corrupción iniciada con el mensalão continuada con LavaJato (Petrobras) y coronada por Odebrecht, inficionó a toda Latinoamérica de su propia degradación democrática y contribuyó a la violación de los DDHH de millones de seres: la corrupción afecta los derechos de la salud, vivienda y educación de los más pobres de nuestros países. Se estima que entre 2004 y 2012, cerca de 8,000 millones de dólares fueron licuados por esta red criminal que operó en toda América Latina.
3) Que el PT, con Lula y Dilma a la cabeza, sustentó -sin desconocer las importantes diferencias que existen entre ellos y el binomio Maduro/Ortega- los regímenes dictatoriales de Venezuela y Nicaragua que hoy siguen reprimiendo, torturando y asesinando en las calles a los ciudadanos de ambos países.
La encuesta de Ibope conocida el pasado lunes 15 de octubre adjudica una intención de voto del 59% al anodino concejal y diputado durante tres décadas, hoy candidato de millones de brasileños; y un 41% al ex alcalde de San Pablo.
Bolsonaro no tiene propuesta económica sólida ni ha definido una política comercial internacional, salvo anunciar un cierre de fronteras -admira a Donald Trump- y genéricos anuncios proteccionistas, que no difieren mucho de la práctica seguida por el PT respecto a Uruguay, por ejemplo, a quien se le adjudica el mote de "enano quejoso" del Mercosur.
Sus anuncios no concilian con su futuro ministro de Economía, un exbanquero ultra liberal Paulo Guedes, partidario de privatizar las empresas estatales entre ellas la emblemática Petrobras. Guedes es investigado por el Ministerio Público sobre supuestas irregularidades vinculadas a fondos de inversión.
¿Por qué es casi seguro su triunfo el 28 de octubre? Porque el PT que, en su primera etapa, usufructuando las condiciones internacionales favorables, generó enormes cambios en distribución del ingreso y reducción de pobreza a millones de ciudadanos se corrompió. Y, en lugar de realizar acuerdos basados en una revisión sincera de sus delitos, con el centro del espectro político, se volcó más a la izquierda evidenciando su tozudez ideológica.
Bolsonaro agrupó una heterogénea multiplicidad de partidos y personas que incluyó hasta un actor porno, que arrasó en San Pablo como diputado más votado por el Partido Social Liberal (PSL), encabezado el ex capitán reservista. También sectores del agro y las iglesias cristianas constituyen una parte sustancial de su electorado.
En abril pasado, el ex futbolista argentino Diego Maradona dijo a CNN que Cristina Fernández de Kirchner debía retornar al gobierno de su país, que había hablado con Maduro y "estaba bárbaro, lo veo fuerte" y que hay una "conspiración internacional" detrás de la detención de Lula. Eso también es el mundo actual: que Maradona y Castells coincidan en sus visiones de Latinoamérica.
Hitler fue aceptado en 1933 por la ciudadanía alemana sin que hubiera un conocimiento real de su proyecto inhumano. Casi un siglo después del irresistible ascenso de Hitler, un ex capitán de Brasil, expulsado por indisciplina del ejército, Jair Bolsonaro, obtuvo el 46% de los votos equivalentes a casi 50 millones de ciudadanos brasileños que, con mayor o menor información, conocen las despreciables ideas de esta persona.
El ya casi seguro presidente de Brasil ha ofendido a su hija y a las mujeres en general; a los negros, que, según él, solo sirven para procrear; ha despreciado a quienes tengan una opción sexual diferente a la suya; ha rechazado a los extranjeros, por eso anuncia cierre de fronteras. Ha prometido la libre portación de armas de los ciudadanos para ajustar cuentas con la delincuencia. Y, además, ha expresado su admiración por los torturadores y violadores de derechos humanos de la dictadura brasileña (1964 -1985).
En la campaña electoral, su hijo Eduardo, electo diputado, anunció que Brasil invadiría a Venezuela para eliminar el narco gobierno de Nicolás Maduro. En otro video grabado hace unos meses, Bolsonaro Jr. aparece rodeado de armas de guerra y pronuncia amenazas contra el dictador venezolano.
Todo parece irreal: el retroceso político y el aventurerismo de jugar con una guerra en Sudamérica. ¿Puede retroceder tanto la democracia en Brasil y en la región?
Las viudas del PT de Brasil corren a convencer a la mayoría ciudadana brasileña de que están en un error. Manuel Castells, el sociólogo más prestigioso de España, escribe una carta abierta "A los intelectuales del mundo" para que ayuden a reflexionar a los brasileños sobre el riesgo que supone Bolsonaro, porque -dixit- el problema no es el PT, aunque tibiamente admite que se haya desprestigiado por haber participado en la corrupción. Castells dejó pasar años en los que pudo aplicar se lúcida crítica y reclamar duramente el desvarío del PT, y de otros gobiernos populistas latinoamericanos, todos untados por la corrupción. No fue así. Hace apenas dos años, Castells exhortaba a los socialistas españoles a encontrar en sus compatriotas de Podemos y en el Socialismo del siglo XXI -de Maduro, Rafael Correa y Luiz Inácio Lula da Silva- el verdadero camino popular. Es decir, corruptos, como algunos de los dirigentes de Podemos seducidos por los petrodólares de la narcodictadura venezolana que suicida presos políticos; sumados a incursos en otras modalidades delictivas, podían ser buenos guías para el profesor español.
