Adela Navarro Bello:
«Estamos rodeados e inmersos en una guerra de carteles de la droga»
«Bajo este clima estamos haciendo nuestro trabajo desde hace veintisiete años, cuando se creó el semanario Zeta. Hemos tenido unos casos terribles que nos han afectado: el asesinato de un co-director, de un editor de información general y un atentado al director de Zeta y en todos los casos el punto común es la participación del crimen organizado en la agresión a los periodistas».
Adela Navarro Bello es directora general del semanario Zeta en la ciudad fronteriza de Tijuana, México. El Comité para la Protección de Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) le acaba de otorgar el Premio Internacional a la Libertad de Prensa 2007.
Anteriormente, Navarro trabajó como reportera, columnista e integrante de la junta directiva de Zeta . En 1994 cubrió el conflicto de Chiapas. Ha entrevistado a presidentes, ministros, gobernadores y líderes de los partidos políticos mexicanos.
Creada en 1980 por Jesús Blancornelas, Zeta es una de las pocas publicaciones que investiga en forma constante el crimen organizado, el narcotráfico y la corrupción en los estados del norte de México, donde la autocensura es generalizada.
Gabriel Salvia: ¿Cómo es hacer periodismo en México, principalmente en la zona donde está usted?
Adela Navarro Bello: Es un tanto delicado. Aunque en México hay libertad de prensa y de expresión, no hay condiciones para ejercer el periodismo de investigación. Estamos rodeamos e inmersos en una guerra de carteles de la droga que vienen a nuestras tierras a cometer delitos por los que no son castigados y esto da un clima total de impunidad. Bajo este clima estamos haciendo nuestro trabajo desde hace veintisiete años, cuando se creó el semanario Zeta. Hemos tenido unos casos terribles que nos han afectado: el asesinato de un co-director, de un editor de información general y un atentado al director de Zeta y en todos los casos el punto común es la participación del crimen organizado en la agresión a los periodistas.
G. S.: ¿Por qué el narcotráfico elige a México y específicamente la zona donde está usted?
A. N. B.: Nosotros somos una especie de trampolín entre la producción de droga de Centroamérica y México y el consumo que hay en Estados Unidos. En medio de esos dos fenómenos estamos nosotros. Somos la frontera más amplia con los Estados Unidos y con uno de sus estados más ricos, como es California. Entonces, por este paso fronterizo corre toda la droga de aquí para allá y de Estados Unidos hacia acá armas y dinero. Es un círculo vicioso terrible para la ciudadanía, que en estas condiciones y en la ausencia de un gobierno que ejerza el estado de derecho y castigue a los que delinquen, cada vez es más vulnerable.
G. S.: ¿Qué es lo que pasa con los distintos gobiernos que no pueden resolver este tema?
A. N. B.: No ha habido empeño y compromiso ni voluntad para hacerlo. Pensamos que lo primero que debería hacer un gobierno que tiene interés de combatir la inseguridad es una limpieza en las poblaciones policíacas o de investigación judicial, porque ahí es donde están inmersos integrantes del crimen organizado o policías que sirven al mismo. Y ese es el caldo de cultivo para la impunidad.
G. S.: ¿No alcanza con que ciertas iniciativas se plasmen en la legislación?
A. N. B.: Exacto. Puedes hacer una reforma u operativos contra la inseguridad o la semana de la inseguridad, pero si tienes a los mismos elementos que ya están corrompidos dentro de las organizaciones no sirve de nada, porque ellos son los que deberían llevarlos a cabo. Por ejemplo, en Tijuana habían ejecutado a 241 personas y habían secuestrado a más de cien. Esto lo realizan los que aquí llamamos “comandos de delincuentes”, que son tres vehículos con diez a quince personas todos vestidos de negro, armados, y nadie los detiene y andan por la ciudad. Entonces el presidente Calderón o el gobernador, en este caso, de Baja California, pueden decir: “vamos enérgicamente contra el narcotráfico o el crimen organizado”, pero lo primero es limpiar a las organizaciones.
