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07.08.14

Los límites de la reforma migratoria y la apertura parcial al mundo de los demócratas cubanos

La reforma migratoria encuentra dos grandes limitaciones y un espacio de oportunidad para que los actores democráticos aprovechen de la manera más efectiva. Sobre las restricciones de los países latinoamericanos al ingreso de los cubanos, es importante señalar la contradicción que implica para esos mismos gobiernos que elogian muchos aspectos de la dictadura cubana.
Por Gabriel C. Salvia

La única señal importante de apertura que realizó el régimen de partido único de Cuba, que lleva más de medio siglo en el poder, fue la reforma migratoria de enero de 2013. El cambio consistió en la eliminación de la tarjeta blanca y de esta manera Cuba dejó de ser el único país de América Latina que expresamente les negaba a sus ciudadanos ejercer el derecho humano establecido en el artículo 13 inciso 2 de la declaración universal de 1948: “Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso el propio, y a regresar a su país”.

Por ser una dictadura tan cerrada, esta reforma ha sido sin dudas una mínima señal de apertura y en el caso de los referentes de la oposición les ofrece la posibilidad de hacerse escuchar al menos en los lugares donde los quieran oír. Mientras tanto, el resto de la normativa que reprime las libertades fundamentales se mantiene intacta y en Cuba siguen considerándose delitos, por ejemplo, los derechos a expresarse, asociarse y reunirse libremente.

Sin embargo, esta reforma migratoria tiene tres grandes limitaciones. La primera es la más obvia: quienes viven en la Isla –salvo los miembros de la nomenklatura del Partido Comunista de Cuba- no disponen de recursos propios para viajar al exterior debido al fracasado sistema económico que rige en la isla de los hermanos Castro. Otra limitación está referida a la gran cantidad de países que les solicitan visa de ingreso a los ciudadanos cubanos, incluyendo a casi todos los de América Latina. Y la otra limitación alcanza a los presos políticos que fueron liberados con licencia extra penal, a los cuales directamente se les niega el derecho a salir del país.

Asimismo, la ventana de oportunidad que ofrece la reforma migratoria a los actores democráticos cubanos conlleva varios desafíos. El principal es que cuanto más tiempo pasen los opositores en el exterior, menos tiempo disponen para su labor primordial de trabajar por la apertura política dentro de su país.

LA FALSA SOLIDARIDAD LATINOAMERICANA CON LA REVOLUCIÓN CUBANA

De acuerdo al "Visa Restrictions Index" que publica The Henley & Partners, los cubanos no necesitan visa solamente en 61 países, mientras que los argentinos pueden ingresar libremente a 147. A nivel mundial, lideran el ranking Finlandia, Suecia y Reino Unido, donde sus ciudadanos pueden viajar a 173 destinos sin necesidad de tramitar un visado. Al final de la lista se encuentran Afganistán (28), Irak (31), y Pakistán y Somalia (32).

En América Latina los cubanos pueden viajar con su pasaporte solamente a Ecuador y Haití. En el resto de los países latinoamericanos, cuyos gobiernos se dicen tan solidarios con el régimen de partido único de Cuba, los ciudadanos de la mayor de las Antillas necesitan tramitar la visa, la cual en muchos casos incluye requisitos de imposible cumplimiento para ellos.

Por caso, Paraguay les solicita un listado de trece requisitos, entre los cuales figuran: carta de invitación; un certificado médico que debe decir que no está afectado por enfermedades infectocontagiosas, es no reactivo al HIV y la fecha de la prueba; y un extracto bancario superior a 5.000 dólares para ciudadanos de un país donde el salario promedio mensual es de 20 dólares.

Asimismo, para los cubanos que obtienen visa para viajar a un país de América Latina, algunos países de la región les exigen visa de tránsito a quienes deben realizar una conexión aérea. Es decir, si un cubano viene a Buenos Aires desde La Habana y tiene su vuelo de conexión en Bogotá o en el Distrito Federal de México, debe tramitar una visa de tránsito en esos países y abonar por la misma.

Como puede apreciarse, salvo dos casos excepcionales, como Ecuador y Haití, toda América Latina se protege frente a la posibilidad de que los ciudadanos cubanos ingresen libremente a sus países. Esto representa una crítica latinoamericana implícita al sistema político, económico y social vigente en Cuba desde hace más de medio siglo, pues las exigencias que se le impone al ingreso de los cubanos se deben al temor de su exilio.

