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18.07.18

El Consejo Nacional de la Magistratura del Perú: ¿Vamos a volver a tropezar con la misma piedra?

(La Mula) El mecanismo de las elecciones corporativas, no solo ha llevado a que el CNM haya estado conformado en gran parte, desde su creación, por personas incompetentes y/o corruptas, sino que ni siquiera ha permitido erigir un muro entre la justicia de la política.
Por Francisco Belaunde Matossian

(La Mula) El Consejo Nacional de la Magistratura del escándalo es el producto del actual mecanismo de designación de sus miembros a través, no de la meritocracia, sino de elecciones corporativas.  

El criterio sobre el que descansa ese sistema, en la práctica, es que es más importante la “representatividad” que la calidad profesional y moral para pertenecer a esa institución. Se estima que determinados sectores de la sociedad deben tener un lugar en la entidad a través de sus representantes, los cuales, antes que competentes y honestos, tienen que cumplir con el requisito principal: haber sido elegidos democráticamente por sus colegas.

Esos sectores de la sociedad son, en primer lugar, los abogados como actores del sistema de justicia, así como los ingenieros, médicos, contadores y los demás profesionales que cuentan con organismos gremiales reconocidos por Ley.

En segundo término, se considera que el mundo académico también debe tener un sitio en el CNM. Por lo tanto, los rectores de las universidades, públicas y privadas, son llamados a elegir en votación secreta a sus representantes.

Asimismo, se estima que, a los profesionales de la justicia que son los jueces y fiscales, también les corresponde ser parte del organismo que los nombra, los asciende, los ratifica y los sanciona. Sus representantes son elegidos en votación secreta por los integrantes de la Corte Suprema y la Junta de Fiscales Supremos.

Detrás de tal tinglado está también la idea, válida por cierto, de evitar la injerencia política en el sistema judicial. El problema es que, como podemos constatar, esa injerencia ha ocurrido y ocurre de todos modos. Es decir, el mecanismo de las elecciones corporativas, no solo ha llevado a que el CNM haya estado conformado en gran parte, desde su creación, por personas incompetentes y/o corruptas, sino que ni siquiera ha permitido erigir un muro entre la justicia de la política. En otras palabras, no tenemos ni soga ni cabra.

Resulta entonces desconcertante que se pretenda insistir con ese modelo, más allá de que se propongan ajustes como añadir requisitos de estudios o de carrera para los postulantes, o que, en vez de los rectores de las universidades, sean los decanos de las facultades de derecho los que voten.

Lo que hay que hacer más bien es un cambio de “chip”: la preocupación principal tiene que ser la calidad moral y profesional de los miembros del CNM, no su representatividad social o corporativa o el carácter democrático de su designación. Sobre esa base, y con la plena conciencia de que no hay sistema perfecto, se tiene que escoger el mecanismo que otorgue las mayores posibilidades de que el CNM esté integrado por personas honestas y competentes, características que, por cierto, constituyen la mejor barrera contra las presiones políticas.

En ese sentido, el nombramiento mediante concurso público parece ser la mejor opción. Fernando Tuesta Soldevilla ha hecho una propuesta en ese sentido en un artículo reciente.

Sin duda, los concursos públicos pueden ser manipulados. Por eso es importante que las autoridades que los conduzcan, sean, no funcionarios más o menos anónimos del Ministerio de Justicia, por ejemplo, sino aquellas que tengan un alto perfil y, por lo tanto, que sus actos se encuentren bajo los reflectores de los medios. Tuesta propone que el comité encargado esté conformado por el presidente de la Corte Suprema, el Fiscal de la Nación, el Defensor del Pueblo, el Contralor General de la República y el presidente del Tribunal Constitucional. Todos ellos son cabezas de organismos autónomos. Podría añadirse al presidente del Banco Central de Reserva. Es cuestión de debatir al respecto.

Un aspecto positivo del escándalo que envuelve al CNM es, no solo que se haya puesto en evidencia la corrupción que lo afecta, sino también que, en adelante, esa entidad tan decisiva para nuestra viabilidad como país, esté en el radar de muchas más personas que antes, y, por lo tanto sea objeto de una mayor vigilancia de los medios y de los ciudadanos.

Ciertamente, todos los actuales consejeros y sus suplentes tienen que ser cesados. El CNM tiene que ser refundado. En ese punto, los ciudadanos tenemos que ser intransigentes y hacerlo saber en la calle.

Fuente: La Mula (Perú)