G. S.: ¿Cómo impacta el narcotráfico a la ética en el periodismo y en la autocensura?
A. N. B.: En los dos sentidos hay casos de periódicos, periodistas, radiodifusoras y colaboradores que reportan al crimen organizado y de alguna manera tienen un acuerdo para ello y están en el extremo los periódicos que se autocensuran por alguna presión. Ha habido periódicos en los que se ha tirado granadas, otros periódicos han tenido compañeros desaparecidos. Llegan al extremo de decir que no van a publicar más información sobre el crimen organizado, excepto que las del gobierno de manera muy oficial. Otros periódicos han cerrado, sobre todo en la frontera con Estados Unidos, porque somos paso obligado para la droga que va para allí. En el caso nuestro, no es que nos hacemos los valientes, pero tratamos de hacer un periodismo con mucha responsabilidad y probar los hechos de los que estamos hablando; traer una versión de alguna autoridad oficial, independientemente de la investigación que hacemos. Un poco para cubrir la autoridad de nuestros reporteros y equipo firmamos las notas como investigaciones de Zeta, que generalmente somos tres o cuatro compañeros los que trabajamos en ella. Pero así, no le damos a conocer los nombres a quienes se podrían ver afectados. Esto únicamente cuando revelamos información sobre el narcotráfico. En los demás casos aparecen los nombres de mis compañeros.
G. S.: ¿Cómo es el periodismo del otro lado de la frontera con México?
A. N. B.: Hay buen periodismo y buenos periódicos que dedican páginas a hacer investigaciones sobre estos temas. Tienen legislaciones diferentes y no tienen muchos alcances en ese sentido. El narcotráfico dentro de Estados Unidos es muy específico. No he visto o escuchado de una cabeza en Estados Unidos. Tienes líderes de los carteles en México o Centroamérica, pero no en Estados Unidos. Entonces pasa un cargamento hacia Estados Unidos y de manera automática se lo reparten un número equis de distribuidores. Las condiciones en las que se desarrolla el crimen organizado, que es más que nada para distribución, es diferente de lo que sucede en Baja California. Pero sí hay informes de periódicos de California de periodismo de investigación sobre estos temas.
G. S.: ¿Es muy diferente hacer periodismo en las distintas regiones de México?
A. N. B.: Así como la economía se mueve por regiones también lo hace el crimen y la delincuencia. Entonces en los problemas que aquejan a la población en el centro o sur del país es muy diferente a lo que ocurre en el norte. Nuestro semanario no solo se dedica a crimen organizado, sino que tenemos información sobre las relaciones con el gobierno, corrupción en el gobierno, que las instituciones públicas realicen su labor como debe ser de acuerdo a nuestras leyes y si no es así conforman un delito y lo reportamos. Al igual que en el sector empresarial y político y cualquiera de los temas, es un periodismo de investigación y al ser un semanario tenemos más tiempo para preparar la noticia o el reportaje en ese sentido.
G. S.: ¿Cómo se agrupan los periodistas dentro de México y qué debates se suscitan para defender la libertad de prensa en su país?
A. N. B.: Desgraciadamente no hay mucha solidaridad, al menos que pase una tragedia. Cuando asesinan a un compañero puedes recibir apoyo, pero nosotros hemos hecho intento de publicar una nota que revela información muy delicada sobre el crimen organizado y lo que hicimos en alguna ocasión fue pasarla a otros compañeros periodistas para que la publicaran. Pero fueron muy pocos, los cuento con los dedos de la mano, quienes accedieron. Hubo intento en ese sentido cuando se reunieron varios directores de periódicos del norte del país para llegar a un acuerdo de hacer investigaciones entre todos y los publicamos el mismo día, pero tampoco funcionó. No hay mucha solidaridad en ese sentido, pues muchos buscamos la exclusiva en tu medio y eso a veces nos impide llegar a un acuerdo.
