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16.09.16

La cláusula de exclusión voluntaria de Sebastián Piñera

(El Líbero) Aunque es perfectamente razonable para un candidato en su posición establecer un opt-out clause, la fecha de vencimiento de esa cláusula puede ser demasiado temprano como para saber si vale la pena correr el riesgo de ser candidato presidencial por tercera vez en 12 años.
Por Patricio Navia

(El Líbero) Dejando en evidencia las razones que lo han hecho un exitoso hombre de negocios, el ex Presidente Sebastián Piñera ha establecido una cláusula de exclusión voluntaria (opt-out clause) en su tercera candidatura presidencial. Sabiendo que los vientos anti-establishment que soplan en el país pudieran volverse en su contra, el principal líder de la derecha chilena ha anunciado que en marzo de 2017 podrá ejercer su opción de retirarse de la carrera presidencial. Si bien esa postura pudiera indicar que Piñera está más preocupado de su propio bienestar que del de su sector, el ex Presidente está aprovechando la ventaja que hoy lleva en las encuestas al establecer condiciones.

Como uno de los hombres de negocios más exitosos del país en los últimos 30 años y el político más exitoso de derecha en Chile desde el retorno de la democracia, Piñera pone mucho en juego si se presenta como candidato presidencial por tercera vez. Si bien el ex Presidente tuvo un cuatrienio complejo, batiendo un récord de impopularidad, el hecho que su sucesora sea aún más impopular y que la economía se haya estancado después de que él dejo el poder ayudan a mejorar la percepción ciudadana sobre lo que fue su gobierno. Además, como su aprobación comenzó a subir durante los últimos meses de gobierno, Piñera es un ex Presidente cuya imagen ha ido en ascenso después de dejar La Moneda.

Cualquier político lo pensaría dos veces antes de anunciar una candidatura presidencial, pero Piñera ha demostrado su enorme capacidad para especular exitosamente en situaciones de riesgo. Como político y empresario, Piñera ha sabido comprar barato y vender caro. Pero también ha sabido comprar cuando el precio ha ido subiendo y vender todavía más caro. Por eso, dada la favorable coyuntura que hoy se presenta —con un gobierno impopular sin candidato presidencial propio y una candidatura en ciernes del ex Presidente Ricardo Lagos que entusiasma poco en la Nueva Mayoría y todavía menos en la ciudadanía—, Piñera se comporta como un candidato presidencial en campaña.

Pero las cosas nunca son fáciles para los aspirantes a la primera magistratura. En la derecha, Piñera enfrenta el desafío de liderar una coalición fragmentada y tensionada. El senador Manuel José Ossandón, el único líder de derecha que aparece como posible amenaza a su candidatura, ha dejado en claro que una competencia entre ambos será más parecida a una riña callejera que a un debate de salón decimonónico. Piñera también lee las cambiantes preferencias de los chilenos. El fuerte rechazo al abuso empresarial constituye una amenaza a un ex Presidente que, ante la perspectiva de la gente, gobernó más cerca de los empresarios que de los chilenos de a pie. La sensación dominante anti-establishment en el país también pudiera convertirse en una barrera infranqueable para un ex Presidente cuyo apellido y trayectoria son emblemáticos del establishment tradicional del país.

Por eso, haciendo uso de una herramienta común en el mundo de los negocios, Piñera ha decidido establecer unilateralmente una cláusula de salida en su ya abierta campaña presidencial. Piñera ha dicho que en marzo de 2017 podrá hacer uso del opt-out clause y simplemente retirarse de la carrera presidencial.

En circunstancias normales, cualquier coalición rechazaría la condición que pone el ex Presidente. Pero la derecha hoy enfrenta una situación especialmente compleja. Pese a la debilidad del gobierno de Bachelet, la oposición no logra una sintonía con el electorado. Con el gobierno en el piso, la derecha no va a poder anotarse una victoria arrasadora en la elección municipal del 23 de octubre. Para muchos militantes duros de derecha —y ciertamente para los líderes de sus dos principales partidos— la mejor alternativa electoral que tiene el sector es poco atractiva. Para muchos en la derecha, una candidatura presidencial de Ossandón es menos atractiva que resignarse y apoyar el retorno de Ricardo Lagos al poder. De ahí que para el sector, las condiciones que ha puesto Piñera son exigentes, pero aceptables.

Porque Piñera es su mejor carta, porque les resulta muy difícil tragarse a Ossandón y porque, en la ausencia de Piñera, la candidatura de Lagos es un trago no demasiado amargo, la derecha ha decidido aceptar el opt-out clause de Piñera y esperará hasta marzo para ver si las encuestas acompañan al ex Presidente. Lamentablemente para Piñera, como los chilenos no están poniendo todavía mucha atención a la campaña, es improbable que en marzo de 2017 las encuestas vayan a ser mucho más informativas de lo que son ahora. De ahí que, aunque es perfectamente razonable para un candidato en su posición establecer un opt-out clause, la fecha de vencimiento de esa cláusula puede ser demasiado temprano como para saber si vale la pena correr el riesgo de ser candidato presidencial por tercera vez en 12 años.

Fuente: El Líbero (Santiago, Chile)