Entrevistas

07.08.06

José Carlos Cardoso:

«Es impensable que un dictador venga y hable en nuestra Cámara»

«No deja de sorprenderme que gobernantes elegidos democráticamente no sean severos, no estén dispuestos a levantar fuerte su voz cuando un dictador de esta calaña llega a una cumbre donde hay gobernantes democráticos».

Realizada el día 27 de julio en "Apertura latinoamericana"

José Carlos Cardoso Silva es Representante Nacional de Uruguay por el Partido Nacional. Nació en el departamento de Rocha en 1958 y es Maestro de Educación Primaria. Fue Secretario General del Sindicato de Maestros de Rocha, Periodista de Difusora Rochense y del diario EL PAIS de Montevideo. Actualmente es Secretario del Consejo Directivo de OPI y Director/Propietario de Diario EL ESTE. En su actividad política se destaca su participación como Convencional Nacional del Partido Nacional, Consejero Nacional del Consejo de Educación Primaria, Presidente de la bancada de Diputados del Herrerismo, Secretario General de la Comisión Parlamentaria Conjunta del MERCOSUR, Presidente de la Comisión de Transportes, Comunicaciones y Turismo de la Cámara de Representantes, Candidato a Intendente Municipal de Rocha,

Subsecretario del Ministerio de Educación y Cultura, y Delegado uruguayo en la Comisión Administradora del Río Uruguay. Aprovechando un viaje oficial a Cuba para participar de una Reunión del Parlamento Latinoamericano, se reunió con "Las Damas de Blanco" y con los destacados disidentes Vladimiro Roca, Oswaldo Payá y Martha Beatriz Roque. En esta entrevista habla de esos encuentros y de la desilusión de sus colegas del Frente Amplio uruguayo frente a la falta de libertad en Cuba.

Gabriel Salvia: ¿Qué experiencia tuvo como representante del Parlamento Latinoamericano visitando Cuba?

José Carlos Cardoso: Nosotros participamos de una reunión del Parlamento Latinoamericano, donde se reunían en La Habana tres comisiones: la de salud, la de medio ambiente y la de agricultura (esta última que nosotros presidimos). Cumplimos con la agenda de trabajo, obviamente, con las declaraciones y con el tratamiento de los temas, como estaba previsto. Pero yo en particular además me había preparado, como representante de un parlamento libre y de un partido político que ha luchado toda la vida por sus libertades, desde su fundación (por las libertades en Uruguay y por las libertades allí donde estas estén restringidas o conculcadas). Busqué la manera de encontrarme con actores políticos o actores sociales que viven en la isla y que de alguna manera tienen mucho que decirnos y nos están expresando por distintos medios las dificultades notorias que hay para el ejercicio de las libertades plenas, el ejercicio de la libertad de prensa, el ejercicio de la libertad de reunión, que para nosotros son fundamentales o claves en la organización de una comunidad. Eso nos llevó el primer domingo que estuvimos en La Habana a la Iglesia de Santa Rita, en el barrio Miramar, que es un lugar donde se reúnen cotidianamente, los domingos a la mañana, convocadas por la misa cristiana que hay allí, un grupo de madres y hermanas de presos políticos. Tuvimos la oportunidad de participar de ese evento religioso, y al final del mismo nos quedamos a charlar con ellas, a expresarles nuestra solidaridad, a escuchar lo que nos tenían para decir, contar sus experiencias. Y luego ellas además hacen allí, ya sobre el mediodía, una caminata por la calle frente a la iglesia. Por supuesto las acompañé y vi algunas expresiones de rechazo y otras también de apoyo (levantando el dedito, algunos que pasaban en auto), de manera que me dio la impresión que están comenzando a generar una solidaridad no ya internacional, sino dentro de la isla misma.