La arrogancia de Castells es tal que le permite aconsejar a los millones de brasileños que votaron por Bolsonaro a que no repitan y pasa de agache respecto al retroceso democrático monumental exportado desde el Brasil del PT para toda Latinoamérica.
En Brasil, el domínico Frei Betto, ex asesor del PT y crítico desde la izquierda de los gobiernos petistas, no obstante, cuestiona la detención del ex presidente Lula y añadía antes de la desautorización judicial a Lula para ser candidato, que "La mayoría del pueblo brasileño está dispuesta a elegirlo presidente por tercera vez".
Chico Buarque, Gilberto Gil y Caetano Veloso, también firman en estos días una carta en el mismo sentido que Castells. No hace un año que el creador de "Oh ¿qué será?", defendía al PT desde la dudosa óptica del empate delincuencial, al sostener que también el "Partido de la Social Democracia Brasileña es bandido". La diferencia de que haya bandidos en un partido político, con el PT, es que este hizo del bandidismo una forma de gobernar. Gil, en un video grabado en apoyo a la candidata del PT a la vicepresidencia, la comunista Manuela d´Ávila (PCdB), no hizo mucho más que un juego de palabras sobre Lula: "es un preso político y es también un político preso" para agregar que el reclamo de libertad para el ex presidente "si no es plenamente, por lo menos es parciamente justificado". La verdad, no se percibió muy convincente. Igualmente Veloso, quien en otro video publicitario simplemente se declaró feliz.
Hay más. El canciller uruguayo Rodolfo Nin Novoa había dicho antes de la elección que deseaba el error de las empresas encuestadoras que daban a Bolsonaro como triunfador y una ministra, al conocer la diferencia entre Bolsonaro y el candidato del PT, Fernando Haddad (26 %) twitteó: "Lo que sucede cuando la política deja de ser limpia y transparente y cuando la ética se mancha. Viene lo peor disfrazado de antisistema". Cero análisis.
Ninguna de estas viudas del PT analiza detenidamente y se pronuncia sobre tres aspectos:
1) La democracia permite la rotación en las urnas y si el gobierno de Bolsonaro es realmente como puede presumirse a partir de sus discursos, en 2022, la ciudanía brasileña podrá votar por otra opción para presidir el país. Esto debería ir naturalmente unido a dos aspectos: una sincera autocrítica sobre como Lula y el PT defraudaron la esperanza de millones y desarmaron los logros que hubo en el primer gobierno de Lula; al trabajo partidario de un PT que obtuvo algo más del 10% de las bancas, esto es la primera minoría en un parlamento sumamente fragmentado, donde Bolsonaro cuenta con 4 senadores. Construir una oposición racional, es fundamental para la vida democrática.
2) Asumir que el PT mediante la corrupción iniciada con el mensalão continuada con LavaJato (Petrobras) y coronada por Odebrecht, inficionó a toda Latinoamérica de su propia degradación democrática y contribuyó a la violación de los DDHH de millones de seres: la corrupción afecta los derechos de la salud, vivienda y educación de los más pobres de nuestros países. Se estima que entre 2004 y 2012, cerca de 8,000 millones de dólares fueron licuados por esta red criminal que operó en toda América Latina.
3) Que el PT, con Lula y Dilma a la cabeza, sustentó -sin desconocer las importantes diferencias que existen entre ellos y el binomio Maduro/Ortega- los regímenes dictatoriales de Venezuela y Nicaragua que hoy siguen reprimiendo, torturando y asesinando en las calles a los ciudadanos de ambos países.
La encuesta de Ibope conocida el pasado lunes 15 de octubre adjudica una intención de voto del 59% al anodino concejal y diputado durante tres décadas, hoy candidato de millones de brasileños; y un 41% al ex alcalde de San Pablo.
Bolsonaro no tiene propuesta económica sólida ni ha definido una política comercial internacional, salvo anunciar un cierre de fronteras -admira a Donald Trump- y genéricos anuncios proteccionistas, que no difieren mucho de la práctica seguida por el PT respecto a Uruguay, por ejemplo, a quien se le adjudica el mote de "enano quejoso" del Mercosur.
Sus anuncios no concilian con su futuro ministro de Economía, un exbanquero ultra liberal Paulo Guedes, partidario de privatizar las empresas estatales entre ellas la emblemática Petrobras. Guedes es investigado por el Ministerio Público sobre supuestas irregularidades vinculadas a fondos de inversión.
¿Por qué es casi seguro su triunfo el 28 de octubre? Porque el PT que, en su primera etapa, usufructuando las condiciones internacionales favorables, generó enormes cambios en distribución del ingreso y reducción de pobreza a millones de ciudadanos se corrompió. Y, en lugar de realizar acuerdos basados en una revisión sincera de sus delitos, con el centro del espectro político, se volcó más a la izquierda evidenciando su tozudez ideológica.
Bolsonaro agrupó una heterogénea multiplicidad de partidos y personas que incluyó hasta un actor porno, que arrasó en San Pablo como diputado más votado por el Partido Social Liberal (PSL), encabezado el ex capitán reservista. También sectores del agro y las iglesias cristianas constituyen una parte sustancial de su electorado.
En abril pasado, el ex futbolista argentino Diego Maradona dijo a CNN que Cristina Fernández de Kirchner debía retornar al gobierno de su país, que había hablado con Maduro y "estaba bárbaro, lo veo fuerte" y que hay una "conspiración internacional" detrás de la detención de Lula. Eso también es el mundo actual: que Maradona y Castells coincidan en sus visiones de Latinoamérica.