Liberalismo: Una aproximación, de David Boaz
(FAES, Madrid, 2007. 470 páginas) Reseña de Ángel Soto
Hoy, casi nadie quiere ser conservador. Tal calificativo despierta suspicacia y todos quieren ser "liberales". Sin embargo, más que en términos colectivos la pregunta debiera hacerse en forma individual. "¿Es usted liberal?", o si prefiere, "¿cuánto de liberal hay en usted?"
David Boaz, vicepresidente del Cato Institute en Washington, en su libro Liberalismo. Una aproximación, intenta dar algunas pistas. Se adentra en su historia desde la antigüedad clásica hasta el presente, para luego preguntarse por nuestros derechos, la dignidad del individuo, el pluralismo, la tolerancia, la ley y la constitución, el papel de la sociedad civil, el proceso de mercado y la naturaleza del gobierno junto a la obsolescencia de un Estado que ha dejado de ser un instrumento de libertad, pues se ha transformado en un fin en sí mismo que instrumentaliza cuanto lo rodea. Asegura su propio bienestar, obstaculiza el de las personas y se cree con el poder de decidir por nosotros. Nos cobra impuestos, quiere regular qué comemos, cuándo fumar e incluso qué estudiar. En ese sentido, nos recuerda el papel fundamental de la familia y el error al creer que las decisiones de gobierno puedan suplantar a los padres a la hora de determinar qué enseñar a los niños. Recordando a Mark Twain: "Nunca permito que lo que he aprendido en la escuela interfiera en mi educación".
El libro es optimista respecto del futuro del liberalismo. Ello debido a que durante el siglo XX se pusieron en práctica todas las alternativas anti liberales, tales como el fascismo, el socialismo, comunismo, Estado de bienestar, y ninguna de ellas consiguió traer la paz, la prosperidad y la libertad al mundo. Es decir, el fracaso de los gobiernos ha sido proporcional al grado de coerción ejercida y a la magnitud de las promesas realizadas.
Por tanto la clave esta en seguir un camino que conduce simultáneamente a la libertad individual y al crecimiento económico. Con el tiempo, las estructuras institucionales y el capital humano adquirirán más importancia que la que hoy se concede al petróleo; y el grado de avance por ese camino, dependerá de nuestra confianza en la sociedad civil y en el proceso del mercado.
Muchos movimientos políticos prometen utopías e insisten en que si se ponen en marcha sus programas, viviremos en un mundo ideal. El liberalismo ofrece más y menos. ¿Quién debe tomar la mayoría de las decisiones? ¿los individuos o el gobierno? Para el liberal, son los individuos los únicos que toman decisiones y son responsables de sus actos. Por supuesto que forman grupos para crear y deliberar, pero es la mente individual la que toma la decisión en última instancia. El individuo tiene derechos que le son inherentes a su naturaleza, y el orden espontáneo de la sociedad es resultado de millones de individuos que interactúan e intentan buscar sus propios beneficios a través de la cooperación con otros, casi siempre con resultados mejores que las que toma el legislador. Al decir de Pedro Schwartz en el prólogo: "Sólo la competencia y la claridad informativa disciplinan el natural interés propio de los individuos. Sólo en el capitalismo reinan la información y la competencia como en ninguna otra parte".
Si es usted liberal, socialdemócrata, conservador o autoritario, dependerá de cuánto conceda a la libertad personal y a la libertad económica. Nunca hay resultados perfectos, pero este libro es una invitación a reflexionar sobre el orden espontáneo versus el gobierno coercitivo.
Ángel Soto es profesor Facultad de Comunicación Universidad de los Andes, Chile.
Esta reseña fue originalmente publicada en Qué Pasa N°1918, 11 de enero de 2008.
(FAES, Madrid, 2007. 470 páginas) Reseña de Ángel Soto
Hoy, casi nadie quiere ser conservador. Tal calificativo despierta suspicacia y todos quieren ser "liberales". Sin embargo, más que en términos colectivos la pregunta debiera hacerse en forma individual. "¿Es usted liberal?", o si prefiere, "¿cuánto de liberal hay en usted?"
David Boaz, vicepresidente del Cato Institute en Washington, en su libro Liberalismo. Una aproximación, intenta dar algunas pistas. Se adentra en su historia desde la antigüedad clásica hasta el presente, para luego preguntarse por nuestros derechos, la dignidad del individuo, el pluralismo, la tolerancia, la ley y la constitución, el papel de la sociedad civil, el proceso de mercado y la naturaleza del gobierno junto a la obsolescencia de un Estado que ha dejado de ser un instrumento de libertad, pues se ha transformado en un fin en sí mismo que instrumentaliza cuanto lo rodea. Asegura su propio bienestar, obstaculiza el de las personas y se cree con el poder de decidir por nosotros. Nos cobra impuestos, quiere regular qué comemos, cuándo fumar e incluso qué estudiar. En ese sentido, nos recuerda el papel fundamental de la familia y el error al creer que las decisiones de gobierno puedan suplantar a los padres a la hora de determinar qué enseñar a los niños. Recordando a Mark Twain: "Nunca permito que lo que he aprendido en la escuela interfiera en mi educación".
El libro es optimista respecto del futuro del liberalismo. Ello debido a que durante el siglo XX se pusieron en práctica todas las alternativas anti liberales, tales como el fascismo, el socialismo, comunismo, Estado de bienestar, y ninguna de ellas consiguió traer la paz, la prosperidad y la libertad al mundo. Es decir, el fracaso de los gobiernos ha sido proporcional al grado de coerción ejercida y a la magnitud de las promesas realizadas.
Por tanto la clave esta en seguir un camino que conduce simultáneamente a la libertad individual y al crecimiento económico. Con el tiempo, las estructuras institucionales y el capital humano adquirirán más importancia que la que hoy se concede al petróleo; y el grado de avance por ese camino, dependerá de nuestra confianza en la sociedad civil y en el proceso del mercado.
Muchos movimientos políticos prometen utopías e insisten en que si se ponen en marcha sus programas, viviremos en un mundo ideal. El liberalismo ofrece más y menos. ¿Quién debe tomar la mayoría de las decisiones? ¿los individuos o el gobierno? Para el liberal, son los individuos los únicos que toman decisiones y son responsables de sus actos. Por supuesto que forman grupos para crear y deliberar, pero es la mente individual la que toma la decisión en última instancia. El individuo tiene derechos que le son inherentes a su naturaleza, y el orden espontáneo de la sociedad es resultado de millones de individuos que interactúan e intentan buscar sus propios beneficios a través de la cooperación con otros, casi siempre con resultados mejores que las que toma el legislador. Al decir de Pedro Schwartz en el prólogo: "Sólo la competencia y la claridad informativa disciplinan el natural interés propio de los individuos. Sólo en el capitalismo reinan la información y la competencia como en ninguna otra parte".
Si es usted liberal, socialdemócrata, conservador o autoritario, dependerá de cuánto conceda a la libertad personal y a la libertad económica. Nunca hay resultados perfectos, pero este libro es una invitación a reflexionar sobre el orden espontáneo versus el gobierno coercitivo.
Ángel Soto es profesor Facultad de Comunicación Universidad de los Andes, Chile.
Esta reseña fue originalmente publicada en Qué Pasa N°1918, 11 de enero de 2008.