G. S.: ¿Y con quién más pudo estar allá, además de las Damas de Blanco?

J. C. C.: Después de eso yo tenía previsto reunirme con Vladimiro Roca, y así lo hice. Este es un hombre bien conocido, ha estado muchos años preso, un disidente muy importante. Estuve en su casa. Tuvimos una larga charla, donde hablamos de todo, obviamente: de la situación actual, de las expectativas que tienen ellos de futuro. También estuve en la casa de Marta Beatriz Roque. Esta es una militante social que trabaja en una organización no gubernamental. Es una catedrática de economía de la facultad de Economía de La Habana. Fue integrante del partido comunista hasta 1989, luego como ella nos dijo "pasé de disidente a opositora sin darme cuenta" porque apenas comenzó a tener algunas expresiones en su cátedra diferentes a las que el régimen permite, eso la hizo perder su cargo, obviamente. La visité en un barrio muy humilde de La Habana, donde vive con su hermana de 80 años. Eso fue una experiencia muy dura, porque cuando llegué al lugar, ella vive en un apartamentito de fondo, hay un corredor por donde se accede al departamento y ese corredor está pintado por el CDR, comité de defensa de la revolución local, con frases muy agraviantes, con frases duras respecto a lo que llaman ellos los contrarrevolucionarios, obviamente adjudicándole esa actividad a Marta Beatriz. Y enfrente, una cosa que me llamó mucho la atención y me chocó muchísimo, cuando llegué a su puerta, en el muro, a 75 cm. en ese corredor, hay colgado un enorme retrato de Castro, en un cuadro, que es por lo tanto lo que ella ve cuando abre su puerta. Y además todas esas banderas y frases como "muerte a la contrarrevolución", "hasta la victoria siempre", un hostigamiento. Y además no le permiten salir a menudo, tiene dificultades para movilizarse. Ella ha estado en prisión, tiene una prisión domiciliaria ahora. Y adentro la mujer tiene (como yo le decía en broma) una "división panzer" adentro de su apartamentito de 40 m2, que es una biblioteca no marxista. Ella difunde sus ideas, tanto en lo económico, como en lo político y lo social. Tuvimos una charla muy agradable. Es una mujer muy inteligente, muy lúcida. Y con una disposición a dar lo que le queda de su vida en la lucha por la libertad en Cuba y esperar que en la Isla rebrote la democracia, que haya un cambio cualitativo que permita que los cubanos vivan la libertad.

Y finalmente estuvimos con Osvaldo Payá, conocido disidente cubano, autor del Proyecto Varela. Con este también charlamos largamente. El tiene toda una estrategia de salida de la dictadura cubana. Además de haber presentado las 25 mil firmas a la Asamblea nacional Cubana en el año 2003, cuyos compañeros están todos presos, los 75 del año 2003 son quienes le ayudaron a recoger firmas y sus madres son quienes yo había visto el domingo. Él está muy firme, muy militante, muy activo, aún con todas las dificultades que hay. Hay que ponerse en su lugar, hay que estar en la Isla. No hay capacidad de reunir cinco personas en su casa. Su casa está totalmente vigilada, me contó del aislamiento al que someten a sus hijos en la escuela y en el colegio secundario. Pero él quería hablar de la actividad política que él cree debe hacerse igual, para preparar a los cubanos ante un cambio; porque también eso implica un esfuerzo de organización. En algún momento esto tiene que quebrarse, se va a quebrar, porque es la dictadura más antigua del mundo y los latinoamericanos tenemos un gran compromiso con que eso pase.

G. S.: ¿Cómo ven ellos la actitud de América latina y cuál es la sensación en el futuro próximo y especialmente de los que se hace a nivel internacional, como lo que tu hiciste?

J. C. C.: Obviamente para ellos es muy importante la actividad que nosotros podamos hacer difundiendo su situación, colaborando con ellos en eso. Aquí hay que dividir dos cuestiones. Una cosa es la difusión, la colaboración que desde afuera se tiene que hacer para que la dictadura caiga (como aconteció en mi país cuando miles de ciudadanos del mundo luchaban para que la dictadura uruguaya cayera; y lo hacían en foros internacionales, en parlamentos, en cuanto ámbito había, difundían la situación de la dictadura uruguaya de aquel momento). Bueno, nosotros tenemos que hacer lo mismo y lo hacemos. Esa es la ayuda que básicamente ellos necesitan. Payá, además, como ustedes saben, es premio Sajarov a la libertad de conciencia dado por la Unión Europea. Eso es, obviamente una ayuda muy importante y muy relevante que tenemos que seguir haciendo.

