Hipólito Solari Yrigoyen:
''Los gobernantes creen que reciben con el triunfo electoral un cheque en blanco''
Hipólito Solari Yrigoyen es abogado y doctor en Derecho y Ciencias Sociales por la UBA; diploma de Estudios Superiores en Economía Internacional en la Université de París, Sorbonne. Miembro del Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas.
Hipólito Solari Yrigoyen es abogado y doctor en Derecho y Ciencias Sociales por la UBA; diploma de Estudios Superiores en Economía Internacional en la Université de París, Sorbonne. Miembro del Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Miembro de la Comisión Internacional de Juristas (Ginebra). Es Presidente de "Nuevos Derechos del Hombre" -Internacional- ONG con status consultivo ante el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas Fue Senador de la Nación entre 1973 y 1976 y entre 1987 y 1995; Embajador Extraordinario y Ministro Plenipotenciario con la función de Embajador Itinerante de la República Argentina; Secretario de Estado y Asesor Presidencial (1983-1987). Ha escrito libros de investigación histórica y económica, derecho del trabajo y derecho internacional, sobre política nacional e internacional, entre ellos "La Dignidad Humana", trabajo de investigación sobre Derechos Humanos realizado como huésped académico del Woodrow Wilson Center (Washington, E.E.U.U.) luego actualizado y editado por EUDEBA en diciembre de 1998. Siendo Senador de la Nación fue víctima de dos atentados con artefactos explosivos, en noviembre de 1973 y en abril de 1975, ambos por parte de la "Triple A".Luego del golpe militar de 1976 sufrió un nuevo atentado contra su vida y la dictadura lo mantuvo "desaparecido" hasta que, reconocido como prisionero político sin proceso judicial, fue expulsado del país.
Gabriel Salvia: ¿Qué recuerdos le trae al cumplirse 25 años del retorno a la democracia en Argentina?
Hipólito Solari Irigoyen: Me trae el recuerdo de largas y muy duras luchas para haber logrado esa reconquista democrática que significó cerrar aquel período nefasto de preeminencia militar autoritaria que se inauguró el 6 de setiembre de 1930. Además me trae, no sólo ese recuerdo, sino también una alegría, porque la lucha que nosotros, los miembros de mi generación y de generaciones posteriores, pudimos ver el retorno a la democracia. En cambio, la generación de nuestros padres y de nuestros abuelos, que también lucharon para el regreso a las instituciones, a la vigencia constitucional y al sistema democrático, no tuvieron la alegría que nosotros tenemos. Pero la conclusión que yo saco es que la lucha no está terminada. Es decir, después del retorno a le democracia no hubo un avance lineal todo el tiempo. Hubo avances y también retrocesos y eso muestra que las nuevas generaciones que estamos conviviendo actualmente, o las generaciones que estamos conviviendo los maduros, como es mi caso con generaciones intermedias y más jóvenes, tenemos que seguir luchando para afianzar el sistema, para hacerlo avanzar, para lograr nuevas fronteras para las libertades públicas y los derechos humanos.
GS: ¿Cuál cree que es la imagen que hay hoy en los argentinos de la dictadura militar?
HSI: La imagen es la reprobación total. Realmente ese fue un período terrible para la argentina, de sangre, de dolor, de oscurantismo. En fin, todo lo que se diga es poco. Pero en política pasa como en biología, las generaciones espontáneas no existen. Es decir, no se pasó de un sistema democrático vigente, pleno, de un día para el otro hacia una dictadura, sino que la preeminencia militar en el gobierno de origen constitucional que lo precedió fue muy grande. Ellos tenían una gran cuota de poder, influenciaban enormemente al gobierno precedente, que se caracterizó además por la falta de idoneidad absoluta que tenía para ocupar el cargo la presidenta María Estela Martínez de Perón. De todas maneras nada justificaba el golpe de Estado, porque ese mal gobierno del justicialismo de aquel entonces, pésimo gobierno diría yo, que había reprimido, con el ministro de cuatro presidentes José López Rega, había convocado a elecciones, de manera que no se justificaba para nada el golpe de Estado. A la pésima presidente que gobernaba en aquel entonces se la podía haber suplantado por la voluntad popular. Eso no ocurrió, los militares, que desde ya tenían el 80 por ciento del poder antes del golpe de Estado, tomaron el otro 20% y agravaron de manera muy considerable, hasta límites inconcebibles de inhumanidad, la represión y el terrorismo de Estado.
