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05.11.14

Explorando razones del predominio del FA

(El Observador) El FA logró una excelente votación porque, entre otras razones, se las ingenió para reformular su propuesta electoral. Un partido no puede ganar sin ilusionar. Aunque no le sacó todo el jugo que hubiera podido, la izquierda uruguaya demostró que sigue teniendo una agenda para proponerle al país. El FA sigue vivo porque habla de «desarrollo productivo» y «sistema de cuidados», mantiene su vigencia porque sigue ofreciendo futuro.
Por Adolfo Garcé

(El Observador) La probabilidad de una victoria de Luis Lacalle Pou sobre Tabaré Vázquez tiende a cero.

Es cierto, todavía falta el balotaje. Pero la probabilidad de una victoria de Luis Lacalle Pou sobre Tabaré Vázquez tiende a cero. Confirmada la mayoría frenteamplista en diputados, con el Partido Independiente reafirmando su equidistancia y con tantos batllistas mirando hacia el candidato del PN con reticencia, el Frente Amplio puede empezar a preparar los festejos de su tercera victoria consecutiva con mayoría parlamentaria. Luego de una década en el poder, la izquierda eludió la maldición del “costo de gobernar”. Analicemos por qué.

La economía. Política y economía son dimensiones sociales diferentes. Pero no cabe duda de que no puede separarse el éxito electoral del FA del boom experimentado por la economía uruguaya durante la última década. La izquierda confirmó su predominio político porque la economía funciona: el producto creció, el desempleo siguió en niveles muy bajos, la inflación permaneció bajo control y, en ese contexto, los salarios aumentaron.

Los pobres. El FA no se preocupó por los más humildes para aumentar su capital político. Lo hizo porque, al decir de Norberto Bobbio, la “estrella polar” que guía a los partidos de izquierda es la búsqueda de la igualdad. Pero, al ocuparse de los más pobres, además de atender su mandato moral, la izquierda se benefició electoralmente. Es lógico que los más pobres premien a quienes demuestran atender sus necesidades. La izquierda goza de buena salud porque hizo mucho por cuidar y “fidelizar” a su principal clientela.

El interior. El FA nació en Montevideo. Fue durante muchos años, en esencia, un partido urbano. Sigue siendo así, pero su apoyo en Montevideo cayó levemente. Esta pérdida fue compensada por un llamativo crecimiento en el interior del país. El FA pasó de ser el partido más votado en 11 departamentos (2009) a serlo en 14 (2014). El aumento del voto a la izquierda en el interior, a su vez, se explica fundamentalmente por la combinación de las dos razones anteriores. La economía fue especialmente dinámica en el interior (en 10 años el paisaje rural se transformó) y los que más se beneficiaron fueron, justamente, los trabajadores del interior.

El “rastrillo” electoral. El FA nació criticando la falta de coherencia de los partidos tradicionales. Sin embargo, a medida que fue creciendo, se fue convirtiendo en el partido más fraccionalizado del sistema. La fraccionalización, como demuestra la historia política del país, es un problema a la hora de gobernar. Sin embargo, es una herramienta espléndida cuando llega el tiempo de recoger apoyos electorales. El FA sigue siendo poderoso porque tiene muchas fracciones diferentes capaces de captar apoyos en sectores muy distintos tanto en términos sociológicos como ideológicos.

La agenda. La excelente votación del FA se explica mejor desde el enfoque “retrospectivo” (por la evaluación de los resultados del gobierno) que desde el “prospectivo” (por las nuevas promesas electorales).

Pero el FA también logró una excelente votación porque se las ingenió para reformular su propuesta electoral. Un partido no puede ganar sin ilusionar. Aunque no le sacó todo el jugo que hubiera podido, la izquierda uruguaya demostró que sigue teniendo una agenda para proponerle al país. El FA sigue vivo porque habla de “desarrollo productivo” y “sistema de cuidados”, mantiene su vigencia porque sigue ofreciendo futuro.

Solemos decir que los partidos componen un sistema. Esto quiere decir que lo que hace cada uno de ellos incide en los otros. Mirado desde este ángulo, cabe preguntarse en qué medida la fortaleza del FA podría ser explicada por las características de los partidos de oposición. Desde mi punto de vista, la oposición, sin proponérselo, favorece la reproducción del poder político del FA. Falla en términos estratégicos y discursivos.

La estrategia. La oposición facilita el predominio frenteamplista porque actúa dividida: como he dicho hasta el cansancio, ofrece un equilibrio entre competencia y cooperación que beneficia al FA. Blancos, colorados e independientes han coincidido durante 10 años cuestionando al FA. Pero no son capaces de articular entre ellos para construir una alternativa al predominio del FA.

El discurso. El PN recorrió toda la campaña electoral insistiendo en hacer política de “una nueva forma”, “por la positiva”. Este enfoque, muy novedoso para nuestros códigos políticos, parece haber sido funcional al despegue de Lacalle Pou como nuevo líder del PN durante el primer semestre del año. Pero, con los datos del 26 de octubre a la vista hay que preguntarse, otra vez, a quién favoreció más, si al PN… o al FA.

Este punto me parece especialmente interesante. En teoría, este encuadre permitía desplegar críticas al gobierno y prometer cambios. En la práctica, el discurso nacionalista terminó poniendo más énfasis en la continuidad (en admitir que hay “cosas que están bien y que hay que cambiarlas”) que en la novedad.

En los hechos, “la positiva” contribuyó a legitimar buena parte de las alternativas de políticas públicas ensayadas por la izquierda gobernante (recién ahora, hacia el balotaje, con una elección virtualmente perdida, los blancos incorporaron cambios en sus prioridades discursivas).

En política no hay mucho espacio para inventar. Si la oposición no se esfuerza en construir el relato de los errores, aunque no haya sabido narrar bien sus propios aciertos y realizaciones, el partido de gobierno no va pagar el tan mentado “costo de gobernar”.

Fuente: El Observador (Montevideo, Uruguay)