Respecto de la salida, primero hay que decir una cosa: El proyecto que ellos alientan es un proyecto desde dentro de Cuba, no está asociado a los cubanos de Miami. Hay una diferencia ahí, yo lo noté claramente; ellos dicen "este es un proyecto nuestro, que tenemos que organizarlo desde adentro, con gente de adentro. Con ayuda internacional sí, pero la ayuda internacional tiene que ser política; y no creer que va a haber designación que va a llegar a la Isla para liberarla", ese no es el camino que ellos proponen. Eso quedó absolutamente claro.

Y el segundo aspecto que debe tenerse en cuenta es que tampoco tienen muchas expectativas de la caída cercana de Fidel como tal. Ellos creen en la organización, no en un paso al costado, no en el fin por problemas de salud de Fidel Castro, que eso ya vaya a generar un cambio político; porque ahí se está hablando de los relevos, del hermano que maneja los servicios de seguridad del estado, del canciller. Las expectativas por la vida del régimen son pocas. Las expectativas por la lucha popular, por la organización, por seguir trabajando sin bajar los brazos, por la colaboración internacional, en la difusión de las barbaridades del régimen, de la falta de libertad de expresión, de que haya un solo diario y un solo canal de televisión para 11 millones de cubanos. Fíjense qué dato es ese. Hay 11 millones de latinoamericanos que sólo acceden a un diario que escribe el régimen y ven un canal de televisión que también prepara el régimen. Es brutal el sistema de conculcación de libertades. Todo con el argumento de que le iban a dar a los cubanos salud, educación y vivienda, y eso también es un fracaso, porque eso también lo pudimos ver; nosotros nos ocupamos bastante de averiguar y de contactarnos con mucha gente respecto a ver cuál es el estado de situación hoy de la salud, de la educación, de lo que ofrecía Castro hace 45 años; mientras quitaba las libertades decía "yo a cambio les voy a asegurar tal cosa", que es lo que difunden los comunistas nuestros de acá. El éxito del régimen es que les dio educación y salud, como si eso se tuviera que hacer a costa de la libertad. Ese es el concepto que quienes creemos en la libertad tenemos que reafirmar todos los días. La libertad es intrínseca al hombre. Nosotros nacemos libres, y no me tienen que quitar la libertad para conseguir benéficios sociales o para tener mejor calidad de vida. Eso se tiene que hacer en libertad. Deben ser compatibles la libertad con la mejora de la calidad de vida. En cambio los comunistas de Cuba entendieron que no. Que para dar esos beneficios materiales, que para llevar adelante el materialismo, pues entonces teníamos que recortar la libertad y acallar las conciencias de los habitantes.

G. S.: ¿Cuál fue la sensación de tus colegas del Frente Amplio en este viaje?

J. C. C.: Yo te diría que de la mayoría, no de todos, noté mucha desilusión. Había muchos legisladores jóvenes, y muchos que iban por primera vez a la Isla. Y hubo mucha desilusión al ver el estado en el que están y en poder hablar con cubanos que expresan esto que nosotros decimos. Que se sorprenden que en nuestro país haya debate, que podamos contrariar la opinión del presidente, que podamos criticar a un ministro, que podamos hacer un mitin en la calle y en una tribuna arriba de un cajón poder expresar nuestro pensamiento sin que nadie me lo recorte ni me haga callar, o ir a un medio de prensa y decir lo que pienso. Cuando estos legisladores se encontraron con cubanos que se quedaron totalmente sorprendidos de eso, yo creo que se llevaron mucha desilusión. No es fácil para dirigentes políticos que vienen apañando este régimen castrista durante toda la vida cambiar de un día para el otro. Pero yo creo que ganamos espacio en ellos también. Me consta que muchos de mis compañeros legisladores, que no son de mi partido, que son del Frente Amplio, y que son gente de bien, gente honesta intelectualmente, terminan reconociendo que aquello no es lo que los seres humanos merecen, ni necesitan, ni mucho menos que es la panacea. Ni es el ejemplo a seguir. Por el contrario. Es el lugar a donde hay que ayudar para que eso se pare.