G. S.: ¿Qué consecuencias tuvieron algunas de las investigaciones periodísticas que han publicado en el semanario Zeta?
A. N. B.: Han sido muchos. Los lectores y contactos de Zeta han sido muy generosos en el manejo de la información. Nos han pasado información que a la vez nosotros investigamos para publicar. Te puedo contar los ataques desafortunados que hemos tenido. En 1988 asesinaron a nuestro codirector, Héctor “el gato” Félix, de cuatro disparos y se detuvieron a dos autores materiales del crimen, pero nunca se detuvo al autor intelectual cuando todos los elementos apuntaban hacia el concesionario de un hipódromo en Tijuana: los asesinos eran sus empleados, las armas estaban en el hipódromo, eran de su primer nivel de colaboradores. Un gobernador dijo que todos los caminos conducen al hipódromo, pero nunca hubo una investigación en este sentido. El caso se cerró y aún cuando hay dos asesinos materiales en prisión, hay impunidad en la búsqueda del autor material del crimen. En 1997 Don Jesús Blancornelas, nuestro otro codirector, atentaron contra su vida. Cuando venía hacia las oficinas de Zeta un comando de diez sicarios del narcotráfico lo emboscaron y en su lugar murió su guardaespaldas y asistente. Don Jesús recibió cuatro impactos de bala que lo tuvieron muy grave durante unos meses en el hospital, pero sobrevivió y su camioneta recibió más de ochenta impactos de bala. Sobre ese caso en específico las autoridades nos proporcionaron los nombres de nueve de los diez sicarios que participaron en el atentado, pero hasta la fecha ninguno tiene una orden de aprehensión por el atentado del periodista y el asesinato de su asistente. Dos de ellos están actualmente en prisión, uno por narcotráfico y otro por secuestro, pero ninguno por el intento de homicidio de Blancornelas. Esa es la clase de impunidad que no nos da condiciones óptimas para el desarrollo de un periodismo mas profundo. El último caso fue el de nuestro editor de información general, Francisco Javier Ortiz Franco, en junio del 2004, quien fue asesinado por miembros del crimen organizado y también nos dieron tres de los nombres de los principales sospechosos y publicamos los nombres y los motivos. En el caso de Blancornelas y Francisco, que habían revelado información semanas atrás sobre miembros del cartel de los hermanos Avellanos-Félix y cómo trabajan su ilícito negocio en baja California. Aun así, con las investigaciones tampoco hubo ninguna orden de aprehensión y ni se ha detenido contra el crimen de Francisco. Lo que nos ha sucedido en Zeta es una muestra de la impunidad que hay en la justicia mexicana o particularmente en Baja California y más específicamente para investigar las agresiones a los periodistas.
G. S.: ¿Qué medidas de prevención tiene que tomar para ejercer el periodismo?
A. N. B.: En ningún momento recibimos una amenaza antes de los hechos desafortunados. En este momento seguimos con el legado de Don Jesús, quien falleció en noviembre del 2006 y nos dejó a cargo la codirección a tu servidora y a su hijo René y mantenemos la línea editorial de Zeta. Nuestra aportación ha sido eliminar la firma de nuestros compañeros cuando se trata de revelaciones del crimen y firmarlos con reporteros sin caras con un equipo solidario como es el de investigaciones Zeta. Las precauciones que tomamos es confirmar muy bien la información que vamos a publicar, ya que creemos que en la medida en que tenemos una información y no la publicamos es cuando más riesgo corremos. Porque cuando se hace pública es del conocimiento de todos y tratamos de ser muy responsables y de tener no solo una, sino dos, tres o más fuentes que nos confirmen lo que nosotros estamos publicando. Ahí radica nuestra seguridad para hacer lo que hacemos. Por otro lado, no estamos en una guerra de balazos; puedes hacer tu vida normal en Tijuana, ir a un restaurante o al cine o donde quieras trasladarte.
G. S.: ¿Cree que los distintos organismos e instancias regionales que hay toman debida nota sobre lo que está pasando con el narcotráfico que afecta a ustedes?
A. N. B.: Yo creo que se está haciendo algo. Me invitaron del Instituto para la Sociedad Abierta de Londres para una serie de conferencias en Texas y había una representación de unos treinta organismos de defensa y protección de los periodistas y la libertad de prensa, incluyendo unos cuatro de México, lo cual es un aliciente. Finalmente, aunque lleguemos a estos niveles de intolerancia, eso está haciendo conciencia de parte de la sociedad o de las organizaciones no gubernamentales y de defensa de los derechos humanos de voltear a ver lo que sucede con la prensa en México. Ahora, este reconocimiento del Comité para la Protección a los Periodistas a mí y a Zeta en general es un muy buen motivo para seguir adelante y es una protección también. Esto nos dice que Zeta y su periodismo no están solos, porque hay instituciones fuera de México y ojalá dentro de México que nos están apoyando y avalan lo que estamos haciendo.
