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13.12.17

OMC y demandas míticas

(7 Miradas) No debe olvidarse que toda sociedad tiene una demanda mítica. Y que cuando se la obtura, termina explotando por los lugares más insospechados generando movimientos que buscan verdades reveladas, grandes axiomas excluyentes, liderazgos místicos, etc.
Por Carlos Fara

(7 Miradas) El gobierno empezó su tercer año de mandato sabiendo que después de la borrachera electoral, iba a venir una época de noticias no tan agradables. A saber: la Argentina necesita un ajuste de proporciones que va a generar crujidos en una sociedad acostumbrada a los bálsamos. La reforma previsional va a traer dolores de cabeza, las tarifas se siguen ajustando, la inflación de diciembre se saldrá de madre, vendrán despidos en el Estado Nacional, el plan de obras públicas entrará en modo pausa, y habrá que seguir endeudándose por mucho tiempo para sostener un déficit comercial severo.

El oficialismo tiene la fuerte tentación de marcar que la Argentina volvió al mundo, cosa que es verdad y la mayoría celebra. Sin embargo, luego viene la segunda línea del relato: qué implicará eso en la economía doméstica, cómo puede modificar la vida cotidiana.

Ahí es donde las mejores explicaciones de los manuales de macro economía se acaban. La opinión pública evalúa con sus prejuicios, temores e hipocresías el devenir. A todo el mundo le gustará que haya dólares para irse de viaje al exterior y al mismo tiempo poder comprar el último Iphone sin moverse de casa. Además de que eso requiere moneda extranjera fluida, también implica entrar en una avenida de doble mano: si sale más, entra más.

Los funcionarios incluirán este aprendizaje en la larga lista del cambio cultural que parece necesitar la Argentina para adaptarse a un mundo globalizado. Eso lleva tiempo. De ahí la prédica permanente del gradualismo que, aunque parezca mentira, no es tal para muchos que están pagando los platos rotos de la fiesta. Seguirá pendiente el debate respecto de si el paso moderado es la solución argentina, o si solo posterga la salida de la crisis.

La presencia de la OMC en esta semana en Baires, más allá del caos de circulación, genera la pregunta en el ciudadano de a pie respecto a por qué tanto ruido con esto. Llama la atención que mucha gente ya lo asimile con la reunión que tendrá el G20, aunque sean cosas distintas (pero fuertes dentro de la gobernanza global).

El contexto cultural de los intereses globales genera un discurso sobre la inevitabilidad del proceso histórico, de ver esto como una oportunidad y no solo como un riesgo, de estar siempre en forma para poder competir en contextos cambiantes, de bajar costos, de mejorar siempre la calidad, de aplicar la racionalidad para encontrar nichos de mercado, etc. etc.

Como todos sabemos, la contracara de esto es Trump, Le Pen, Brexit, Alternativa para Alemania, Podemos, Cataluña, chavismo, entre otros. Algunos creen que esta puja global es entre racionales vs. populistas. Más allá de quien tenga la razón, no debe olvidarse que toda sociedad tiene una demanda mítica. Y que cuando se la obtura, termina explotando por los lugares más insospechados generando movimientos que buscan verdades reveladas, grandes axiomas excluyentes, liderazgos místicos, etc.

El discurso de la racionalidad globalizadora excluye lo mítico, ergo lo potencia, y luego no lo puede controlar. “Volvimos al mundo” es positivo y alentador. Sin embargo, hay escenarios (como la OMC o el G20) que devuelven reflexiones no computadas en el manual del “juntos”.

 

Fuente: 7 Miradas (Buenos Aires, Argentina)