Yo creo que hemos avanzado en eso, y con algunos legisladores con los que hablé mucho de ellos también se sentían profundamente desilusionados con lo que vieron; y doloridos incluso con el estado de pobreza en la que están cuando hoy la apertura económica por el lado del turismo es muy grande. Sin embargo, la situación de convivencia en Cuba, por la estructura que tiene el Régimen (que hoy gasta más en servicio de seguridad que en salud, sin dudas), ha llevado a esta situación de deterioro económicos social. Fíjate que la tarjeta de racionamiento de la que los comunistas se ufanaban siempre, como que era la que aseguraba la alimentación y la nutrición de las familias, tiene tres kilos de arroz, tres kilos de porotos y un kilo y medio de pollo por mes. Esa es la tarjeta de racionamiento. Cuando está entrando mucho dinero por distintas vías a Cuba. Ya no puede apelarse al viejo latiguillo del bloqueo norteamericano, aunque ese es otro capítulo. Yo creo que Estados Unidos también ayudó mucho al sostenimiento del régimen cubano por la forma en que encaró el enfrentamiento. Se necesitan mutuamente y los dos se dan razones, unos a otros, para seguir en la misma posición.

G. S.: Y lo importante es que nosotros desde aquí podemos criticar las dos cosas. Uno al mismo tiempo puede criticar una política exterior de Estados Unidos que puede considerar que no ayuda a la apertura política en Cuba, y también puede criticar lo que hace el régimen cubano.

J. C. C.: Absolutamente. El régimen cubano se ha explicado a sí mismo por la política exterior norteamericana. Durante mucho tiempo Estados Unidos aplicó una política exterior con Cuba que debe ser rechazada de plano. Pero eso no puede explicar la dictadura cubana. Nunca la dictadura cubana se va a poder explicar por el hostigamiento diplomático norteamericano. Los países pueden manejarse de otra manera, y de hecho se manejan. Uruguay tiene experiencias de choque frontal con Estados Unidos en el que no hubo que cortar la libertad o poner una dictadura para luchar contra sus posiciones beligerantes. O contra su intento, que en Uruguay pasó, de instalar bases militares, que no aconteció porque dimos una gran lucha política en el Uruguay y lo logramos impedir eso. Pero la excusa de Castro de que el lobo feroz está ahí en la puerta y que por lo tanto necesita tener a este estado organizado es nada más que una excusa para mantener un régimen dictatorial. Que además yo me traje la sensación (y cuando uno lee y analiza muchos otros aspectos del contenido político de este régimen) de que este anciano tembloroso de barba rala, que está terminando sus días como es Castro, está reproduciendo a Batista, es lo mismo. Instaló otra oligarquía, que es distinta a la oligarquía de Batista, pero es una oligarquía al fin. Porque en Cuba hay privilegiados por el régimen, protegidos por el régimen. Gente que accede a bienes, mientras otros no. Gente que puede tener un auto cero Km., una camioneta 4x4, mientras otros no pueden acceder a los vehículos. Porque esa es la nueva oligarquía que ha construido Castro. Y una dictadura brutal como aquella, con perseguidos, con presos sin juicio, con desaparecidos, con fusilados. Lo mismo que sustituyó termina instalándolo durante 47 años.

G. S.: ¿Podrías compartir con nosotros esa experiencia cuando estaban en el avión por regresar hacia Montevideo?

J. C. C.: Esa fue una experiencia casi de cierre, porque ya estábamos en el avión (y había varios legisladores, por supuesto de izquierda también). Y en determinado momento, cuando el avión ya estaba a punto de partir ingresa un funcionario de migración cubana y le indica a una señora, que estaba en la misma fila nuestra, que debe bajar porque no identifican claramente un tuvo metálico que había en su valija. La señora le dice que es un título de una universidad donde ella ha estado estudiando estos días y que se lo entregaron en un tuvo metálico. Y el oficial le dice: "no, de cualquier manera tendrá que bajar. Y además se va a quedar". Entonces hubo un murmullo, una movida en el fondo. Ella venía con otra compañera, era una señora brasileña. Bueno, todos nos inquietamos un poco y manifestamos que el avión podía esperar hasta que se revisara la valija y así la mujer podía seguir. Pero eso no fue posible, además la jefa de vuelo de Copa dijo en voz alta que lo sentíamos todos. Dijo: "señores, estamos en Cuba, esto no es cualquier parte del mundo, yo voy a partir, esta es la orden que tengo, así que la señora se va a bajar". Y así pasó. Pero en el momento en que ella bajaba, el funcionario hizo ingresar a otra mujer, y la sentó en el mismo asiento en el que la otra se había levantado. Y cuando la puerta se cerró y el avión comenzó a despegar, esta mujer empezó a llorar. Entonces nosotros hablamos con ella. Estaba ahí el diputado Luís Galo, diputado del Frente Amplio del Uruguay, que es médico. Al lado de ella y le preguntó qué le pasaba. Entones ella contó su experiencia: "yo soy médica cubana, y hace cinco años que estoy en Santiago de Chile." Sacó su pasaporte; nos mostró que tenía la tarjeta humanitaria para ir a visitar a su madre en Cuba que se estaba muriendo. Y dice que acababa de llegar, y que la bajaron del otro avión y que la subieron a ese. Y no la dejaron entrar. Sin embargo la habían autorizado. El consultado cubano en Santiago le dio esta visa para poder entrar a Cuba. Es decir la hostigaron al grado que la hicieron ir sabiendo que no la iban a dejar entrar, y le dieron una visa para que fuera. Y bueno, la mujer durante el viaje hasta Panamá obviamente estaba muy afectada, muy angustiada. Así que como le decíamos a un colega: de derechos y garantías aquí no se puede ni hablar. Eso es impensable en un régimen democrático, en un lugar donde hay libertades. Es impensable que alguien haga eso. Incluso lo primero, que la señora que bajaron, no pueda explicar qué tiene en su valija y seguir su vuelvo normalmente como pasaría en cualquier aeropuerto del mundo.