G. S.: ¿Cuánto de lo que ustedes publican trasciende en los medios nacionales?
A. N. B.: Estamos a tres mil kilómetros del distrito federal. El caso que te mencionaba hace un momento, de cuando pasamos una información que habíamos publicado, era una información muy importante porque revelaba las relaciones de la procuraduría del Estado de Baja California con el crimen organizado. Por lo que considerábamos que podría tener una repercusión más allá de Baja California y fue así que nos contactamos con todos estos periodistas y periódicos nacionales y no pasó nada. Mientras que hay otros casos que llegan a trascender, pero últimamente no fue este el caso.
G. S.: ¿Podría contarnos quién fue Don Jesús Blancornelas?
A. N. B.: Don Jesús, nuestro director fundador de Zeta, nació en San Luis de Potosí y comenzó su carrera periodística en la sección deportiva del Sol, de San Luis de Potosí, y se vino a Tijuana muy joven, por los finales de los 50, principios de los 60, y estuvo trabajando en distintos periódicos. Antes de fundar Zeta lo corrieron de cinco periódicos por su línea editorial independiente y crítica. Fue director de varios periódicos e igual fue despedido por afectar grupos de intereses políticos y económicos en otros sentidos, hasta que en la quinta ocasión dijo: “bueno, debo tener un periódico para hacer periodismo de investigación”, en un momento en el que la prensa se caracterizaba por ser oficialista. Por ejemplo, la empresa del papel periódico le pertenecía al gobierno, por lo que este decidía si te vendía papel o no de acuerdo a cómo se lo trataba bajo ese concepto. Don Jesús decidió hacer Zeta e imprimirlo en Estados Unidos. Nosotros hasta la fecha, todo Zeta lo reporteamos, lo investigamos y editamos en Tijuana, pero a las siete de la noche del jueves enviamos por correo todo nuestro periódico a San Diego, California, donde lo imprimen y a la mañana del viernes, que es el día que circulamos, importamos la revista hacia México. Este fue el sistema que Don Jesús encontró, que es caro, pero era el único que le aseguraba su libertad de expresión y de prensa en 1980. Dijo, “me va acostar más, pero mi periódico va a estar y vamos a publicar las investigaciones y el resultado de las mismas en base a los intereses informativos y de nuestros lectores y no partidistas ni políticos ni del gobierno”. Es así que Don Jesús realizó este proyecto, que ya se lo ha imitado en otros estados de México y que han funcionado muy bien y que nos trae una prensa cada vez más libre y de investigación con sus excepciones de siempre. Además, fue el primero en contratar a estudiantes de comunicación para sus salas de redacción. Todos los que trabajamos en Zeta empezamos como estudiantes, nos graduamos y continuamos en el periódico y fue uno de los primeros en contratar mujeres para el periodismo. Manejaba en los últimos ocho años una columna nacional que se publicaba en treinta y siete periódicos de México. Era un hombre muy leído y de muchos contactos en todo el país. En los últimos ocho años de su vida escribió ocho libros sobre crimen organizado, política, partidos.
G. S.: ¿Cómo se sostiene económicamente el semanario Zeta y cuáles son los principales desafíos que tiene?
A. N. B.: Nuestros ingresos vienen de dos rubros: la circulación, que es el ejemplar que vendemos en Baja California, y la venta de publicidad en nuestras páginas. Afortunadamente, la sociedad de Baja California le interesa ver un periodismo de investigación y leer sobre nuestras investigaciones. Y nos ha ido muy bien en el último año, en el que la circulación aumentó y la venta de publicidad aumentó. Muchas empresas regionales de telefonía, vivienda, de servicios y otros productos están anunciando en las páginas de Zeta como un apoyo al periodismo que nosotros hacemos. Por otro lado, somos muy puntuales en nuestras obligaciones con el gobierno, pagamos nuestros impuestos en forma, respetamos los reglamentos de importación del periódico y somos muy puntuales en cumplir con nuestras obligaciones fiscales y gubernamentales para no dar pie a una amenaza de cierre del periódico. Mientras los lectores de Zeta que ya llevamos 37 años nos sigan buscando cada viernes nosotros seguiremos aquí.