GS: ¿Cómo se llegó a ese golpe militar y cuál fue la responsabilidad de los actores políticos de entonces?
HSI: Yo creo que hubo responsabilidad de los actores políticos desde el gobierno. Hubo un ministro del interior, el doctor Roccamora, que utilizó métodos realmente anticonstitucionales para llevar adelante la represión y combatir actos verdaderamente ilegales que ejecutaban las organizaciones armadas, que querían sustituir también la voluntad popular con el imperio de la fuerza. Había estado de sitio, todas las cárceles estaban llenas de gente. Pero, ¿quiénes caían a las cárceles? Caían algunos responsables de hecho violentos, pero después había ciudadanos perseguidos por su manera de pensar, por su oposición al gobierno. Estos ciudadanos eran totalmente ajenos a los hechos de violencia e inclusive los condenaban a veces expresamente. Hubo un período de aniquilamiento de la libertad sindical. Se aprobó una ley sindical que consagraba el verticalismo absoluto. Hay que recordarlo, la CGT podía intervenir a las federaciones disidentes, las federaciones podían intervenir a los sindicatos disidentes y los sindicatos podían quitarle el mandato a los delegados de fábricas o de empresas disidentes. Muchos sindicatos opositores fueron tomados a punta de ametralladora, como el sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba, que tenía al frente al prestigioso dirigente sindical que fue Agustín Tosco. Después, otros dirigentes sindicales como Raimundo Ongaro, que es evidente que era justicialista, estaba en la cárcel a disposición del Poder Ejecutivo sin estar acusado de nada y sin tener jueces que juzgaran su conducta, si realmente había algo para el gobierno que lo hacía pasible de eso. ¿Dónde estaba el actual canciller que es un prestigioso jurista, el doctor Taiana, en aquél entonces? Bueno, estaba preso, como tantos otros ciudadanos que eran ajenos a la violencia pero luchaban con sus propias ideas. Eso hay que reconocerlo. Además hubo una cierta continuidad. Por ejemplo, los comandantes en jefe que tenía en las tres fuerzas la señora María Estela Martínez de Perón, eran el almirante Massera, el general Videla y el brigadier Agosti. Ellos pasaron a ser los tres miembros de la junta militar. El jefe de policía que tenía la señora de Perón era el general Arguindegui, que pasó a ser el ministro del interior de la dictadura militar. Y así tantos otros ejemplos que marcaron que hombres prominentes en el golpe de Estado tenían una influencia muy grande en el gobierno de origen constitucional que lo precedió.
GS: En estos 25 años de democracia, ¿cuáles cree que son las principales fortalezas y debilidades de la misma?
