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16.11.17

Honestidad y sensibilidad: ¿ejes temáticos de la campaña electoral 2019?

(El Observador) ¿De qué se hablará más en el 2019? ¿De sensibilidad o de honestidad? ¿De eliminar de una vez la pobreza o de castigar con toda severidad la corrupción? Dicho de otro modo: ¿cuál de los dos grandes bloques políticos tendrá más éxito en imponer los ejes discursivos de la campaña electoral?
Por Adolfo Garcé

(El Observador) En 2003, Alain Mizrahi tuvo la gentileza de invitarme a colaborar en el área de Opinión Pública de Grupo Radar. Tuve la suerte de trabajar con él hasta el año 2006. Aprendí mucho. Para empezar, comprendí lo difícil que es no cometer errores en el uso de una técnica de investigación tan apasionante como delicada. Pero aprendí también a entender un poco mejor a nuestra gente. Con cierta regularidad preguntábamos a los encuestados qué atributos consideraban importantes en un candidato a la presidencia. De modo invariable, una y otra vez, las respuestas más frecuentes eran las mismas: "honestidad" (en primer lugar), "sensibilidad a los problemas de la gente" (en segundo lugar). No importaba tanto "conocer los problemas del país" o "tener una formación académica sólida". La ciudadanía exigía de los candidatos virtudes simples, tan elementales como profundas, definitivamente sabias.

Hace, por tanto, más de una década que ese aprendizaje está instalado en mis enfoques. Lo considero una herramienta clave para entender la política (y no solamente en Uruguay). En su momento, me ayudó a vislumbrar por qué José Mujica (espontáneo hasta la contradicción, sensible hasta la emoción) podía imponerse en una primaria sobre Danilo Astori (el hombre de Estado, el académico serio y aplomado). Ahora, creo que puede ayudarnos a entrever posibles ejes temáticos de la próxima campaña electoral y a analizar fortalezas y debilidades de los principales actores en pugna. Se viene, creo, una campaña electoral en la que estos dos asuntos, honestidad y sensibilidad, se convertirán más que nunca en issues centrales. El partido de gobierno es más fuerte en uno de ellos. La oposición tiene ventajas competitivas en el otro. Me explico.

La cuestión de la honestidad (y de su contracara, la corrupción) siempre es tema de debate. Pero no hace falta tener mucha imaginación para darse cuenta que en la campaña que viene este asunto estará mucho más presente que en otras instancias. La razón es muy sencilla. Al menos desde fines de 2015, es decir, desde que se conocieron los resultados de la Comisión Investigadora del Senado sobre la gestión de ANCAP, se ha vuelto hablar en Uruguay (y mucho) de corrupción. Algunos hechos posteriores, en particular, las denuncias sobre los negocios de intermediación realizados por la empresa Aire Fresco en Venezuela, han reforzado las sospechas. La renuncia del vicepresidente Raúl Sendic, precipitada por el sonado asunto del uso indebido de las tarjetas de crédito de ANCAP, puso más sal en la herida. La imagen del Frente Amplio, en este aspecto tan caro para la ciudadanía, está malherida. La oposición lo sabe y tratará de sacar partido.

La cuestión de la sensibilidad (de la empatía con los que más sufren la desigualdad) es un clásico de la política uruguaya. Los caudillos que fundaron los partidos se esforzaron siempre por cuidar a sus secuentes. Colorados y blancos, frecuentemente estimulados por los partidos de izquierda, compitieron y cooperaron en la construcción del temprano y generoso (también demasiado montevideano) Estado de Bienestar uruguayo. El FA desde marzo de 2005 ha hecho un esfuerzo verdaderamente extraordinario por atender la emergencia social generada por la crisis de 2002 y por redistribuir el ingreso. No es solamente la creación del Mides y la puesta en práctica en tiempo récord del Plan de Emergencia. Es mucho más. La lucha por la igualdad es el hilo que ata la inmensa mayoría de las políticas públicas de la Era Progresista. La ciudadanía lo sabe. El FA cuenta con ello.

La oposición tiene ventajas claras en uno de los dos grandes asuntos: honestidad. El FA tiene un gran capital colocado en el otro: sensibilidad. Hoy por hoy, y pese a la severidad de la actuación del Tribunal de Conducta Política en el caso Sendic, la oposición puede hablar con más autoridad y credibilidad que el FA de honestidad. Mirado desde este punto de vista, la decisión de sancionar al intendente Agustín Bascou adoptada recientemente por el Directorio del Partido Nacional es apropiada (aunque pudo, y debió ser, más severa). El partido de gobierno puede compensar su fragilidad en un issue con su solidez en el otro. No solo puede mostrar intenciones. Podrá exhibir resultados tangibles: disminución notable de pobreza e indigencia, mejora sensible en Índice de Gini de desigualdad, crecimiento sistemático en la prioridad macroeconómica del gasto público social. También puede, dados sus excelentes credenciales en políticas sociales, prometer más y todavía ser creíble.

Desde la elección de 2004 el sistema de partidos uruguayo, según la feliz síntesis de mis colegas Daniel Buquet y Rafael Piñeiro, está en equilibrio. Existen dos mitades electoralmente parecidas y estables. De todos modos, la diferencia entre ambas, ley de Proteo mediante, ha tendido a disminuir levemente. Es sabido que un pequeño cambio en el comportamiento electoral podría generar un gran cambio político. La configuración de los ejes de la campaña será, por tanto, decisiva. ¿De qué se hablará más en el 2019? ¿De sensibilidad o de honestidad? ¿De eliminar de una vez la pobreza o de castigar con toda severidad la corrupción? Dicho de otro modo: ¿cuál de los dos grandes bloques políticos tendrá más éxito en imponer los ejes discursivos de la campaña electoral? Imposible saberlo. En todo caso, una parte del resultado electoral dependerá, como siempre, de cómo se dirima esa pulseada temática.

Fuente: El Observador (Montevideo, Uruguay)