Adela Navarro Bello es directora general del semanario Zeta en la ciudad fronteriza de Tijuana, México. El Comité para la Protección de Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) le acaba de otorgar el Premio Internacional a la Libertad de Prensa 2007.
Anteriormente, Navarro trabajó como reportera, columnista e integrante de la junta directiva de Zeta . En 1994 cubrió el conflicto de Chiapas. Ha entrevistado a presidentes, ministros, gobernadores y líderes de los partidos políticos mexicanos.
Creada en 1980 por Jesús Blancornelas, Zeta es una de las pocas publicaciones que investiga en forma constante el crimen organizado, el narcotráfico y la corrupción en los estados del norte de México, donde la autocensura es generalizada.
Gabriel Salvia: ¿Cómo es hacer periodismo en México, principalmente en la zona donde está usted?
Adela Navarro Bello: Es un tanto delicado. Aunque en México hay libertad de prensa y de expresión, no hay condiciones para ejercer el periodismo de investigación. Estamos rodeamos e inmersos en una guerra de carteles de la droga que vienen a nuestras tierras a cometer delitos por los que no son castigados y esto da un clima total de impunidad. Bajo este clima estamos haciendo nuestro trabajo desde hace veintisiete años, cuando se creó el semanario Zeta. Hemos tenido unos casos terribles que nos han afectado: el asesinato de un co-director, de un editor de información general y un atentado al director de Zeta y en todos los casos el punto común es la participación del crimen organizado en la agresión a los periodistas.
G. S.: ¿Por qué el narcotráfico elige a México y específicamente la zona donde está usted?
A. N. B.: Nosotros somos una especie de trampolín entre la producción de droga de Centroamérica y México y el consumo que hay en Estados Unidos. En medio de esos dos fenómenos estamos nosotros. Somos la frontera más amplia con los Estados Unidos y con uno de sus estados más ricos, como es California. Entonces, por este paso fronterizo corre toda la droga de aquí para allá y de Estados Unidos hacia acá armas y dinero. Es un círculo vicioso terrible para la ciudadanía, que en estas condiciones y en la ausencia de un gobierno que ejerza el estado de derecho y castigue a los que delinquen, cada vez es más vulnerable.
G. S.: ¿Qué es lo que pasa con los distintos gobiernos que no pueden resolver este tema?
A. N. B.: No ha habido empeño y compromiso ni voluntad para hacerlo. Pensamos que lo primero que debería hacer un gobierno que tiene interés de combatir la inseguridad es una limpieza en las poblaciones policíacas o de investigación judicial, porque ahí es donde están inmersos integrantes del crimen organizado o policías que sirven al mismo. Y ese es el caldo de cultivo para la impunidad.
G. S.: ¿No alcanza con que ciertas iniciativas se plasmen en la legislación?
A. N. B.: Exacto. Puedes hacer una reforma u operativos contra la inseguridad o la semana de la inseguridad, pero si tienes a los mismos elementos que ya están corrompidos dentro de las organizaciones no sirve de nada, porque ellos son los que deberían llevarlos a cabo. Por ejemplo, en Tijuana habían ejecutado a 241 personas y habían secuestrado a más de cien. Esto lo realizan los que aquí llamamos “comandos de delincuentes”, que son tres vehículos con diez a quince personas todos vestidos de negro, armados, y nadie los detiene y andan por la ciudad. Entonces el presidente Calderón o el gobernador, en este caso, de Baja California, pueden decir: “vamos enérgicamente contra el narcotráfico o el crimen organizado”, pero lo primero es limpiar a las organizaciones.
