Artículos

30.10.13

El segundo puesto está en disputa

(El Observador) El segundo puesto en octubre de 2014 está en disputa. Por eso mismo, uno de los pleitos más interesantes de los próximos 12 meses es el que enfrentará a Larrañaga y Bordaberry. Aunque en los dos partidos fundacionales habrá una intensa competencia por la candidatura presidencial, el escenario más probable es que los líderes mencionados sean nominados sin mayores dificultades.
Por Adolfo Garcé

(El Observador) Falta un año exactamente para la elección nacional. Aunque la política uruguaya es insólitamente estable y, por ende, previsible, no son pocas las preguntas importantes para las cuales no es fácil tener, al menos por ahora, respuestas definitivas. Por ejemplo, no es fácil anticipar si el Frente Amplio logrará la hazaña de obtener, por tercera vez consecutiva, mayoría parlamentaria. Tampoco es sencillo pronosticar cuántos votos de frenteamplistas desencantados irán a parar a Unidad Popular (la coalición de izquierda radical fundada en torno a Asamblea Popular en abril de 2013) o al Partido Independiente. Tampoco resulta evidente el cálculo exacto de cuántos senadores perderán el MPP y el Herrerismo, las dos fracciones cuyas bancadas se encuentran más amenazadas.

Forma parte de este subconjunto de preguntas especialmente intrigantes (además de relevantes) la cuestión de cómo se resolverá, a la postre, el pleito por el segundo lugar en la elección nacional. El Partido Nacional (PN), como es sabido, viene liderando sin mayores angustias todas las encuestas. El Partido Colorado (PC) aparece tercero y muy lejos de su rival histórico, el otro partido fundacional. Mirada de lejos, la ventaja de los nacionalistas parece indescontable. Sin embargo, no lo es. Desde mi punto de vista, lo más probable es que el PC crezca significativamente durante el año próximo. Para justificar esta aseveración voy a proponer los tres argumentos siguientes.

El primero de ellos deriva de la peculiar naturaleza de nuestro sistema de partidos. Aunque son cuatro los partidos políticamente relevantes (los que están representados en el Parlamento), existen solamente dos grandes bloques políticos: de un lado, el bloque del actual partido de gobierno, el FA; del otro, el que componen los dos principales partidos de oposición (PN y PC). La evidencia empírica muestra que no es tan sencillo para el elector tomar la decisión de trasladar el voto de un bloque hacia otro (la volatilidad electoral entre bloques es baja). Sin embargo, es evidente que resulta relativamente sencillo cambiar de preferencia al interior de cada una de estas dos grandes mitades (la volatilidad electoral intrabloques es alta).

Los electores se mueven con relativa facilidad al interior de cada bloque porque ellos mismos, como votantes, no son muy diferentes. En el eje izquierda-derecha tienden a autoidentificarse de modo similar. En materia de posiciones sobre grandes temas de gobierno sostienen posiciones parecidas. En definitiva, y más allá de la existencia de tradiciones políticas distintas dentro de cada bloque, hay una fuerte superposición ideológica tanto entre los electores como entre los actores de cada una de las dos grandes mitades que componen el sistema de partidos y el electorado.

El segundo argumento para considerar muy probable que el PC logre seguir creciendo durante el próximo año es que existe una amplia zona de coincidencia entre el electorado tradicional del Herrerismo y el de Vamos Uruguay. Ambos grupos de electores priorizan valores similares: orden, autoridad, seguridad, iniciativa individual, familia tradicional, etcétera. A medida que Lacalle Pou siga incrementando la intensidad de su viraje al centro (a esta altura ya muy visible), es muy probable que se incremente la fuga de votantes desde el sector más tradicional del PN hacia el más nuevo del PC. Llevando este razonamiento hasta el final, hay que esperar que esta fuga de votantes de centro y centroderecha desde un partido fundacional hacia el otro se intensifique una vez que se verifique el previsible triunfo de Jorge Larrañaga sobre Lacalle Pou en la primaria del PN (junio de 2014).

El tercer argumento tiene que ver más directamente con los perfiles de los candidatos. Pedro Bordaberry tiene un par de ventajas competitivas significativas. En primer lugar, ya ha demostrado que sabe cómo brillar en las campañas electorales. Lo demostró con claridad a comienzos de 2005 cuando encarnó el dificilísimo papel de candidato a la IMM por el PC. Lo confirmó cuatro años después, cuando ganó por primera vez la nominación como candidato a la Presidencia por el PC. En segundo lugar, en la campaña venidera, a las aptitudes y destrezas comunicacionales que ya le conocemos, podrá sumar un elemento clave: es el político que más enfática y persistentemente ha encarnado, durante todos estos años, la promesa de “mano dura” hacia el delito que reclama, con cierta impaciencia, la mayoría de los electores.

El segundo puesto en octubre de 2014 está en disputa. Por eso mismo, uno de los pleitos más interesantes de los próximos 12 meses es el que enfrentará a Larrañaga y Bordaberry. Aunque en los dos partidos fundacionales habrá una intensa competencia por la candidatura presidencial, el escenario más probable es que los líderes mencionados sean nominados sin mayores dificultades. A los favoritos, de todos modos, no les faltan flancos débiles. La principal debilidad de Bordaberry es que el “ala batllista” de su partido ha mostrado serios problemas para crecer (todo indica que el PN presentará un “rastrillo electoral” mejor estructurado). Larrañaga, por su parte, al negarse a apoyar la campaña por la baja de la edad de imputabilidad penal, quedó mal posicionado en el tema seguridad pública, el asunto que más preocupa a la opinión pública. Los dos tienen problemas. El que los resuelva mejor durante este año de campaña electoral tendrá la oportunidad de pasar al balotaje para medirse cara a cara con Tabaré Vázquez, en noviembre de 2014.

Fuente: El Observador (Montevideo, Uruguay)