HSI: La principal fortaleza sin duda es la posibilidad de expresarse a través de las elecciones. De ese gran presidente que fue Raúl Alfonsín se volvió al sistema democrático y no sólo que se volvió sino que se cambió todo una legislación autoritaria por una legislación democrática. Se quitó el enorme poder que tenían los militares, desbordante, con el cual era imposible mantener vigente a ningún gobierno democrático. Hay que recordar que el presidente Alfonsín sufrió tres intentos de golpes de Estado: el primero, el de los carapintada dirigida por un golpista profesional que tanto daño le hizo al país, que fue el señor Rico, también militar, no recuerdo el grado que tenía, pero sí recuerdo el alto grado de responsabilidad que él tuvo para atentar contra el sistema democrático. Hubo también trece paros generales de carácter desestabilizante para el gobierno. Pero a pesar de todo eso, el país avanzó y hubo realmente una democracia plena. Yo creo que hoy se le reconoce al doctor Alfonsín que, como decía la editorial de La Vanguardia de España de hace dos días, es posiblemente el único presidente argentino que puede caminar por la calle libremente; hoy no puede hacerlo por su enfermedad, pero lo hizo mientras que tuvo salud. Eso marca una cierta continuidad, pero todo se agravó considerablemente. El golpe de Estado fue nefasto, absolutamente, pero también debemos sacar una conclusión: la legitimidad de los gobiernos que son votados por el pueblo es de origen, pero después lo que el pueblo reclama es que durante todo el transcurso de mandato se gobierne también democráticamente. Porque a veces pareciera que los gobernantes creen que reciben con el triunfo electoral un cheque en blanco para después hacer lo que se les da la gana, y no es así. El pueblo los vota para que respeten y gobiernen en el marco constitucional de la Carta Magna que ellos juran respetar al asumir. Si no lo hacen así y se vuelven hegemónicos y autoritarios y fomentan la concentración del poder hasta límites anticonstitucionales van perdiendo la legitimidad.
GS: Usted sabe muy bien la solidaridad internacional que recibieron los argentinos durante la dictadura y lo importante que fue la misma. ¿Cuál cree que debería ser la política exterior en derechos humanos, como política de Estado, que debería tener la Argentina, principalmente en su relación con gobiernos que son dictaduras?
HSI: Sí, creo que el privilegio de la política exterior argentina tiene que pasar por los países que respetan fundamentalmente los derechos humanos. Eso es realmente una premisa. Lo que no creo es que deba romper relaciones con las naciones que no lo cumplen, porque el objetivo de la política internacional es tener relaciones amistosas y mutuamente provechosas con todos los países de la tierra. Pero la Argentina tiene que jugar una influencia para afianzar los derechos humanos y a los países amigos insistirle que también deben respetarlos. Se cumplieron 60 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. La declaración se llama universal porque estos son los derechos que en todo el mundo tienen que ser respetados, porque si no se respetan el hombre no puede vivir con la dignidad propia de su condición de ser humano.
Hipólito Solari Yrigoyen es abogado y doctor en Derecho y Ciencias Sociales por la UBA; diploma de Estudios Superiores en Economía Internacional en la Université de París, Sorbonne. Miembro del Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Miembro de la Comisión Internacional de Juristas (Ginebra). Es Presidente de "Nuevos Derechos del Hombre" -Internacional- ONG con status consultivo ante el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas Fue Senador de la Nación entre 1973 y 1976 y entre 1987 y 1995; Embajador Extraordinario y Ministro Plenipotenciario con la función de Embajador Itinerante de la República Argentina; Secretario de Estado y Asesor Presidencial (1983-1987). Ha escrito libros de investigación histórica y económica, derecho del trabajo y derecho internacional, sobre política nacional e internacional, entre ellos "La Dignidad Humana", trabajo de investigación sobre Derechos Humanos realizado como huésped académico del Woodrow Wilson Center (Washington, E.E.U.U.) luego actualizado y editado por EUDEBA en diciembre de 1998. Siendo Senador de la Nación fue víctima de dos atentados con artefactos explosivos, en noviembre de 1973 y en abril de 1975, ambos por parte de la "Triple A".Luego del golpe militar de 1976 sufrió un nuevo atentado contra su vida y la dictadura lo mantuvo "desaparecido" hasta que, reconocido como prisionero político sin proceso judicial, fue expulsado del país.
Gabriel Salvia: ¿Qué recuerdos le trae al cumplirse 25 años del retorno a la democracia en Argentina?
