LOS “CICLOS ECONÓMICO-ELECTORALES” EN AMÉRICA LATINA.
BORSANI, Hugo (2003): “Elecciones, gobiernos mayoritarios y resultados macroeconómicos en América Latina (1979-1998)”, en Desarrollo Económico. Revista de Ciencias Sociales, Instituto de Desarrollo Económico y Social; no. 171, vol. 43, octubre – diciembre de 2003, pp. 389-412; Buenos Aires, Argentina.
En términos generales, América Latina ha vivido dos transiciones sucesivas, más allá de la disparidad con que se han vivido estos procesos en los diferentes casos nacionales: luego de la transición hacia la democracia iniciada entre fines de los ’70 y principios de los ’80, la región ingresó en una segunda fase de transición en la que el eje de las economías nacionales se desplazó desde el Estado hacia el mercado. En consecuencia, durante estas décadas, el debate acerca de la naturaleza del proceso de desarrollo ha girado alrededor de las potencialidades del mercado para impulsar el crecimiento económico. A la vez, han aparecido enfoques complementarios que buscaron destacar la incidencia positiva de otros factores, entre los cuales los factores político institucionales han ganado amplio espacio.
En este trabajo, H. Borsani busca llamar la atención sobre la incidencia que lo político tiene sobre lo económico, en un contexto regional en el que predominan sistemas políticos democráticos y sistemas económicos pro-mercado. A tal fin, el análisis toma en consideración la evolución del PBI y del desempleo en una muestra de países latinoamericanos, para el período comprendido desde el año 1979 hasta 1998. En este sentido, el trabajo intenta identificar qué factores político institucionales inciden en los resultados macroeconómicos: Borsani sostiene que “elecciones y gobiernos mayoritarios son dos variables políticas que han influido en la evolución de los indicadores macroeconómicos del conjunto de la región” (p. 390). La explicación brindada por Borsani se vincula lo que se conoce como ciclos económico-electorales en los que se sostiene la incidencia del oportunismo político sobre los resultados macroeconómicos, motivado por la necesidad de ganar elecciones para permanecer en el poder.
En términos teóricos, a partir de la contraposición de los modelos de ciclos políticos y económicos de W. Nordhaus y D. Hibbs, Borsani funda su argumentación en la perspectiva oportunista sostenida por el primero, en la cual los partidos políticos son vistos como maximizadores del voto: en palabras de A. Downs, “los partidos políticos no ganan elecciones para formular políticas, sino que formulan políticas para ganar elecciones” (p. 390). Así, gracias a que los costos de la manipulación de las variables macroeconómicas pueden ser calculados para que se manifiesten después de las elecciones y como las preferencias de los electores se ven dominadas por la experiencia reciente, los gobiernos optarán por medidas que impulsen el crecimiento en el corto plazo o, en su defecto, por postergar medidas de austeridad que desacelerarían la economía (p. 391). Si se asume a los electores como racionales y con capacidad de aprender de experiencias pasadas, los gobernantes encontrarán obstáculos para llevar adelante comportamientos abiertamente oportunistas (p. 394), no obstante lo cual la tentación oportunista persiste gracias a la posibilidad de generar una reactivación moderada en el corto plazo con efectos controlables y, especialmente, de postergar medidas con alto costo político (p. 391).
Sobre esta base teórica, la investigación analiza cómo incide la ocurrencia de elecciones (presidenciales y/o legislativas) sobre los resultados económicos, primero en términos generales y, posteriormente, en los casos en que se trata de gobiernos mayoritarios, incorporando así en esta segunda fase factores político institucionales de los cuales dependen las posibilidades del gobierno de llevar adelante sus políticas. A fin de verificar el modelo oportunista para identificar los años en que tuvieron lugar las elecciones, Borsani establece cinco variables dummy de carácter dicotómico: 1. año de elección del presidente; 2. primer año posterior a una elección de presidente; 3. dos primeros años posteriores a una elección de presidente; 4. año de elección parlamentaria; y 5. año posterior a elección parlamentaria (pp. 394-395).
Las conclusiones a las que llega Borsani, a partir de un test econométrico, indican que, en términos generales, si bien no es evidente una mejora de la actividad económica antes de las elecciones, en el año posterior a las mismas fue registrado un menor crecimiento del producto y un aumento en la tasa de variación del desempleo, frente a lo cual “una explicación posible de esta confirmación parcial de los modelos teóricos es que el deterioro postelectoral del crecimiento del producto es el resultado tanto de políticas que estimulan la actividad económica en años de elecciones (la optimización económica prevista en la teoría), como de la postergación, también por motivos electorales, de medidas correctivas de situaciones existentes de aparente buen desempeño” (p. 406). A la vez, los resultados son más significativos en los casos de gobiernos mayoritarios (sea de coalición o unipartidario), ya que, en estos casos, es más probable que el producto registre un mayor incremento durante el año de la elección presidencial que en cualquier otro, en especial cuando es el partido del presidente el que controla el Congreso. “Estos resultados son favorables a la hipótesis de que la observación de un mejor desempeño económico antes de las elecciones, como pronosticado por los modelos de ciclos electorales, depende en parte de las condiciones políticas e institucionales en las cuales los gobiernos se desempeñan, así como de la relación de fuerzas entre el Ejecutivo y el Legislativo”; en efecto, los gobiernos mayoritarios se encuentran en mejores condiciones de manipular la economía por motivos electorales (pp. 406-407).
Así, Borsani llama la atención sobre la conveniencia de incorporar en el análisis del proceso económico los elementos político institucionales que condicionan el desempeño de los gobiernos.