G. S.: ¿Cómo impacta el narcotráfico a la ética en el periodismo y en la autocensura?
A. N. B.: En los dos sentidos hay casos de periódicos, periodistas, radiodifusoras y colaboradores que reportan al crimen organizado y de alguna manera tienen un acuerdo para ello y están en el extremo los periódicos que se autocensuran por alguna presión. Ha habido periódicos en los que se ha tirado granadas, otros periódicos han tenido compañeros desaparecidos. Llegan al extremo de decir que no van a publicar más información sobre el crimen organizado, excepto que las del gobierno de manera muy oficial. Otros periódicos han cerrado, sobre todo en la frontera con Estados Unidos, porque somos paso obligado para la droga que va para allí. En el caso nuestro, no es que nos hacemos los valientes, pero tratamos de hacer un periodismo con mucha responsabilidad y probar los hechos de los que estamos hablando; traer una versión de alguna autoridad oficial, independientemente de la investigación que hacemos. Un poco para cubrir la autoridad de nuestros reporteros y equipo firmamos las notas como investigaciones de Zeta, que generalmente somos tres o cuatro compañeros los que trabajamos en ella. Pero así, no le damos a conocer los nombres a quienes se podrían ver afectados. Esto únicamente cuando revelamos información sobre el narcotráfico. En los demás casos aparecen los nombres de mis compañeros.
G. S.: ¿Cómo es el periodismo del otro lado de la frontera con México?
A. N. B.: Hay buen periodismo y buenos periódicos que dedican páginas a hacer investigaciones sobre estos temas. Tienen legislaciones diferentes y no tienen muchos alcances en ese sentido. El narcotráfico dentro de Estados Unidos es muy específico. No he visto o escuchado de una cabeza en Estados Unidos. Tienes líderes de los carteles en México o Centroamérica, pero no en Estados Unidos. Entonces pasa un cargamento hacia Estados Unidos y de manera automática se lo reparten un número equis de distribuidores. Las condiciones en las que se desarrolla el crimen organizado, que es más que nada para distribución, es diferente de lo que sucede en Baja California. Pero sí hay informes de periódicos de California de periodismo de investigación sobre estos temas.
G. S.: ¿Es muy diferente hacer periodismo en las distintas regiones de México?
A. N. B.: Así como la economía se mueve por regiones también lo hace el crimen y la delincuencia. Entonces en los problemas que aquejan a la población en el centro o sur del país es muy diferente a lo que ocurre en el norte. Nuestro semanario no solo se dedica a crimen organizado, sino que tenemos información sobre las relaciones con el gobierno, corrupción en el gobierno, que las instituciones públicas realicen su labor como debe ser de acuerdo a nuestras leyes y si no es así conforman un delito y lo reportamos. Al igual que en el sector empresarial y político y cualquiera de los temas, es un periodismo de investigación y al ser un semanario tenemos más tiempo para preparar la noticia o el reportaje en ese sentido.
G. S.: ¿Cómo se agrupan los periodistas dentro de México y qué debates se suscitan para defender la libertad de prensa en su país?
A. N. B.: Desgraciadamente no hay mucha solidaridad, al menos que pase una tragedia. Cuando asesinan a un compañero puedes recibir apoyo, pero nosotros hemos hecho intento de publicar una nota que revela información muy delicada sobre el crimen organizado y lo que hicimos en alguna ocasión fue pasarla a otros compañeros periodistas para que la publicaran. Pero fueron muy pocos, los cuento con los dedos de la mano, quienes accedieron. Hubo intento en ese sentido cuando se reunieron varios directores de periódicos del norte del país para llegar a un acuerdo de hacer investigaciones entre todos y los publicamos el mismo día, pero tampoco funcionó. No hay mucha solidaridad en ese sentido, pues muchos buscamos la exclusiva en tu medio y eso a veces nos impide llegar a un acuerdo.