Hipólito Solari Irigoyen: Me trae el recuerdo de largas y muy duras luchas para haber logrado esa reconquista democrática que significó cerrar aquel período nefasto de preeminencia militar autoritaria que se inauguró el 6 de setiembre de 1930. Además me trae, no sólo ese recuerdo, sino también una alegría, porque la lucha que nosotros, los miembros de mi generación y de generaciones posteriores, pudimos ver el retorno a la democracia. En cambio, la generación de nuestros padres y de nuestros abuelos, que también lucharon para el regreso a las instituciones, a la vigencia constitucional y al sistema democrático, no tuvieron la alegría que nosotros tenemos. Pero la conclusión que yo saco es que la lucha no está terminada. Es decir, después del retorno a le democracia no hubo un avance lineal todo el tiempo. Hubo avances y también retrocesos y eso muestra que las nuevas generaciones que estamos conviviendo actualmente, o las generaciones que estamos conviviendo los maduros, como es mi caso con generaciones intermedias y más jóvenes, tenemos que seguir luchando para afianzar el sistema, para hacerlo avanzar, para lograr nuevas fronteras para las libertades públicas y los derechos humanos.
GS: ¿Cuál cree que es la imagen que hay hoy en los argentinos de la dictadura militar?
HSI: La imagen es la reprobación total. Realmente ese fue un período terrible para la argentina, de sangre, de dolor, de oscurantismo. En fin, todo lo que se diga es poco. Pero en política pasa como en biología, las generaciones espontáneas no existen. Es decir, no se pasó de un sistema democrático vigente, pleno, de un día para el otro hacia una dictadura, sino que la preeminencia militar en el gobierno de origen constitucional que lo precedió fue muy grande. Ellos tenían una gran cuota de poder, influenciaban enormemente al gobierno precedente, que se caracterizó además por la falta de idoneidad absoluta que tenía para ocupar el cargo la presidenta María Estela Martínez de Perón. De todas maneras nada justificaba el golpe de Estado, porque ese mal gobierno del justicialismo de aquel entonces, pésimo gobierno diría yo, que había reprimido, con el ministro de cuatro presidentes José López Rega, había convocado a elecciones, de manera que no se justificaba para nada el golpe de Estado. A la pésima presidente que gobernaba en aquel entonces se la podía haber suplantado por la voluntad popular. Eso no ocurrió, los militares, que desde ya tenían el 80 por ciento del poder antes del golpe de Estado, tomaron el otro 20% y agravaron de manera muy considerable, hasta límites inconcebibles de inhumanidad, la represión y el terrorismo de Estado.
GS: ¿Cómo se llegó a ese golpe militar y cuál fue la responsabilidad de los actores políticos de entonces?
HSI: Yo creo que hubo responsabilidad de los actores políticos desde el gobierno. Hubo un ministro del interior, el doctor Roccamora, que utilizó métodos realmente anticonstitucionales para llevar adelante la represión y combatir actos verdaderamente ilegales que ejecutaban las organizaciones armadas, que querían sustituir también la voluntad popular con el imperio de la fuerza. Había estado de sitio, todas las cárceles estaban llenas de gente. Pero, ¿quiénes caían a las cárceles? Caían algunos responsables de hecho violentos, pero después había ciudadanos perseguidos por su manera de pensar, por su oposición al gobierno. Estos ciudadanos eran totalmente ajenos a los hechos de violencia e inclusive los condenaban a veces expresamente. Hubo un período de aniquilamiento de la libertad sindical. Se aprobó una ley sindical que consagraba el verticalismo absoluto. Hay que recordarlo, la CGT podía intervenir a las federaciones disidentes, las federaciones podían intervenir a los sindicatos disidentes y los sindicatos podían quitarle el mandato a los delegados de fábricas o de empresas disidentes. Muchos sindicatos opositores fueron tomados a punta de ametralladora, como el sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba, que tenía al frente al prestigioso dirigente sindical que fue Agustín Tosco. Después, otros dirigentes sindicales como Raimundo Ongaro, que es evidente que era justicialista, estaba en la cárcel a disposición del Poder Ejecutivo sin estar acusado de nada y sin tener jueces que juzgaran su conducta, si realmente había algo para el gobierno que lo hacía pasible de eso. ¿Dónde estaba el actual canciller que es un prestigioso jurista, el doctor Taiana, en aquél entonces? Bueno, estaba preso, como tantos otros ciudadanos que eran ajenos a la violencia pero luchaban con sus propias ideas. Eso hay que reconocerlo. Además hubo una cierta continuidad. Por ejemplo, los comandantes en jefe que tenía en las tres fuerzas la señora María Estela Martínez de Perón, eran el almirante Massera, el general Videla y el brigadier Agosti. Ellos pasaron a ser los tres miembros de la junta militar. El jefe de policía que tenía la señora de Perón era el general Arguindegui, que pasó a ser el ministro del interior de la dictadura militar. Y así tantos otros ejemplos que marcaron que hombres prominentes en el golpe de Estado tenían una influencia muy grande en el gobierno de origen constitucional que lo precedió.
