Entrevistas

16.08.06

José Ignacio García Hamilton:

«Los gobiernos populistas son los que no dejan lugar a la oposición»

«La esencia es que el pueblo no tiene libertades, que no hay lugar para la oposición, que el que no está de acuerdo con el gobierno se tiene que ir o va a estar encarcelado, o no tiene libertad de prensa, de expresión; que no hay partidos políticos que puedan representar».
José Ignacio García Hamilton en la sede de CADAL

José Ignacio García Hamilton es escritor, doctor en derecho, periodista y profesor universitario. Es autor de las exitosas biografías noveladas "Cuyano alborotador: la vida de Domingo Faustino Sarmiento", "Vida de un ausente: la novelesca biografía del talentoso seductor Juan B. Alberdi", "Don José: La vida de San Martín" y "Simón: Vida de Bolivar". Es también autor de los libros "El autoritarismo y la improductividad", que lleva varias ediciones, y más recientemente de "Por qué crecen los países".

Gabriel Salvia: Cuando le preguntaron en una entrevista sobre qué influencias políticas o qué modelos abrazó Castro, usted respondió: “el estalinismo, el franquismo y el mussolinismo”. ¿Podría ampliarnos esta respuesta?

J. I. G. H.: Parece una contradicción, porque en los ´30 o en los ´40 se hubiera dicho que Stalin era lo opuesto a Mussolini. Una cosa era el socialismo y otra cosa eran los movimientos nacionales. Porque el socialismo por esencia era internacional, cuando nace con Marx y con Engel. Pero sin embargo Stalin, a la muerte de Lenin, se enfrenta con Trotsky para ver quien va a tener el poder. Y Stalin crea la idea del socialismo en un solo país, es decir: había que subordinar todos los partidos comunistas del mundo a la Unión Soviética , porque había que preservar la Unión Soviética. En cambio Trotsky tenía la idea de la revolución permanente, de que en cualquier país se podía hacer la revolución, llegar al socialismo y que no era necesario pasar por la etapa capitalista, sino que se podía pasar muy rápido. Y me parece que Fidel, ya cuando él llega en el año ´59, va a ser un gran pragmático, por no decir un oportunista, que va a ir tomando algo de todos lados. Por ejemplo, fijate que él es hijo de un gallego, nacido en Galicia, que parece que era un hombre muy rígido, inclusive muy violento (Franco era también gallego, con características muy parecidas, absolutamente ortodoxo). Y Fidel va acercándose al modelo soviético, si bien ya muerto Stalin en el ´53, estableciendo una férrea dirección centralizada y una policía política que va a hacer purgas, lo va a detener a Huber Matos, que era uno de los principales dirigentes de la Sierra Maestra y lo va a tener 20 años preso. Por su parte, el Che se va a Bolivia y lo matan; Camilo Cienfuegos se muere en un accidente de aviación. Entonces va tomando todo el poder y establece un régimen que es muy parecido al de Stalin. Pero, por otro lado, la utilización del nacionalismo cubano, es decir, la exacerbación del sentimiento contra Estados Unidos, eso toma no solo del estalinismo sino también de lo que había hecho Mussolini en Italia. Es decir, el reestablecimiento de la idea imperial. El buscar un enemigo en el extranjero, el presentarse frente a los cubanos como diciendo: “hay un peligro afuera, es el imperialismo, es Estados Unidos y yo los voy a defender”. El movilizar permanentemente a la sociedad, es decir, el mantener una especie de clima bélico. Mussolini llamaba a esto “tener 800.000 bayonetas en actividad”. Y el que moviliza de esa forma buscando un enemigo externo, generalmente termina en la guerra. Fidel pasó por muchas cosas: la invasión de Bahía de Cochinos, que hacen los anticastristas; la crisis de los misiles, cuando la Unión Soviética pone en 1962 los misiles en Cuba y entonces el presidente Kennedy hace el bloqueo (que fue la única etapa de bloqueo efectivo; En Cuba todavía se habla de bloqueo, pero en realidad lo que sufre es un embargo comercial, el bloqueo fue nada más que en ese año de 1962, duró un par de meses y se levantó). Entonces me parece que Fidel es como un hombre práctico. Un político de un gran carisma, una gran oratoria, que va utilizando las ideologías de acuerdo a las circunstancias; va tomando de la izquierda, va tomando de la derecha, va tomando de los modelos dictatoriales de cualquier signo y de esta forma se mantuvo 47 años en el poder.