G. S.: ¿Qué consecuencias tuvieron algunas de las investigaciones periodísticas que han publicado en el semanario Zeta?
A. N. B.: Han sido muchos. Los lectores y contactos de Zeta han sido muy generosos en el manejo de la información. Nos han pasado información que a la vez nosotros investigamos para publicar. Te puedo contar los ataques desafortunados que hemos tenido. En 1988 asesinaron a nuestro codirector, Héctor “el gato” Félix, de cuatro disparos y se detuvieron a dos autores materiales del crimen, pero nunca se detuvo al autor intelectual cuando todos los elementos apuntaban hacia el concesionario de un hipódromo en Tijuana: los asesinos eran sus empleados, las armas estaban en el hipódromo, eran de su primer nivel de colaboradores. Un gobernador dijo que todos los caminos conducen al hipódromo, pero nunca hubo una investigación en este sentido. El caso se cerró y aún cuando hay dos asesinos materiales en prisión, hay impunidad en la búsqueda del autor material del crimen. En 1997 Don Jesús Blancornelas, nuestro otro codirector, atentaron contra su vida. Cuando venía hacia las oficinas de Zeta un comando de diez sicarios del narcotráfico lo emboscaron y en su lugar murió su guardaespaldas y asistente. Don Jesús recibió cuatro impactos de bala que lo tuvieron muy grave durante unos meses en el hospital, pero sobrevivió y su camioneta recibió más de ochenta impactos de bala. Sobre ese caso en específico las autoridades nos proporcionaron los nombres de nueve de los diez sicarios que participaron en el atentado, pero hasta la fecha ninguno tiene una orden de aprehensión por el atentado del periodista y el asesinato de su asistente. Dos de ellos están actualmente en prisión, uno por narcotráfico y otro por secuestro, pero ninguno por el intento de homicidio de Blancornelas. Esa es la clase de impunidad que no nos da condiciones óptimas para el desarrollo de un periodismo mas profundo. El último caso fue el de nuestro editor de información general, Francisco Javier Ortiz Franco, en junio del 2004, quien fue asesinado por miembros del crimen organizado y también nos dieron tres de los nombres de los principales sospechosos y publicamos los nombres y los motivos. En el caso de Blancornelas y Francisco, que habían revelado información semanas atrás sobre miembros del cartel de los hermanos Avellanos-Félix y cómo trabajan su ilícito negocio en baja California. Aun así, con las investigaciones tampoco hubo ninguna orden de aprehensión y ni se ha detenido contra el crimen de Francisco. Lo que nos ha sucedido en Zeta es una muestra de la impunidad que hay en la justicia mexicana o particularmente en Baja California y más específicamente para investigar las agresiones a los periodistas.
G. S.: ¿Qué medidas de prevención tiene que tomar para ejercer el periodismo?
A. N. B.: En ningún momento recibimos una amenaza antes de los hechos desafortunados. En este momento seguimos con el legado de Don Jesús, quien falleció en noviembre del 2006 y nos dejó a cargo la codirección a tu servidora y a su hijo René y mantenemos la línea editorial de Zeta. Nuestra aportación ha sido eliminar la firma de nuestros compañeros cuando se trata de revelaciones del crimen y firmarlos con reporteros sin caras con un equipo solidario como es el de investigaciones Zeta. Las precauciones que tomamos es confirmar muy bien la información que vamos a publicar, ya que creemos que en la medida en que tenemos una información y no la publicamos es cuando más riesgo corremos. Porque cuando se hace pública es del conocimiento de todos y tratamos de ser muy responsables y de tener no solo una, sino dos, tres o más fuentes que nos confirmen lo que nosotros estamos publicando. Ahí radica nuestra seguridad para hacer lo que hacemos. Por otro lado, no estamos en una guerra de balazos; puedes hacer tu vida normal en Tijuana, ir a un restaurante o al cine o donde quieras trasladarte.
G. S.: ¿Cree que los distintos organismos e instancias regionales que hay toman debida nota sobre lo que está pasando con el narcotráfico que afecta a ustedes?
A. N. B.: Yo creo que se está haciendo algo. Me invitaron del Instituto para la Sociedad Abierta de Londres para una serie de conferencias en Texas y había una representación de unos treinta organismos de defensa y protección de los periodistas y la libertad de prensa, incluyendo unos cuatro de México, lo cual es un aliciente. Finalmente, aunque lleguemos a estos niveles de intolerancia, eso está haciendo conciencia de parte de la sociedad o de las organizaciones no gubernamentales y de defensa de los derechos humanos de voltear a ver lo que sucede con la prensa en México. Ahora, este reconocimiento del Comité para la Protección a los Periodistas a mí y a Zeta en general es un muy buen motivo para seguir adelante y es una protección también. Esto nos dice que Zeta y su periodismo no están solos, porque hay instituciones fuera de México y ojalá dentro de México que nos están apoyando y avalan lo que estamos haciendo.