Si Cuba efectivamente fuera un país en el cual sus habitantes gozaran de libertades, beneficios sociales y buena calidad de vida, como muchos lo afirman, incluyendo su propio gobierno, ¿cuál sería entonces la razón por la cual sus ciudadanos desean emigrar y hasta los hermanos países latinoamericanos les establecen importantes restricciones para el ingreso?

Lo cierto es que Cuba no solo es una dictadura, en la cual se reprimen severamente las libertades civiles y políticas: es también un país en el cual su gobierno ha sido un fracaso absoluto en lo económico, lo cual provoca en su población los deseos de emigrar en búsqueda de mejores oportunidades. Por tal motivo, los mismos países que se suman al circo cubano condenando el embargo, brindándoles a los Castro igualdad de trato y respaldándolos en todos los ámbitos internacionales, al establecer fuertes restricciones de ingreso a los ciudadanos de Cuba están rechazando su sistema político, económico y social.

SIN SALIDA: LOS DEMÓCRATAS CUBANOS IMPEDIDOS DE VIAJAR AL EXTERIOR

En el caso de los presos políticos del grupo de los 75 detenidos en la oleada represiva conocida como “La primavera negra de Cuba”, iniciada en marzo del 2003, ellos no tienen permitido viajar al exterior salvo que acepten la condición del destierro. Estas personas fueron encarceladas por ejercer derechos como la libertad de expresión, asociación, reunión y petición, que en Cuba son considerados delitos por su régimen de partido único.

La mayoría del grupo de los 75 tuvo que exiliarse, pero unos doce permanecen en Cuba con licencia extrapenal, lo cual les impide salir del país. Entre ellos se encuentran Jorge Olivera Castillo -quien no puede asistir a un curso al cual fue becado en la Universidad de Harvard-, Librado Linares García, Iván Hernández Carrillo, Félix Navarro Rodríguez, Eduardo Díaz Fleitas, Oscar Elías Biscet, Marta Beatriz Roque Cabello, Arnaldo Ramos Lauzurique, Héctor Maseda Gutiérrez -esposo de la fallecida Laura Pollán, fundadora y líder de Las Damas de Blanco- Diosdado González Marrero, José Daniel Ferrer García y Ángel Moya Acosta.

La mayoría de los mencionados opositores se mantienen activos en la lucha pacífica por la apertura política en su país, destacándose la creciente labor de José Daniel Ferrer García de la UNPACU, especialmente en el interior del país.

Por su parte, la dictadura cubana sigue deteniendo y encarcelando a opositores pacíficos, siendo los casos más notorios el de la Dama de Blanco Sonia Garro y el del escritor Ángel Santiesteban. Pero mayormente, para evitar las protestas internacionales, la represión se realiza mediante detenciones de corta duración, como en su momento lo denunció un informe de la prestigiosa organización Human Rights Watch. Asimismo, todas las semanas la policía política impide la manifestación pacífica de las Damas de Blanco en la vía pública y la dictadura continúa implementando esa práctica de primitivismo político de origen fascista que en Cuba se conoce como “acto o mitin de repudio”.

Más recientemente, en otro gesto de impunidad política, la dictadura cubana detuvo a fines del mes de enero a Manuel Cuesta Morúa, portavoz del Arco Progresista y el principal organizador dentro de Cuba del Foro Alternativo a la Cumbre de la CELAC en La Habana, y le inició una causa típicamente orwelliana, acusándolo del delito de “Difusión de Noticias Falsas contra la Paz Internacional”.

En el caso de Cuesta Morúa, después de seis meses presentándose cada martes en la misma comisaría, le habían anunciado que se dejaba sin efecto la causa. Pero días después le notificaron que seguía vigente, por lo cual se encuentra impedido de viajar al exterior y por ende no pudo asistir al encuentro anual de la Latin American Studies Association (LASA) en Chicago que se realizó a fines de mayo en la ciudad de Chicago, en los Estados Unidos.

El caso de Cuesta Morúa es un claro ejemplo del retroceso del régimen unipartidista de los hermanos Castro en su reforma migratoria y una nueva señal de que no están dispuestos a abandonar su sistema políticamente cerrado, representando así a una de las dictaduras más férreas del mundo.