G. S.: Ahora cambiamos de personaje. Y la pregunta sería más o menos la misma: ¿Qué influencias políticas y qué perfil político, en cuanto a sus ideas, le ve a Hugo Chávez?

J. I. G. H.: Hugo Chávez también es un líder populista. Fijate, volviendo un poco a Fidel hay una anécdota: cuando él en 1953 fracasa en la toma del cuartel Moncada y lo condenan a 15 años de prisión, pero al año y medio lo liberan, él hace un famoso discurso donde dice “la historia me absolverá”. Esa frase es prácticamente igual a la que dice Hitler después de Münich, cuando está preso y escribe “Mi lucha”. Es decir, cómo hay una conexión ideológica entre la extrema derecha y la extrema izquierda. O entre los regímenes dictatoriales, totalitarios de izquierda y de derecha. Y Hugo Chávez también tiene esa doble característica de los líderes populistas que toman mucho de Mussolini, es decir, el ejercicio de la retórica, el monopolio de la palabra: “el único que va a hablar soy yo, el líder”. Toma también el enemigo externo, la movilización permanente. En la Italia de Mussolini se decía: “el que está en contra del Fascismo está en contra de Italia” (es un recurso que va a usar también el peronismo: entre el ´46 y el ´55 se decía “el que no es peronista es un vende patria”, es decir, está en contra de país). Esto lo toma Chávez: “el que está en contra de la revolución bolivariana es anti venezolano”. Lo toma Fidel, quien va a dar otra frase: “dentro de la revolución, todo; fuera de la revolución, nada”. Es decir, el que está en contra de la revolución directamente se tiene que ir, por eso hay dos millones de cubanos afuera y sólo once millones en la isla. Afuera hay casi el 20 por ciento de la población. Esto es realmente extraordinario y no debe haber muchos casos en el mundo de que el 20 por ciento de la población haya tenido que irse por disidencia. Y me parece que en Chávez ya se está mostrando: este apoyo a Hezbollá, esta resistencia contra Israel. Se aproxima mucho más al nazismo y al fascismo que a los movimientos estalinistas. Porque, por ejemplo, en Venezuela hay libertad de prensa, y en el estalinismo no había libertad de prensa (bueno, tampoco en la Alemania de Hitler ni en la Italia de Mussolini). Pero me parece que Chávez también toma cosas de los dos totalitarismos, de izquierda y de derecha, que tuvieron lugar en el mundo en la primera mitad del siglo XX.

Ricardo López Göttig: Esto que comenta de Castro, y en parte de Chávez, tiene que ver con lo que pasó en varias dictaduras comunistas en Europa oriental; es decir, que terminaron derivando en dictaduras nacionalistas como fueron en Rumania, en Bulgaria, o incluso en Polonia.

J. I. G. H.: O en Yugoslavia.

R. L. G.: Exactamente, que terminaron tomando la retórica nacionalista en contra del imperialismo y demás, pero que obviamente sobre la Unión Soviética no decían nada, y en parte es también el discurso que terminó tomando la República Popular China.

