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01.02.07

Hacia el poder sin límites

Por Ricardo López Göttig

América latina se ha perdido en el laberinto de quienes sueñan con tener héroes que la salven de la pobreza y la postergación, buscando al redentor que finalmente logre sacarla del pozo al que nos arrojaron potencias malignas y designios perversos. Así han aparecido héroes de la retórica, de promesas, de gestos altisonantes, que proclaman reivindicaciones simbólicas que encienden el orgullo inmediato para ganar elecciones. Una vez arribados a la presidencia, estos héroes reclaman para sí una suma de poder incuestionable, ilimitado, concentrado, para llevar adelante sus gestas épicas. No les caben las reglas de la normalidad democrática, de la alternancia pacífica en el gobierno, ni los límites constitucionales y los contrapesos republicanos.

Algunos han contribuido a socavar la gobernabilidad de sus respectivos países, como Hugo Chávez y Evo Morales, a fin de apresurar sus victorias comiciales. Han usufructuado el desprestigio de los partidos políticos tradicionales, anquilosados por la inexistencia de mecanismos de democracia interna y la persistencia de líderes sospechados de corrupción. Pero el objetivo de estos héroes del pueblo no es la rutina democrática e institucional, si no la superación y abolición de los valores de la democracia liberal, extremadamente frágiles en Hispanoamérica.

Estamos asistiendo a los primeros pasos hacia un poder sin límites en Venezuela, Nicaragua, Bolivia y, quizás, Ecuador. El presidente Hugo Chávez obtuvo del Congreso venezolano, en el que la totalidad de los escaños están en manos chavistas, el otorgamiento de poderes legislativos para gobernar por decreto durante un año y medio, en una sesión circense celebrada en una plaza pública. De este modo, ha recibido la suma de poder para iniciar el tránsito de Venezuela al socialismo del siglo XXI, que supone el control de la economía, las comunicaciones, la energía, la distribución territorial y hasta una reforma constitucional para que habilite su reelección indefinida en el tiempo.

El presidente nicaragüense Daniel Ortega, a pesar de no contar con la mayoría del parlamento, está intentando concentrar el poder, postergando hasta el 20 de enero del 2008 la vigencia de la Ley Marco, que recorta las atribuciones del Poder Ejecutivo. También reformó la Ley 290, asumiendo mayores potestades en su control de las fuerzas de seguridad y defensa del país, afectando gravemente la institucionalidad de las fuerzas armadas, que fueron tan politizadas durante el régimen marxista-sandinista en los años ochenta. Asimismo, los sandinistas están considerando convocar a una Asamblea Constituyente, siguiendo la moda bolivariana, para habilitar la reelección del presidente de la República, además de recortar las atribuciones del parlamento a favor de las "asambleas del poder popular", siguiendo el modelo cubano. Ante esto, los medios de comunicación independientes, los partidos de oposición -sandinistas disidentes y partidos liberales- y la Iglesia Católica han salido a frenar estas ambiciones de quien, inspirado por John Lennon, prometió "amor y paz" durante la campaña electoral.

La sociedad civil está respondiendo valientemente en Nicaragua, pero se está debilitando alarmantemente en Venezuela y Bolivia, ante los atropellos a la república. Dentro y fuera del continente, el amplio universo democrático debe repudiar claramente estos retrocesos autoritarios, porque si América latina sigue este rumbo hacia un poder sin límites, acabará por condenarse a ser cada vez más pobre, sin libertad y sin porvenir.

Ricardo López Göttig es Doctor en Historia, investigador asociado de CADAL y de la Fundación Hayek, y director del Instituto Liberal Democrático.