OPORTUNIDADES Y DESAFÍOS PARA LOS ACTORES DEMOCRÁTICOS CUBANOS

Desde que se produjo la reforma migratoria en Cuba, una importante cantidad de opositores residentes en la isla tuvieron la posibilidad de viajar al exterior. En el caso de los más notorios, su presencia en el exterior viene ayudando a sensibilizar sobre la realidad de Cuba - incluso testimoniando en organismos - y a generarles vínculos internacionales. En muchos casos, les permite capacitarse, tanto profesionalmente como en la labor pacífica que realizan dentro de Cuba defendiendo los derechos humanos.

Pero dos grandes desafíos son los que esta ventana de oportunidad les plantea a los demócratas cubanos de mayor activismo dentro de Cuba. El principal es que tener muchas y prolongadas estadías en el exterior afectará su labor interna en Cuba, por lo cual lo recomendable sería que no viajen más de una vez por trimestre y que su ausencia de la isla no supere los diez días. El otro desafío es lograr romper el bloqueo que el régimen cubano les impone en Cuba, negándoles el derecho a existir, lo cual en muchos casos lo extienden la mayor parte de los países que tienen embajada en Cuba e incluso los funcionarios extranjeros que visitan la Isla.

En cuanto a la presencia en el exterior, es muy importante la participación de actores democráticos cubanos en foros internacionales, las entrevistas en medios de comunicación, audiencias con políticos y funcionarios e intercambios con colegas de la sociedad civil. Aquí el gran desafío que tienen es el de involucrar a quienes pueden hacer la diferencia. Es decir, en Estados Unidos, Polonia y República Checa encontrarán apoyo, pero es fundamental que logren solidaridad por parte de países como Alemania, Canadá, Francia, Noruega y Chile, por mencionar algunos. Una manera de buscar el reconocimiento de estas democracias es pidiéndoles que hagan efectivas las recomendaciones que formularon durante el último examen periódico universal de Cuba en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU.

Al respecto, habiendo tenido Chile - con distintos gobiernos - una posición tan clara respecto a la falta de libertades en Cuba, no puede ser que su embajada en La Habana no mantenga contactos regulares con los activistas democráticos en la isla. Habiendo asumido recientemente un nuevo gobierno en Chile y teniendo importantes funcionarios demócratas cristianos en cargos relevantes, una tarea prioritaria de los demócratas cubanos es la de lograr mayor solidaridad por parte del único país de América Latina que ha tenido en la última década una postura coherente sobre la situación en Cuba.

Es decir, con algunos gobiernos latinoamericanos - como el caso del argentino actual - no tiene sentido que pierdan el tiempo, pero con las democracias más institucionalistas de la región es importante que gestionen encuentros en búsqueda de reconocimiento. Es verdad que en algunos países los trámites de visados son complicados, pero en las visitas a Estados Unidos sería conveniente que contacten a los representantes permanentes de estos países ante la Organización de Estados Americanos y ante la Organización de las Naciones Unidas.

Por otra parte, es fundamental que en sus viajes busquen el apoyo de referentes con trayectoria en la defensa de los derechos humanos, especialmente de la izquierda democrática. Esto es lo que por ejemplo le recomendó Héctor Schamis, profesor en la Universidad de Georgetown y columnista del diario El País, en un encuentro que mantuvo con Yoani Sánchez. Es decir, los activistas de derechos humanos en Cuba que tienen la posibilidad de viajar al exterior en busca de solidaridad no tienen que repetir la estrategia que caracterizó a las organizaciones y referentes del exilio que en muchos años no lograron ampliar apoyos. De más está decir que en Chile no es lo más conveniente vincularse con sectores con pasado pinochetista o en Argentina con quienes durante la dictadura militar miraron para otro lado.

CONCLUSIÓN

Como puede apreciarse, la reforma migratoria encuentra dos grandes limitaciones y un espacio de oportunidad para que los actores democráticos aprovechen de la manera más efectiva.

Sobre las restricciones de los países latinoamericanos al ingreso de los cubanos, es importante señalar la contradicción que implica para esos mismos gobiernos que elogian muchos aspectos de la dictadura cubana.

Respecto a la imposibilidad de salir del país a los ex presos políticos, parte del diálogo y las negociaciones de gobiernos democráticos con el de Cuba debe incluir la amnistía definitiva o el retiro de los cargos.

Finalmente, los viajes al exterior de los activistas democráticos cubanos requieren de una estrategia coordinada entre ellos mismos y sus contrapartes extranjeras, ya sea para mantener la regularidad de la labor interna como la de implementar una más efectiva incidencia internacional.