J. I. G. H.: Efectivamente. El discurso nacional siempre está ahí, a flor de labios. El recurso de lo nacional, podríamos decir, siguiendo a Carpentier cuando dice “el recurso del método”, no el discurso del método, como decía Descartes, sino el recurso del método. Cuando Alejo Carpentier, que es un cubano precisamente, escribe ese libro que es la historia de un dictador latinoamericano, muestra cómo en el siglo XIX y en el siglo XX en Latinoamérica se va haciendo un tipo particular, peculiar, de gobierno patrimonialista, donde se concentra el poder político, económico, militar y a veces hasta religioso. Donde el patrimonio del príncipe se pasa a confundir con el patrimonio público. Y que va a tener ciertas características: el exilio en Europa y luego el retorno al poder (fijate que Chávez también va a tener esos cuatro días que está prácticamente fuera del poder y vuelve con más fuerza). Se va haciendo un fenómeno muy particular, con particularidades propias, que en la década del ´50 del siglo XX está encarnado en Odría en el Perú, en Perón en la Argentina , en Somoza en Nicaragua , en Pérez Jiménez en Venezuela , en Rojas Pinilla en Colombia. La mayoría de estos dictadores son posteriores a la Segunda Guerra Mundial (aunque Somoza, el nicaragüense, venía de antes); que se dan en el marco de la guerra fría, en principio van a tener una retórica en contra de Estados Unidos, pero ninguno llega al socialismo. Entonces en 1948 Estados Unidos cambia su postura, y si bien hasta ese momento los considera como pro fascista, el caso de Perón, por ejemplo, o el caso de Getulio Vargas que había empezado así en Brasil pero que luego resuelve participar con Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial (Getulio cae, se suicida en 1954). Entonces tienen una particularidad en la década de los ´50 y de los ´60. Batista en Cuba, que es el que va a derrotar Fidel Castro en 1959 cuando el primero de enero llegan las fuerzas que él encabeza a la Habana (él llega un par de días después). Y luego Fidel va a tomar otro tinte, a partir del ´59, del ´60, donde se inclina al socialismo, es apoyado por la Unión Soviética , hay un ala pro China, que es la que encabeza en algún momento el Che Guevara, después va a estar encarnada por Raúl Castro, pero que le gusta el ala pro China cuando China ya empieza a incorporar el capitalismo (porque China es prácticamente un país capitalista con una dictadura comunista). Y Cuba se está aproximando a eso. Y eso es lo que representa Raúl Castro. Una particular mezcla de estos fenómenos autoritarios latinoamericanos, que de acuerdo a las épocas se van renovando, se van actualizando. Pero la esencia es que el pueblo no tiene libertades, que no hay lugar para la oposición, que el que no está de acuerdo con el gobierno se tiene que ir o va a estar encarcelado, o no tiene libertad de prensa, de expresión; que no hay partidos políticos que puedan representar (el caso en Cuba porque hay un partido único; en Venezuela, Chávez cada vez más ocupa el centro de la escena y le va dejando poco lugar a la oposición, los partidos políticos están muy enflaquecidos, la oposición va a ser desempeñada por la prensa y ese desdichado golpe de estado que hubo terminó de fortalecerlo a Chávez).

R. L. G.: Este remanente de libertad de prensa que todavía hay en Venezuela, ¿piensa que tiene que ver con que todavía la sociedad civil en Venezuela tiene un vigor suficiente como para mantenerse autónoma con respecto al poder del estado?

