Artículos

14.02.18

Eugenio Zaffaroni, con su sospecha (y deseo) de que se pudre todo

(TN) Se trata simplemente de alguien que ya no está en pleno uso de sus facultades, y sin embargo es requerido permanentemente a dar su opinión por quienes siguen viéndolo como una luminaria sin par. Encima ejerciendo una función internacional que es de las pocas con lustre que quedan en manos de su grupo.
Por Marcos Novaro

(TN) Ni siquiera se animó a ser categórico y bancársela. “Nos encontramos frente a una grave emergencia o a la inminencia de una grave emergencia”, sentenció, logrando ser a la vez tan ambiguo como catastrófico, algo ya de por sí bastante insólito. Y así podría haber seguido: “sospecho, intuyo, fantaseo con que se pudre todo, háganme caso, por las dudas”. Muy poco convincente.

Tampoco en el remedio que hace falta fue preciso: “Puede ser que se vayan en 2019 (hablando de Macri y su gestión, claro)... total hay un año de diferencia, pero esto nos está llevando a una catástrofe social… Que se vayan con un procedimiento constitucional de juicio político, no sé, o que saquen el pie del acelerador o de lo contrario vamos a tener un serio problema". ¿Vamos a tener un “serio problema” o lo tenemos ya? Si alcanza con que “saquen el pie del acelerador” ¿todo se reduce a un problema de velocidades? Lo único que se entendió fue “no sé”. La verdad, dio la impresión de que no lo tiene bien pensado.

Las evidencias que reunió el Dr. Raúl Zaffaroni para sostener su argumento sobre la catástrofe que no se sabe si ya tenemos encima, está por venir o podría venir si no le hacemos caso, no se sabe tampoco en qué, por último, no le ayudaron mucho a aclarar sus ideas: “Estoy preocupado, veo una seguidilla. Primero, los gremialistas son corruptos; segundo, el decreto de nepotismo; tercero, la idiotez de que quiero dar un golpe de Estado; cuarto, lo del policía con el muchacho; quinto, Durán Barba con la pena de muerte… Cuidado”. Peras con manzanas y alcornoques, todo mezclado. ¿De qué cuernos habla?, ¿hacia dónde apuntaría esta secuencia tan inconexa que llama “seguidilla”, y en la que nada se sigue de lo anterior más que en su fantasía?

En suma cabría preguntarse: ¿hay que tomarse en serio lo que dice este ex juez de la Corte Suprema y ex referente intelectual y jurídico del gobierno argentino? No, claramente no hay que hacerlo. Es puro bla bla.

Con esa idea en mente es que había decidido, hasta su insistencia de estos días, no dedicar ni medio minuto a las burradas que viene propalando el buen doctor. Lo que dice no tiene asidero alguno y desde que el kirchnerismo cayó derrotado en todos lados el año pasado tampoco representa a un sector de opinión muy relevante que digamos. Es parte de esos últimos chisporrotazos que también en otros terrenos se observan, fruto de un incendio que ya se apaga. Dejémoslos a su suerte.

Pero el hombre además de insistente y difícil de seguir en el hilo de su razonamiento, resulta que se las está arreglando para componer un verdadero misterio político: ¿por qué lo hace, por qué habla cada dos por tres de esta forma, para enterrarse cada vez más, quedar en ridículo y generar rechazos de casi todos lados?

Si fuera que lo manda Macri a hacerlo, reemplazando a Cristina que ya se avivó y no habla desde hace tiempo, podría entenderse. Pero no, creer algo así exigiría apostar demasiado a las visiones conspirativas y a la traición. No parece ser el caso.

Puede que le haya dado ánimos Hugo Moyano, con su reciente apreciación de que “a Macri le queda poco tiempo”. También imprecisa, pero viniendo de un poderoso sindicalista, en serio preocupante. ¡Si hasta el Wall Street Journal a continuación publicó una penosa columna donde se considera factible que el peronismo in toto impida que Macri termine su mandato! Las versiones zarpadas se estarían poniendo de moda y Zaffaroni habría querido dejar en claro que él tiene el copyright. Pero aún si lo que movió a hablar de nuevo fue la ocasión creada por otros, que tal vez creyó podría ayudarlo a abonar su tesis catastrofista, ¿no advirtieron ni él ni los líderes de su sector que les convenía lo hiciera con mínimo rigor, que tal vez era mejor no caer en el ridículo de repetir y encima hacerlo mal?

Otra posibilidad es que pese la edad. Es mucho más sencilla como explicación, por lo menos: se trata simplemente de alguien que ya no está en pleno uso de sus facultades, y sin embargo es requerido permanentemente a dar su opinión por quienes siguen viéndolo como una luminaria sin par. Encima ejerciendo una función internacional que es de las pocas con lustre que quedan en manos de su grupo. Así, quienes pretenden seguir usándolo para sus fines, no le hacen ningún favor, ni se lo hacen a sí mismos, pero ninguna de las partes parece darse cuenta, ni tampoco tener muchas otras opciones a la mano.

Más allá de lo que puedan pesar estos últimos dos factores hay también otro que ayuda: la tendencia a valorar mucho más la propia subjetividad que los datos de la realidad, y a creer por lo tanto que tarde o temprano la realidad se va a acomodar a lo que creen de ella, y no que tengan que hacer un esfuerzo inverso por entenderla mejor. Eso siempre fue así, no es de ahora, sólo que desde hace tiempo es una práctica que queda con frecuencia a la vista como un problema dado que tienen cada vez menos poder para forzar las cosas. El voluntarismo persiste, entonces, como un resabio de sus buenos tiempos, pero los lleva a cumplir el penoso rol de agoreros impotentes, una doble desgracia. Dicho lo cual, propongo que cerremos la cuestión y nos dediquemos a lo que realmente reviste interés, que es mucho y muy variado.

Fuente: TN (Buenos Aires, Argentina)