G. S.: ¿Cuánto de lo que ustedes publican trasciende en los medios nacionales?
A. N. B.: Estamos a tres mil kilómetros del distrito federal. El caso que te mencionaba hace un momento, de cuando pasamos una información que habíamos publicado, era una información muy importante porque revelaba las relaciones de la procuraduría del Estado de Baja California con el crimen organizado. Por lo que considerábamos que podría tener una repercusión más allá de Baja California y fue así que nos contactamos con todos estos periodistas y periódicos nacionales y no pasó nada. Mientras que hay otros casos que llegan a trascender, pero últimamente no fue este el caso.
G. S.: ¿Podría contarnos quién fue Don Jesús Blancornelas?
A. N. B.: Don Jesús, nuestro director fundador de Zeta, nació en San Luis de Potosí y comenzó su carrera periodística en la sección deportiva del Sol, de San Luis de Potosí, y se vino a Tijuana muy joven, por los finales de los 50, principios de los 60, y estuvo trabajando en distintos periódicos. Antes de fundar Zeta lo corrieron de cinco periódicos por su línea editorial independiente y crítica. Fue director de varios periódicos e igual fue despedido por afectar grupos de intereses políticos y económicos en otros sentidos, hasta que en la quinta ocasión dijo: “bueno, debo tener un periódico para hacer periodismo de investigación”, en un momento en el que la prensa se caracterizaba por ser oficialista. Por ejemplo, la empresa del papel periódico le pertenecía al gobierno, por lo que este decidía si te vendía papel o no de acuerdo a cómo se lo trataba bajo ese concepto. Don Jesús decidió hacer Zeta e imprimirlo en Estados Unidos. Nosotros hasta la fecha, todo Zeta lo reporteamos, lo investigamos y editamos en Tijuana, pero a las siete de la noche del jueves enviamos por correo todo nuestro periódico a San Diego, California, donde lo imprimen y a la mañana del viernes, que es el día que circulamos, importamos la revista hacia México. Este fue el sistema que Don Jesús encontró, que es caro, pero era el único que le aseguraba su libertad de expresión y de prensa en 1980. Dijo, “me va acostar más, pero mi periódico va a estar y vamos a publicar las investigaciones y el resultado de las mismas en base a los intereses informativos y de nuestros lectores y no partidistas ni políticos ni del gobierno”. Es así que Don Jesús realizó este proyecto, que ya se lo ha imitado en otros estados de México y que han funcionado muy bien y que nos trae una prensa cada vez más libre y de investigación con sus excepciones de siempre. Además, fue el primero en contratar a estudiantes de comunicación para sus salas de redacción. Todos los que trabajamos en Zeta empezamos como estudiantes, nos graduamos y continuamos en el periódico y fue uno de los primeros en contratar mujeres para el periodismo. Manejaba en los últimos ocho años una columna nacional que se publicaba en treinta y siete periódicos de México. Era un hombre muy leído y de muchos contactos en todo el país. En los últimos ocho años de su vida escribió ocho libros sobre crimen organizado, política, partidos.
G. S.: ¿Cómo se sostiene económicamente el semanario Zeta y cuáles son los principales desafíos que tiene?
A. N. B.: Nuestros ingresos vienen de dos rubros: la circulación, que es el ejemplar que vendemos en Baja California, y la venta de publicidad en nuestras páginas. Afortunadamente, la sociedad de Baja California le interesa ver un periodismo de investigación y leer sobre nuestras investigaciones. Y nos ha ido muy bien en el último año, en el que la circulación aumentó y la venta de publicidad aumentó. Muchas empresas regionales de telefonía, vivienda, de servicios y otros productos están anunciando en las páginas de Zeta como un apoyo al periodismo que nosotros hacemos. Por otro lado, somos muy puntuales en nuestras obligaciones con el gobierno, pagamos nuestros impuestos en forma, respetamos los reglamentos de importación del periódico y somos muy puntuales en cumplir con nuestras obligaciones fiscales y gubernamentales para no dar pie a una amenaza de cierre del periódico. Mientras los lectores de Zeta que ya llevamos 37 años nos sigan buscando cada viernes nosotros seguiremos aquí.