J. I. G. H.: Por lo que yo conozco, y he visitado bastante Venezuela cuando escribía mi libro sobre Bolívar y después lo fui a presentar (tengo que volver ahora a presentar “Porqué crecen los países”, mi último libro), Venezuela tiene una tradición de democracia, tiene un vigor la sociedad civil muy importante; pero sin embargo ha dado lugar a ese fenómeno del chavismo que está tomando ribetes universales; esa figura histriónica, ese personaje que no parece tener inhibiciones, que no tiene temor a la vergüenza. En fin, que va y la abraza a la reina de Inglaterra, y que ahora toma una participación muy en contra de Israel, que en los hechos significa que está apoyándose en Irán, en Hezbollá, está apoyando a Corea del Norte. Pero, sin embargo, con una sociedad civil muy activa, hay un capitalismo bastante intenso, hay bancos que están actuando, empresarios, etc. Pero en un país muy patrimonialista, en el sentido que el petróleo está nacionalizado o estatizado (no lo hizo Chávez, lo hizo Carlos Andrés Pérez alrededor de 1970) que con la suba del precio del petróleo y con todo el petróleo en manos del estado le da ese ingreso, producido por una empresa como PDVSA, que es la empresa petrolera estatal venezolana, que tiene 120 mil empleados en un país de 25 millones de habitantes, PDVSA produce más de la mitad del ingreso nacional y lo maneja con total y absoluta discrecionalidad Hugo Chávez. Porque inclusive después del fallido golpe y del plebiscito, hay una reforma en la ley de presupuesto venezolana por la cual el presidente maneja esos fondos con total y absoluta discrecionalidad, prácticamente sin rendir cuentas. Y esos fondos son los que está usando Chávez (y en esto recuerda un poco al Perón del ´46 al ´55) para tener muchos gastos en las embajadas, para tener acólitos, financiar publicaciones, financiar movimientos políticos afines a lo que es Venezuela. No sé si ustedes recuerdan ese episodio de 1948 cuando la embajada argentina le pagó a Fidel Castro el viaje a Bogotá, donde era la reunión de la OEA. O sea, lo mismo que hace Chávez ahora, que es financiar actividades en los países donde él quiere tener influencia, lo hacía Perón del ´46 al ´55, porque era una Argentina muy rica; entonces las embajadas pagaban a estudiantes, fomentaban actividades en esos países que estuvieran de acuerdo con el peronismo o con la tercera posición. Y la embajada argentina (inclusive hace un par de días salió una carta donde se aclaró que esos fondos venían del Senado Nacional, que los había gestionado Diego Luís Molinari en esa época, es una carta de Albino Gómez, que salió en La Nación ). La embajada argentina le pagó a un grupo de jóvenes cubanos el viaje a Bogotá, donde se iba a hacer la reunión constitutiva de la OEA , la Organización de Estados Americanos. Entre esos jóvenes se encontraba un muchacho que se llamaba Fidel Castro, que era un dirigente estudiantil todavía no muy conocido. Van a Bogotá, y cuando están ahí, se produce el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, el famoso dirigente liberal de Colombia. Y la gente se levanta por el crimen y se produce el bogotazo. Entonces los delegados que están constituyendo la OEA se tienen que quedar en sus hoteles mientras se destruye la ciudad. Y había ido un periodista del interior colombiano que se llamaba Gabriel García Márquez y estaba en el mismo Hotel que Fidel Castro. De ahí viene, en ese viaje que paga la embajada argentina, la amistad entre Fidel Castro y García Márquez que se mantiene hasta hoy.

G. S.: ¿Hasta qué punto pueden seguir conviviendo estas izquierdas tipo socialdemócratas modernas, como la de Chile y en cierta medida Lula y Tabaré Vázquez, con gente como Hugo Chávez y Evo Morales.

