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19.07.18

El «por favor exporten» de Macri es un ruego, no es un programa

(TN) El país tiene que dar un salto exportador, no cabe duda: desde 2011 hasta hoy no ha dejado de retroceder en ese terreno, y ello explica en gran medida la falta de divisas que padecemos. Pero convertir esta necesidad en una misión, una causa detrás de la cual se movilicen la opinión pública y los actores colectivos no se va a lograr hablando con el corazón, ni con una fórmula aspiracional abstracta, requiere de más iniciativa y más programa.
Por Marcos Novaro

(TN) La muy promovida conferencia de prensa del presidente Mauricio Macri no trajo anuncios de ningún tipo. Ni sobre cambios en el gabinete, que siguen discutiéndose en los pasillos, ni sobre medidas de gobierno para revertir la crisis. Así que dejó gusto a poco. ¿Es un error malgastar oportunidades como esta para mostrar al gobierno activo y con iniciativas, o es suficiente con que él se mantenga en el centro de la escena, a la espera que las medidas ya tomadas den sus frutos?

Algunos han valorado la conferencia y el tono utilizado porque supuestamente sirvieron para mostrar a Macri al pie del timón, en medio de la tormenta. Puede que un poco de razón tengan: no estuvo mal para transmitir tranquilidad, poner algo de sensatez en un ambiente muy contaminado de catastrofismo y ansiedad. Y hacerlo con el mínimo esfuerzo, sin sobreactuación y dejando al tiempo hacer su trabajo, como a él le gusta.

Aunque esa receta tiene también su costado problemático: ¿no cree acaso el Presidente que haya que hacer mucho más para salir del remolino de la crisis?, ¿es que le faltan ideas, o las tiene pero le cuesta traducirlas en medidas concretas? Sea por un motivo o por el otro, corre el riesgo de ofrecer una imagen de pasividad, de estar perdiendo el tiempo y hablando de un futuro abstracto en vez de ocuparse más en serio y concretamente de resolver el presente.

Atendamos ante todo al hecho de que no lo hace porque sí, hay una experiencia acumulada y una forma de ver las cosas que lo llevan a actuar así.

Para empezar, porque sigue viendo la crisis en curso como un episodio no muy distinto de los muchos que debió enfrentar desde que llegó al gobierno, y que superó con su método minimalista, evitando la ciclotimia y la histeria que agitan y confunden los ánimos de quienes están todo el día prendidos a las noticias, el llamado “círculo rojo”. Además, cree que con lo que su gobierno ya hizo debería alcanzar para rumbear a aguas más calmas. Y de lo que se trata ahora es de esperar.

Por otro lado, estima que mostrarse mucho más activo tendría efectos perjudiciales, porque concentraría excesivamente la atención en la capacidad del gobierno de revertir la situación, y dado que ella no puede en lo inmediato revertirse, lo cargaría con el peso de expectativas imposibles de satisfacer, y las consecuentes decepciones, sin ningún beneficio.

Esto último es bastante atendible: le evita seguir pisando el palito del “segundo semestre”. Pero el primer punto, la homologación entre la crisis actual y situaciones problemáticas del pasado, puede que sea un error, y uno bastante serio.

La crisis que enfrentamos tiene poco que ver con el tipo de problemas que hasta aquí tuvo que administrar el macrismo. Más bien ella es justamente consecuencia del modo en que el macrismo administró las coyunturas problemáticas y dificultades previas: pateándolas para adelante. Cosa que ya no tiene margen para seguir haciendo. Y la pregunta que se desprende por lo tanto es si no está fallando con su diagnóstico de la situación, si más que un problema de comunicación, lo que expresa su conferencia de prensa “minimalista” no es un déficit de estrategia.

En el punto cardinal del discurso presidencial esta dificultad quedó bien a la vista: fue el tema mejor elegido, y al mismo tiempo el que más dudas dejó de su intervención.

Macri apostó a la “salida exportadora”, tanto para justificar la reducción de retenciones al agro, como en la referencia a los demás sectores que su gobierno pretende privilegiar: minería, en particular litio, automóviles, turismo, etc. Pero esa apuesta se expresó en un mero ruego, “por favor exporten”, sin ninguna referencia a medidas concretas dirigidas a hacerla efectiva. Ni siquiera a las medidas que sectorialmente en algunos casos existen, y sería oportuno que el público conozca mejor.

El país tiene que dar un salto exportador, no cabe duda: desde 2011 hasta hoy no ha dejado de retroceder en ese terreno, y ello explica en gran medida la falta de divisas que padecemos. Pero convertir esta necesidad en una misión, una causa detrás de la cual se movilicen la opinión pública y los actores colectivos no se va a lograr hablando con el corazón, ni con una fórmula aspiracional abstracta, requiere de más iniciativa y más programa. Respecto a los cuales no cuenta el recaudo de no generar excesivas expectativas: es hacer lo que hay que hacer.

Fuente: TN (Buenos Aires, Argentina)