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10.06.13

Predicándole al coro

(La Tercera) Cuando participan en un debate para primarias, el candidato presidencial no busca atraer a los moderados, sino convencer a los propios. Aunque parece tentador hablar a los moderados —e incluso prometer cosas que pudieran ser atractivas para electores inclinados a participar en primarias de otra coalición— los feligreses más fieles son los que más asisten a la iglesia.
Por Patricio Navia

(La Tercera) Como predicadores del mismo credo que compiten por convencer al coro de la iglesia, los candidatos en una primaria exageran sus diferencias ideológicas y buscan adeptos destacando más bien sus atributos personales.

A diferencia de una elección nacional, en que los candidatos deben buscar el voto moderado, en una primaria se gana con el apoyo de una mayoría de los simpatizantes y partisanos. Si bien los candidatos también pueden atraer independientes, reditúa más aleonar a los militantes que ir en pos de electores que todavía no están poniendo mucha atención al proceso electoral.

Cuando participan en un debate para primarias, el candidato presidencial no busca atraer a los moderados, sino convencer a los propios.  Aunque parece tentador hablar a los moderados —e incluso prometer cosas que pudieran ser atractivas para electores inclinados a participar en primarias de otra coalición— los feligreses más fieles son los que más asisten a la iglesia.

Por eso, ganarse el apoyo de los miembros del coro de la iglesia es más importante que decir cosas que hagan sentido a los que asisten al culto solo de vez en cuando.  Si un candidato se sabe con ventaja sobre sus rivales en la primaria, tendrá también la tentación de hablarle al resto del país. Pero los que lideran las encuestas son precisamente los que más deben cuidar a esos militantes fieles que saben que, una vez concluido el proceso de primarias, serán ignorados por el abanderado que saldrá a conquistar nuevos votantes.

Los que lideran las encuestas siempre abordan los debates con estrategia defensiva. Son los que más arriesgan y los que menos tienen por ganar.  Los desafiantes en cambio deben arriesgar mucho más.  El tiempo se les acaba y las oportunidades para enfrentar directamente al líder escasea.

Andrés Velasco y Claudio Orrego tendrán por primera vez la oportunidad de enfrentar directamente a Michelle Bachelet. Si optan por confrontarla, correrán un riesgo.  Bachelet es popular y maneja bien el arte de la victimización. Pero si no la enfrentan —y en cambio se centran en atacarse mutuamente— estarán implícitamente reconociendo que la pelea es por el segundo lugar. Si se centran más uno en el otro que ambos en Bachelet, en el mejor de los casos, aparecerán en la foto de noviembre como un miembro más del coro y no como el líder frente del púlpito de esa iglesia que se llamaba Concertación y que ahora quiere ser conocida como Nueva Mayoría.

Fuente: La Tercera (Santiago de Chile)