J. I. G. H.: Ojalá que esto se pueda mantener porque hoy Chile o Uruguay son países que están gobernados por socialistas pero tienen una economía competitiva, y además tienen plena vigencia de los derechos humanos, o por lo menos lo que se aproxima bastante a la plena vigencia. En cambio los gobiernos populistas son los que no dejan lugar a la oposición, o los que dejan un resquicio cada vez menor para la vigencia de los derechos humanos o los derechos de la oposición. Ahora, si vamos a la historia para que nos muestre cómo fueron los procesos hegemónicos después de la independencia, el primero que lo hace va a ser Simón Bolívar. Quizá por eso Hugo Chávez utiliza tanto la figura de Bolívar. Bolívar pretende hacer una federación y logra, cuando llega a Bolivia, constituirse en presidente vitalicio. Él mismo redacta una constitución para Bolivia, cuando Bolivia se independiza del Perú y de la Argentina , que eran los dos Virreinatos a los que había pertenecido; entonces se dicta una constitución con un presidente vitalicio, que era Bolívar. Y logra que Perú apruebe la misma constitución, o sea, que pasa a ser presidente vitalicio de Perú, y él que era presidente hasta ese momento de lo que era la Gran Colombia , es decir la actual Colombia, Venezuela y Ecuador, pretende que también se adopte la constitución con presidente vitalicio. Y Santander, que era el vicepresidente le dice: “mire, ese procedimiento que usted está buscando mediante actas populares no es legal”. A lo que Bolívar le contesta “no será legal el procedimiento, pero es popular, y por lo tanto propio de una república eminentemente democrática”. O sea que Bolívar es el creador del populismo latinoamericano, del populismo militar latinoamericano. Pero cuando Bolívar pretende que la Argentina y Chile, estando él todavía en Bolivia (estaba en Potosí y en Sucre, lo que en ese momento se llamaba Chuquisaca, donde se aprueba la constitución), van dos enviados del Río de la Plata y Bolívar le propone a Rivadavia, que estaba a cargo del gobierno de Buenos Aires, que la Argentina entre también en esa confederación junto con Chile y con la Gran Colombia (es decir con Perú, Bolivia, Colombia, Venezuela y Ecuador); y Rivadavia le dice: “nosotros queremos una confederación hispanoamericana, pero no bajo la hegemonía de un general afortunado”. Y en definitiva, Bolívar se constituye después en dictador de la gran Colombia, pero al poco, a los dos años, ya cae. O sea, que el intento hegemónico que está pretendiendo lograr Chávez, es decir de una federación latinoamericana pero encabezada por él, me parece que va a presentar muchas resistencias de los presidentes latinoamericanos; y ya las está despertando: Lula no ve con demasiada simpatía esto; Kirchner tampoco ve una especie de federación latinoamericana hegemonizada por Chávez y no por él mismo; al resto le pasa lo mismo, en Uruguay, en Chile. Me parece que es muy difícil lograr lo que pretende Chávez que es bastante parecido a lo que pretendió Bolívar hace casi doscientos años.

G. S.: Ahora la pregunta es el título de tu último libro, ¿“Por qué crecen los países?

J. I. G. H.: Yo estudie el caso del pueblo judío, de la Grecia clásica, la Roma republicana, Inglaterra, Estados Unidos, Alemania, Francia y Rusia, y después el caso de la Argentina entre 1853 y 1930. Y lo que vi es que los países crecen económicamente cuando establecen sistemas con gobiernos que están obligados a respetar la vida, los derechos y las propiedades de los habitantes. Y generalmente tienen un sistema de equilibrio de poderes, que es lo que limita a cada uno de los poderes y lo obliga a respetar los derechos de los habitantes. Entonces los habitantes encuentran un clima, un ambiente propicio al trabajo, a la producción, al ahorro, y entonces los países acumulan capital, hay un avance en los conocimientos y hay una vigencia del espíritu innovador, que son los tres elementos que hacen crecer a los países. Es decir: cuando el capital se acumula, cuando los conocimientos se difunden, cuando se puede discutir, cuando se puede generar ciencia y tecnología en la medida en que no hay dogma sino libertad de pensamiento. Y el espíritu innovador llega generalmente de la mano de los empresarios, es decir, cuando las decisiones no las toman los gobiernos sino que se permiten que sean empresarios particulares los que estudian el mercado y entonces resuelvan qué producir; si producen a buena calidad y a bajo costo van a triunfar y si no van a ir a la ruina. Entonces hay una descentralización de los procesos productivos. Cuando los países han logrado esos sistemas, han crecido. Y el caso de la Argentina , cuando a partir de la constitución de 1853 incorporamos todos estos elementos, y además se amplia al jurisdicción territorial porque se eliminan las barreras interiores, las aduanas interprovinciales, y pueden circular libremente los capitales, las personas y las mercaderías, los países crecen. Cuando nosotros tuvimos ese tipo de esquema institucional, y las creencias de la gente coincidieron con esto, la Argentina avanzó. Cuando vamos al patrimonialismo y a la concentración del poder, los países se atrasan.

G. S.: ¿Dónde va a estar próximamente presentando este libro?

J. I. G. H.: Voy a estar en la feria del libro, en Bello Horizonte; después voy a viajar a Madrid, a México y a todas las capitales de Hispanoamérica: Bogotá, Caracas, Quito, Lima, en fin, a todos los países de Hispanoamérica como lo he hecho con “Simón Bolívar”, como lo hice también en parte con “Don José” y como lo hice con “El autoritarismo hispanoamericano y la improductividad”.