BORSANI, Hugo (2003): “Elecciones, gobiernos mayoritarios y resultados macroeconómicos en América Latina (1979-1998)”, en Desarrollo Económico. Revista de Ciencias Sociales, Instituto de Desarrollo Económico y Social; no. 171, vol. 43, octubre – diciembre de 2003, pp. 389-412; Buenos Aires, Argentina.
En términos generales, América Latina ha vivido dos transiciones sucesivas, más allá de la disparidad con que se han vivido estos procesos en los diferentes casos nacionales: luego de la transición hacia la democracia iniciada entre fines de los ’70 y principios de los ’80, la región ingresó en una segunda fase de transición en la que el eje de las economías nacionales se desplazó desde el Estado hacia el mercado. En consecuencia, durante estas décadas, el debate acerca de la naturaleza del proceso de desarrollo ha girado alrededor de las potencialidades del mercado para impulsar el crecimiento económico. A la vez, han aparecido enfoques complementarios que buscaron destacar la incidencia positiva de otros factores, entre los cuales los factores político institucionales han ganado amplio espacio.
En este trabajo, H. Borsani busca llamar la atención sobre la incidencia que lo político tiene sobre lo económico, en un contexto regional en el que predominan sistemas políticos democráticos y sistemas económicos pro-mercado. A tal fin, el análisis toma en consideración la evolución del PBI y del desempleo en una muestra de países latinoamericanos, para el período comprendido desde el año 1979 hasta 1998. En este sentido, el trabajo intenta identificar qué factores político institucionales inciden en los resultados macroeconómicos: Borsani sostiene que “elecciones y gobiernos mayoritarios son dos variables políticas que han influido en la evolución de los indicadores macroeconómicos del conjunto de la región” (p. 390). La explicación brindada por Borsani se vincula lo que se conoce como ciclos económico-electorales en los que se sostiene la incidencia del oportunismo político sobre los resultados macroeconómicos, motivado por la necesidad de ganar elecciones para permanecer en el poder.
En términos teóricos, a partir de la contraposición de los modelos de ciclos políticos y económicos de W. Nordhaus y D. Hibbs, Borsani funda su argumentación en la perspectiva oportunista sostenida por el primero, en la cual los partidos políticos son vistos como maximizadores del voto: en palabras de A. Downs, “los partidos políticos no ganan elecciones para formular políticas, sino que formulan políticas para ganar elecciones” (p. 390). Así, gracias a que los costos de la manipulación de las variables macroeconómicas pueden ser calculados para que se manifiesten después de las elecciones y como las preferencias de los electores se ven dominadas por la experiencia reciente, los gobiernos optarán por medidas que impulsen el crecimiento en el corto plazo o, en su defecto, por postergar medidas de austeridad que desacelerarían la economía (p. 391). Si se asume a los electores como racionales y con capacidad de aprender de experiencias pasadas, los gobernantes encontrarán obstáculos para llevar adelante comportamientos abiertamente oportunistas (p. 394), no obstante lo cual la tentación oportunista persiste gracias a la posibilidad de generar una reactivación moderada en el corto plazo con efectos controlables y, especialmente, de postergar medidas con alto costo político (p. 391).
Sobre esta base teórica, la investigación analiza cómo incide la ocurrencia de elecciones (presidenciales y/o legislativas) sobre los resultados económicos, primero en términos generales y, posteriormente, en los casos en que se trata de gobiernos mayoritarios, incorporando así en esta segunda fase factores político institucionales de los cuales dependen las posibilidades del gobierno de llevar adelante sus políticas. A fin de verificar el modelo oportunista para identificar los años en que tuvieron lugar las elecciones, Borsani establece cinco variables dummy de carácter dicotómico: 1. año de elección del presidente; 2. primer año posterior a una elección de presidente; 3. dos primeros años posteriores a una elección de presidente; 4. año de elección parlamentaria; y 5. año posterior a elección parlamentaria (pp. 394-395).
Las conclusiones a las que llega Borsani, a partir de un test econométrico, indican que, en términos generales, si bien no es evidente una mejora de la actividad económica antes de las elecciones, en el año posterior a las mismas fue registrado un menor crecimiento del producto y un aumento en la tasa de variación del desempleo, frente a lo cual “una explicación posible de esta confirmación parcial de los modelos teóricos es que el deterioro postelectoral del crecimiento del producto es el resultado tanto de políticas que estimulan la actividad económica en años de elecciones (la optimización económica prevista en la teoría), como de la postergación, también por motivos electorales, de medidas correctivas de situaciones existentes de aparente buen desempeño” (p. 406). A la vez, los resultados son más significativos en los casos de gobiernos mayoritarios (sea de coalición o unipartidario), ya que, en estos casos, es más probable que el producto registre un mayor incremento durante el año de la elección presidencial que en cualquier otro, en especial cuando es el partido del presidente el que controla el Congreso. “Estos resultados son favorables a la hipótesis de que la observación de un mejor desempeño económico antes de las elecciones, como pronosticado por los modelos de ciclos electorales, depende en parte de las condiciones políticas e institucionales en las cuales los gobiernos se desempeñan, así como de la relación de fuerzas entre el Ejecutivo y el Legislativo”; en efecto, los gobiernos mayoritarios se encuentran en mejores condiciones de manipular la economía por motivos electorales (pp. 406-407).
Así, Borsani llama la atención sobre la conveniencia de incorporar en el análisis del proceso económico los elementos político institucionales que condicionan el desempeño de los gobiernos.