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28.05.10

Elecciones inéditas en Colombia

Encuestas de opinión pública indican que habrá segunda vuelta el 20 de junio entre el candidato oficialista Juan Manuel Santos y el candidato del Partido Verde, Antanas Mockus. Pero un aspecto muy a tener en cuenta para el futuro de Colombia, cualquiera sea el triunfador, es la serie de modificaciones político- partidarias ocurridas en escasos tres meses.
Por Hugo Machín Fajardo

A horas de las elecciones para elegir Presidente en Colombia el próximo domingo 30 de mayo, los datos generados por sondeos y encuestas de opinión pública indican que habrá segunda vuelta el 20 de junio entre el candidato oficialista Juan Manuel Santos y el candidato del Partido Verde, Antanas Mockus. Pero un aspecto muy a tener en cuenta para el futuro de Colombia, cualquiera sea el triunfador, es la serie de modificaciones político- partidarias ocurridas en escasos tres meses.

El panorama electoral colombiano ha sufrido en breve lapso cambios tan vertiginosos, que ningún analista pudo prever.

En febrero, con la campaña pro referéndum reeleccionista en favor del presidente Álvaro Uribe a todo vapor, pocos dudaban en que habría un tercer período del actual Jefe de Estado que inició su administración en 2002 y, tras una reelección en 2006, contaba con el 70% de la aprobación ciudadana. Pero el 26 de febrero, la Corte Constitucional, con numerosos argumentos y evidencia de irregularidades e inconstitucionalidades, dejó sin efecto la iniciativa reeleccionista.

Al día siguiente, el panorama político electoral había tenido un primer gran cambio: desaparecía de escena el favorito en las encuestas. Así. se abría un postergado y corto período electoral hasta el 15 de marzo en que se celebraban elecciones legislativas para integrar el Poder Legislativo que estará en funciones hasta 2015.

El 16 de marzo, se configuraba el triunfo del «uribismo» que mediante el Partido Social de la Unidad Nacional (Partido de la U), liderado por Juan Manuel Santos, el ex Ministro de Defensa de Uribe, obtenía 27 senadores, la mayor bancada, que sumada a la del Partido Conservador, llegaban a 52 con un 47% de los votos.

El Partido Liberal, autodefinido como la tercera fuerza política del país y el principal partido opositor, con casi un 17% de los votos y nueve senadores electos, podía entonces suponerse sería un gran animador de la contienda presidencial.

El Partido Verde, con 4,12% de los votos y cuatro senadores electos apareció como una colectividad “significativa” para algunos analistas, más allá del festejo de Antanas Mockus, uno de los “tres tenores” como se había denominado a los ex tres alcaldes de Bogotá que dirimieron en esa elección quién sería candidato a la presidencia.

La “Ola verde”

Lo que siguió fue un vértigo inédito en la historia electoral colombiana. En pocos días, luego de establecer la fórmula con otro ex alcalde prestigioso de Medellín, Sergio Fajardo, Mockus creció en las encuestas hasta llegar al empate técnico que registra en el presente con Santos.

Este filósofo, hijo de lituanos, con barba estilo Abraham Lincoln, ex rector de la Universidad Nacional de Colombia, dos veces alcalde bogotano y en ambas gestiones con buenos resultados, enarbolando un lápiz como símbolo de su campaña educativo-electoral, logró entusiasmar a descreídos, a opositores, a jóvenes, a uribistas de la primera hora, y a sectores no definibles que le dan un 35% en las encuestas y un 47% para una eventual segunda vuelta. Cifras similares obtiene Santos.

No puede hablarse del Partido Verde como una organización estructurada, con el aparato necesario para ganar elecciones, la experiencia y el conocimiento territorial que garantizan votos en el día de los comicios. Con eso cuenta, y mucho, Santos. Y deberían contar los partidos Conservador y Liberal. Pero estos últimos no marcan en las encuestas. Ese descenso en la intención de voto de dichas colectividades, es otro de los fenómenos no previstos hace tres meses. Como lo es el hecho de que Mockus llegue a casi 700 mil adherentes en facebook, un dato revelador de por donde transitan sus votantes.

Mockus no es un outsider, aunque tenga actitudes de tal. Bajarse los pantalones ante un público hostil, cuando era rector universitario; arrojar un vaso de agua a un opositor en un debate político;  llegar a su boda montado en un elefante; y una serie de anécdotas por el estilo. En realidad, puede decirse que ejerció la función pública con criterio científico aplicado a la política. Fue un eficiente administrador de recursos públicos durante sus mandatos al frente de Bogotá, ciudad de ocho millones de habitantes y ha hecho popular el concepto de “sagrados” referido a los recursos públicos.

No es una bandera menor en un país que pierde anualmente cuatro billones de pesos por la corrupción, según el zar anticorrupción de Colombia, Oscar Ortiz, cuando el presupuesto general de la Nación es de 30 billones de pesos. (Cambio, octubre, 2009)

El jueves 27 de mayo tuvo lugar el último debate entre los seis candidatos presidenciales. Las intervenciones de dos de ellos –el liberal, Rafael Pardo y el izquierdista Gustavo Petro- al abordar temas vinculados a la pobreza (19 millones en 45 que suma el total de habitantes); las interceptaciones telefónicas realizadas por organismos de inteligencia del estado contra magistrados de la Corte de Justicia; las dos mil muertes extrajudiciales (“falsos positivos”); así como el reciente informe de la ONU en el se dice que existía un “patrón de comportamiento” para esos crímenes, tema que introdujo Germán Vargas Lleras de Cambio Radical y más próximo a Santos, objetivamente, erosionaron al candidato oficialista y le llevaron agua al molino de Mockus.