GS: En estos 25 años de democracia, ¿cuáles cree que son las principales fortalezas y debilidades de la misma?
HSI: La principal fortaleza sin duda es la posibilidad de expresarse a través de las elecciones. De ese gran presidente que fue Raúl Alfonsín se volvió al sistema democrático y no sólo que se volvió sino que se cambió todo una legislación autoritaria por una legislación democrática. Se quitó el enorme poder que tenían los militares, desbordante, con el cual era imposible mantener vigente a ningún gobierno democrático. Hay que recordar que el presidente Alfonsín sufrió tres intentos de golpes de Estado: el primero, el de los carapintada dirigida por un golpista profesional que tanto daño le hizo al país, que fue el señor Rico, también militar, no recuerdo el grado que tenía, pero sí recuerdo el alto grado de responsabilidad que él tuvo para atentar contra el sistema democrático. Hubo también trece paros generales de carácter desestabilizante para el gobierno. Pero a pesar de todo eso, el país avanzó y hubo realmente una democracia plena. Yo creo que hoy se le reconoce al doctor Alfonsín que, como decía la editorial de La Vanguardia de España de hace dos días, es posiblemente el único presidente argentino que puede caminar por la calle libremente; hoy no puede hacerlo por su enfermedad, pero lo hizo mientras que tuvo salud. Eso marca una cierta continuidad, pero todo se agravó considerablemente. El golpe de Estado fue nefasto, absolutamente, pero también debemos sacar una conclusión: la legitimidad de los gobiernos que son votados por el pueblo es de origen, pero después lo que el pueblo reclama es que durante todo el transcurso de mandato se gobierne también democráticamente. Porque a veces pareciera que los gobernantes creen que reciben con el triunfo electoral un cheque en blanco para después hacer lo que se les da la gana, y no es así. El pueblo los vota para que respeten y gobiernen en el marco constitucional de la Carta Magna que ellos juran respetar al asumir. Si no lo hacen así y se vuelven hegemónicos y autoritarios y fomentan la concentración del poder hasta límites anticonstitucionales van perdiendo la legitimidad.
GS: Usted sabe muy bien la solidaridad internacional que recibieron los argentinos durante la dictadura y lo importante que fue la misma. ¿Cuál cree que debería ser la política exterior en derechos humanos, como política de Estado, que debería tener la Argentina, principalmente en su relación con gobiernos que son dictaduras?
HSI: Sí, creo que el privilegio de la política exterior argentina tiene que pasar por los países que respetan fundamentalmente los derechos humanos. Eso es realmente una premisa. Lo que no creo es que deba romper relaciones con las naciones que no lo cumplen, porque el objetivo de la política internacional es tener relaciones amistosas y mutuamente provechosas con todos los países de la tierra. Pero la Argentina tiene que jugar una influencia para afianzar los derechos humanos y a los países amigos insistirle que también deben respetarlos. Se cumplieron 60 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. La declaración se llama universal porque estos son los derechos que en todo el mundo tienen que ser respetados, porque si no se respetan el hombre no puede vivir con la dignidad propia de su condición de ser humano.