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05.05.17

¿Habrá votantes en las primarias?

(El Líbero) Las primarias del 2 de julio difícilmente lograrán una participación mayor que la observada en 2013. Es más, hay buenas razones para temer que la gran noticia del día sea la baja participación. Y mientras más bajo sea el número de votantes, más peso tendrá la capacidad de acarrear electores que tengan los distintos candidatos.
Por Patricio Navia

(El Líbero) Lo único peor que no hacer primaras es hacerlas y que nadie vaya a votar. Porque no todas las coaliciones optaron por primarias y las que lo harán es sólo para escoger candidatos presidenciales, el gran peligro del 2 de julio es una baja participación. Si la gente se abstiene mayoritariamente de ir a votar ese día, no ganarán los candidatos que tengan mejores propuestas, sino los que sean capaces de organizar mejor el acarreo de electores.

Aunque las primarias en Chile datan de los 90 —con dos iniciativas organizadas por la Concertación para las elecciones presidenciales de 1993 y 1999—, la adopción de una ley que las regula para todos los cargos de elección popular fue promulgada en el Gobierno de Sebastián Piñera (2010-2014). En 2013, las dos coaliciones realizaron primarias para escoger candidatos presidenciales, y además la Alianza las usó para definir algunos candidatos a diputados. El 30 de junio de 2013, casi tres millones de personas participaron en las primarias. La enorme popularidad que entonces tenía Michelle Bachelet llevó a que más de la mitad de los votantes le dieran su apoyo. Sus más de 1,5 millones de votos casi duplicaron la votación combinada de los dos aspirantes presidenciales de la coalición de derecha, donde el UDI Pablo Longueira 415 mil votos y el RN Andrés Allamand alcanzó 393 mil.

El arrastre que tenía Bachelet hizo que la participación en esas primarias fuera sustancialmente superior a lo que se esperaba. Como en otros países que tienen primarias la participación se ubica entre un 10% y un 20% del electorado relevante, la tasa cercana al 50% de los que votan en una elección normal llevó a muchos a pensar que los chilenos que participan tienden a votar en cualquier instancia electoral, primarias o elecciones generales. Pero como uno de cada dos votos en la primaria de 2013 fue para Bachelet, parece más razonable concluir que su presencia indujo esa participación especialmente alta.

No hay buenas razones para creer que las primarias de 2017 tendrán una participación similar a la de hace cuatro años. De hecho, sobran motivos para ser más pesimistas sobre la cantidad de gente que saldrá a votar.

En primer lugar, no hay un candidato que genere el entusiasmo que en 2013 generaba Bachelet. El que hoy lidera las encuestas, el ex Presidente Sebastián Piñera, tiene una intención de voto que es apenas la mitad de la que tenía Bachelet en período comparable en 2013. Por eso, podemos anticipar que no logrará atraer el apoyo de 1,5 millones de chilenos el 2 de julio. En segundo lugar, solo una de dos coaliciones importantes realizará primarias presidenciales. Aunque algunos simpatizantes de la Nueva Mayoría puedan sentirse tentados a participar de las primarias de la derecha  —presumiblemente para dañar a Piñera—, o en las del Frente Amplio, habrá muchos otros que normalmente votan por la centroizquierda y que no saldrán el 2 de julio. En tercer lugar, como sólo habrá primarias para escoger candidatos presidenciales, no habrá candidatos a diputados movilizando a sus simpatizantes para lograr apoyo en sus propias aventuras electorales. Eso repercutirá negativamente en la participación nacional.

Es cierto que ahora habrá primarias en una coalición alternativa de izquierda —el Frente Amplio—, pero a menos que suceda un terremoto político sin precedentes en la historia nacional, el FA probablemente no atraerá más votación que la que históricamente ha atraído la izquierda extraparlamentaria. Como el FA tiene más popularidad en sectores medios, jóvenes y altamente educados, su efecto se circunscribirá a grandes ciudades.

Las primarias del 2 de julio difícilmente lograrán una participación mayor que la observada en 2013. Es más, hay buenas razones para temer que la gran noticia del día sea la baja participación. Y mientras más bajo sea el número de votantes, más peso tendrá la capacidad de acarrear votantes que tengan los distintos candidatos.

En la derecha, si votan menos de 800 mil personas, la victoria de Sebastián Piñera —que lidera ampliamente en intención de voto— no está para nada garantizada. Como el diputado Felipe Kast logrará quitarle votación en sectores acomodados (que votan más que el resto), el ex Presidente deberá mostrarse capaz de movilizar votantes para contrarrestar la reconocida capacidad movilizadora del senador Manuel José Ossandón en Puente Alto y la zona sur de Santiago.

En el Frente Amplio, el desafío será atraer a un número suficiente de votantes para mostrar que, comparada con Chile Vamos, la nueva coalición centroizquierdista tiene también presencia nacional y puede pasar de ser un saludo a la bandera a ser una amenaza real para las dos coaliciones que han dominado la política chilena desde el retorno de la democracia.

Fuente: El Líbero (Santiago, Chile)