The Global Diffusion of markets and democracy
Editado por Beth A. Simmons, Frank Dobbin y Geoffrey Garrett.
“La liberalización tanto de la política (democracia) como del mercado (economía) ha sido uno de los desarrollos más significativos de la segunda mitad del siglo XX”.
Editado por Beth A. Simmons, Frank Dobbin y Geoffrey Garrett.
Reseña de Angel Soto
El desarrollo del liberalismo económico y político fue una de las características fundamentales de la última parte del siglo XX. Efectivamente, junto a los procesos de transición democrática, en varios países se aplicaron reformas económicas orientadas hacia el libre mercado como, por ejemplo, las estabilizaciones macroeconómicas, apertura de las economías nacionales al exterior, privatizaciones y desregulación.
¿Cómo y por qué se produjo esta transformación? El libro que comentamos -The Global Diffusión of Markets and Democracy- plantea que si bien tras su aplicación estos cambios han sido exitosos y se enraizaron en las distintas sociedades, su puesta en marcha estuvo influenciada por el fracaso del socialismo y del keynesianismo, pero fundamentalmente por la acción de actores externos, no siempre gobiernos, tales como organizaciones internacionales y, de manera preponderante, por grupos de economistas, sociólogos, cientistas políticos y expertos en relaciones internacionales, los cuales pusieron los fundamentos de lo que más tarde sería el triunfo del liberalismo en la batalla de las ideas.
La coerción y el impacto del poder de determinados países y actores del sistema internacional; la competencia económica por los mercados y las inversiones; el aprendizaje de las experiencias; y la emulación entre los distintos países, son los cuatros mecanismos de difusión en los cuales se centra este trabajo. Todos ellos son clásicos de la literatura, pero tienen la virtud que permiten retomar la vieja discusión de hasta dónde la ampliación de los mercados libres, la reducción del tamaño del Estado y el mayor protagonismo del individuo puede y/o debe hacerse bajo un sistema democrático. En ese sentido las experiencias históricas son fundamentales ya que así como Chile puede ser ejemplo de una libertad económica que precedió a la libertad política, y la de China que la democracia no es necesaria para desarrollar la economía; países como Inglaterra, Irlanda y actualmente Perú son modelos que permiten afirmar que la libertad económica puede (y debe) convivir con la libertad política.
También queda en evidencia que la única manera que dichos cambios sean permanentes -y por ende no dependan de los vaivenes de los políticos de turno- se consigue a través de la obtención -para algunos construcción- de consensos a nivel de élites. Estos se obtienen gracias a una transformación cultural que permite los acuerdos mínimos respecto del camino de desarrollo que se desea. En este caso: la iniciativa individual y un Estado que vela por el respeto a las instituciones y el estado de derecho, permitiendo estabilidad e inversión de largo plazo. Una cuestión obvia -dirá el lector- pero que sin embargo en forma recurrente se intenta debilitar por quienes prefieren la redistribución igualitaria por sobre la libertad de emprender. Ahí es donde entran en escena los encargados de difundir las ideas. Aquellos "expertos" e "intelectuales" capaces de darle solidez y permanencia a los argumentos. Son ellos los que -en sus distintas tribunas públicas y privadas, desde los think tanks o en la asesoría de quienes toman decisiones- deben propagar las bondades de la libertad, que junto al desarrollo económico, permiten el respeto a los derechos humanos, de las mujeres, de las minorías, demostrando que sólo con el poder de las ideas es factible construir esa sociedad libre que permite la convivencia de la democracia y el mercado.
Angel Soto es Profesor Facultad de Comunicación Universidad de los Andes
Fuente: Revista Qué Pasa , 21 de junio de 2008
Editado por Beth A. Simmons, Frank Dobbin y Geoffrey Garrett.
Reseña de Angel Soto
El desarrollo del liberalismo económico y político fue una de las características fundamentales de la última parte del siglo XX. Efectivamente, junto a los procesos de transición democrática, en varios países se aplicaron reformas económicas orientadas hacia el libre mercado como, por ejemplo, las estabilizaciones macroeconómicas, apertura de las economías nacionales al exterior, privatizaciones y desregulación.
¿Cómo y por qué se produjo esta transformación? El libro que comentamos -The Global Diffusión of Markets and Democracy- plantea que si bien tras su aplicación estos cambios han sido exitosos y se enraizaron en las distintas sociedades, su puesta en marcha estuvo influenciada por el fracaso del socialismo y del keynesianismo, pero fundamentalmente por la acción de actores externos, no siempre gobiernos, tales como organizaciones internacionales y, de manera preponderante, por grupos de economistas, sociólogos, cientistas políticos y expertos en relaciones internacionales, los cuales pusieron los fundamentos de lo que más tarde sería el triunfo del liberalismo en la batalla de las ideas.
La coerción y el impacto del poder de determinados países y actores del sistema internacional; la competencia económica por los mercados y las inversiones; el aprendizaje de las experiencias; y la emulación entre los distintos países, son los cuatros mecanismos de difusión en los cuales se centra este trabajo. Todos ellos son clásicos de la literatura, pero tienen la virtud que permiten retomar la vieja discusión de hasta dónde la ampliación de los mercados libres, la reducción del tamaño del Estado y el mayor protagonismo del individuo puede y/o debe hacerse bajo un sistema democrático. En ese sentido las experiencias históricas son fundamentales ya que así como Chile puede ser ejemplo de una libertad económica que precedió a la libertad política, y la de China que la democracia no es necesaria para desarrollar la economía; países como Inglaterra, Irlanda y actualmente Perú son modelos que permiten afirmar que la libertad económica puede (y debe) convivir con la libertad política.
También queda en evidencia que la única manera que dichos cambios sean permanentes -y por ende no dependan de los vaivenes de los políticos de turno- se consigue a través de la obtención -para algunos construcción- de consensos a nivel de élites. Estos se obtienen gracias a una transformación cultural que permite los acuerdos mínimos respecto del camino de desarrollo que se desea. En este caso: la iniciativa individual y un Estado que vela por el respeto a las instituciones y el estado de derecho, permitiendo estabilidad e inversión de largo plazo. Una cuestión obvia -dirá el lector- pero que sin embargo en forma recurrente se intenta debilitar por quienes prefieren la redistribución igualitaria por sobre la libertad de emprender. Ahí es donde entran en escena los encargados de difundir las ideas. Aquellos "expertos" e "intelectuales" capaces de darle solidez y permanencia a los argumentos. Son ellos los que -en sus distintas tribunas públicas y privadas, desde los think tanks o en la asesoría de quienes toman decisiones- deben propagar las bondades de la libertad, que junto al desarrollo económico, permiten el respeto a los derechos humanos, de las mujeres, de las minorías, demostrando que sólo con el poder de las ideas es factible construir esa sociedad libre que permite la convivencia de la democracia y el mercado.
Angel Soto es Profesor Facultad de Comunicación Universidad de los Andes
Fuente: Revista Qué Pasa , 21 de junio de 2008