G. S.: ¿Qué opina de la reunión del MERCOSUR, especialmente en lo que hace a la visita de Fidel Castro, y me gustaría que nos recuerde primero el episodio que usted protagonizó en 1998?

J. C. C.: En el año 98, cuando Castro visitó el Uruguay, nosotros impedimos que hablara en el plenario de la Cámara de Diputados. Es impensable que un dictador venga y hable en nuestra cámara, que es una cámara libre y democrática y elegida por el pueblo en elecciones totalmente limpias e irreprochables. Pero de cualquier manera el sí vino a visitar el parlamento y nosotros tuvimos un incidente, un entredicho. Porque nosotros tenemos la lista, una enorme lista de presos en Cuba, todos presos de conciencia. Y bueno, tuvimos un intercambio con él. Yo le entregué la lista, le hice ver que mi partido reclamaba las libertades, no para uno o para dos (porque Castro acostumbra a andar con el nombre de dos o tres presos en el bolsillo que libera, aunque después ponga a otros en prisión, entonces es una manera de quedar bien ante la platea). Nosotros le dijimos que con lo que estábamos en desacuerdo era con el sistema de prisiones cubanas de reprimir y poner en prisión a gente sin un juicio justo y sin los derechos elementales de alguien que tiene que ser juzgado.

Y esto de la visita a la cumbre es muy sorpresivo. A mí no deja de sorprenderme que gobernantes elegidos democráticamente no sean severos, no estén dispuestos a levantar fuerte su voz cuando un dictador de esta calaña llega a una cumbre donde hay gobernantes democráticos. Yo creo que a esta altura es una figura patética, que se pasea ahí como un gran gerente, que todo el mundo identifica que es, ya a esta altura, incluso aquellos que más lo admiraron hoy yo creo que interiormente tienen que estar pensando otra cosa. Pero increíblemente todavía se anima a salir a países democráticos y enfrentarse a la gente. Yo obviamente no comparto que mi presidente el Dr. Vázquez no haga saber eso. Se tiene que saber que el presidente Vázquez pertenece a un partido de izquierda que ha admirado a la revolución cubana, la ha de alguna manera defendido y además la ha puesto como ejemplo durante mucho tiempo. Pero hoy es el presidente mío también. Es mi presidente y por tanto yo hubiera querido que el presidente tenga una actitud menos contemplativa con Castro, y un poco más severa. Básicamente en la exigencia de que aplique libertades. El MERCOSUR tiene una cláusula democrática, ¿qué está haciendo este señor sentado ahí? Violenta notoriamente la cláusula democrática del MERCOSUR. Además yo creo que a esta altura no tiene duda absolutamente nadie de que esto es una dictadura. Que este señor tiene a 11 millones de cubanos sometidos a un régimen policiaco, a un estado policiaco, donde lo principal es el servicio de seguridad del estado, las instalaciones telefónicas, las restricciones a todas las libertades. ¿Qué hace sentado en el MERCOSUR? Es inexplicable.

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