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11.05.16

El FA en tiempo de vacas flacas: avances y cuentas pendientes

(El Observador) Cuando la economía pierde dinamismo el gobierno está obligado a hacer más política. Pero un desafío político de porte mayor, aunque parezca un juego de palabras, es encontrar la forma de relanzar la economía. Si no lo hace corre el riesgo de perder la elección de 2019. El gran problema, una vez más, es que en el partido de gobierno conviven visiones muy distintas.
Por Adolfo Garcé

(El Observador) "El Frente Amplio ha sido condenado por los dioses a gobernar con viento en contra”, escribí a fines del año pasado. Pero no está condenado a perder la próxima elección. Puede sobrevivir al shock externo adverso. Para hacerlo, argumenté, ante la pérdida de dinamismo económico tendrá que apostar mucho más al dinamismo político. Llevando este argumento hasta el final sostuve que el gobierno debería: 1) operar sobre las expectativas explicando el cambio de contexto y disculpándose ante la opinión pública por no haberlo advertido antes (especialmente durante la elección); 2) optar de una buena vez por una de las dos visiones de la economía que conviven en su seno: “Si siguen optando por darle el gobierno de la economía a los astoristas es preferible que los dejen ejecutar su libreto a que les pongan palos en la rueda”; 3) encarar reformas postergadas y anheladas por la opinión pública; 4) revitalizar el liderazgo presidencial para zurcir dentro del FA y tender puentes con la oposición1.

Desde comienzos de 2016 el gobierno viene haciendo mucha más política que durante el año anterior. En primer lugar, tantos baldes de agua fría lanzados desde el Poder Ejecutivo parecen haber surtido efecto: la sociedad uruguaya ha tomado nota del cambio de clima en la economía. La moderación del tono del discurso del PIT-CNT durante el 1° de Mayo debe ser interpretada en este contexto. En segundo lugar, es muy visible el repunte experimentado en la curva del liderazgo presidencial. Durante el 2015 el presidente apareció poco y, cuando lo hizo, no transmitió capacidad de conducción. Desde principios de este año despliega iniciativas interesantes, recorriendo el camino del diálogo con la oposición que transitaron con audacia otros presidentes como Jorge Batlle (con la Comisión para la Paz) o José Mujica (con los acuerdos multipartidarios de 2010). La construcción de acuerdos con la oposición no solamente tiene un efecto positivo en la imagen del presidente. Además, hará posible atender mejor la demanda de cambios en la política de seguridad ciudadana que se hace sentir hace años en la ciudadanía.

Si el proceso de construcción de acuerdos en materia de seguridad terminara prosperando el gobierno podría intentar recorrer el mismo camino en otras áreas. El FA generó, primero durante la presidencia de Mujica, y luego durante la campaña electoral que depositó a Vázquez nuevamente en el sillón presidencial, grandes expectativas respecto a la necesidad y la posibilidad de una reforma educativa ambiciosa. El presidente, durante su magro 2015, pareció enterrar esta perspectiva cuando se dio el lujo de perder dos alfiles de la talla de Fernando Filgueira y Juan Pedro Mir. Me pregunto si, así como se animó a hincarle el diente a la seguridad ciudadana, no se atreverá a avanzar en el tema educativo siguiendo un camino similar. Si los partidos fueron capaces de encontrar puntos de contacto en materia de seguridad (la arena en la que se han verificado los enfrentamientos más intensos en los últimos años entre gobierno y oposición) podrían hacer otro tanto en materia educativa. La clave, otra vez, está en la voluntad y la pericia del liderazgo presidencial.

El FA tiene otras cuentas pendientes. Cuando la economía pierde dinamismo el gobierno está obligado a hacer más política. Pero un desafío político de porte mayor, aunque parezca un juego de palabras, es encontrar la forma de relanzar la economía. Si no lo hace corre el riesgo de perder la elección de 2019. El gran problema, una vez más, es que en el partido de gobierno conviven visiones muy distintas. Mientras Danilo Astori y Rodolfo Nin Novoa insisten en el camino de la apertura económica, el “ala izquierda” del FA insiste, en nombre del “desarrollo”, en priorizar el comercio dentro del Mercosur: “Solamente la integración regional puede consolidar el espacio para la diversificación industrial y las cadenas de valor en el comercio de bienes. La actual estructura primario exportadora de nuestro comercio de bienes no resuelve los nudos centrales de nuestra estrategia de desarrollo como sociedad...”2.

En este tema también se requiere liderazgo presidencial. Dado que Vázquez sigue prefiriendo, como desde hace una década, confiar en la visión de Astori, debería respaldar la estrategia de inserción comercial que el MEF y la cancillería han venido impulsando. Pero no lo podrá hacer sin levantar la amenaza de veto del “ala izquierda” del FA. Desde mi punto de vista tiene solamente dos caminos. El primero es de la persuasión: debería ser capaz de explicar que la apertura comercial no conspira contra la “transformación productiva” para decirlo en los términos de la “nueva” Cepal. El segundo es el de la negociación: pedir apoyo a la estrategia de inserción astorista a cambio de concesiones en otras políticas (v.g. impuestos, salarios, gasto público social). El único camino que no puede recorrer es el de la imposición, dada la trama pluralista que singulariza a la política uruguaya en el contexto latinoamericano.

1- Ver: La política en tiempo de vacas flacas

2- Ver: “La Inserción Internacional del Uruguay”, documento firmado por Casa Grande, Partido Comunista, Compromiso Frenteamplista – 711, Partido Por Victoria Del Pueblo y Movimiento De Participación Popular

Fuente: El Observador (Montevideo, Uruguay)