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06.12.18

Apuntes sobre el Congreso del Frente Amplio

(El Observador) En particular, el Congreso destinó mucha energía a construir acuerdos sobre algunos asuntos especialmente polémicos, como los eventuales cambios al sistema tributario o la política comercial. Mientras tanto, otros temas fundamentales como los desafíos en materia de educación, ocuparon un espacio más reducido.
Por Adolfo Garcé

(El Observador) El fin de semana pasado se reunió el Congreso del Frente Amplio. Los cerca de 1.000 delegados tenían dos tareas delicadas: proclamar los precandidatos a la Presidencia y aprobar las Bases Programáticas 2020-2025. En el plano de las candidaturas se concretó una renovación radical. Óscar Andrade, Mario Bergara, Carolina Cosse y Daniel Martínez, la nueva camada de presidenciables, fueron autorizados a competir en pie de igualdad por la nominación que habrá de dirimirse, como la de los otros partidos, en la elección primaria prevista para el domingo 30 de junio de 2019. En el plano programático se verificaron algunos debates intensos.

En particular, el Congreso destinó mucha energía a construir acuerdos sobre algunos asuntos especialmente polémicos, como los eventuales cambios al sistema tributario o la política comercial. Mientras tanto, otros temas fundamentales como los desafíos en materia de educación, ocuparon un espacio más reducido. 

Lo más relevante de la proclamación de los precandidatos es que, por primera vez desde 1994 hasta la fecha, los frenteamplistas no contarán con Danilo Astori, José Mujica y Tabaré Vázquez en la lista de los posibles presidenciables. Llegó la hora de la tan anhelada por tantos frenteamplistas renovación generacional. La gran pregunta es cuál será el impacto electoral de esta decisión. Me permito dudar acerca de la opinión que percibo como mayoritaria: no me parece evidente que el FA vaya a votar mejor en 2019 apostando a caras “nuevas”. El mejor candidato no necesariamente es el más joven. Es aquel que logra expresar mejor las tradiciones e ilusiones de su partido. Si el FA logra su cuarta victoria quedará muy claro que esos líderes, Astori, Mujica y Vázquez, ya no eran imprescindibles. En cambio, si el FA es derrotado, no sabremos si lo fue por haber prescindido de las figuras que descollaron durante la Era Progresista o por otras razones. En todo caso, la decisión de habilitar liderazgos emergentes es expresión de una intensa demanda de renovación que viene circulando dentro de la elite militante frenteamplista al menos desde fines del mandato presidencial de José Mujica, y que Tabaré Vázquez no canalizó. 

El Congreso discutió a fondo al menos dos asuntos muy delicados: política tributaria y política comercial. En ambos casos la tarea de los delegados no fue sencilla. Debían construir acuerdos entre preferencias distintas (a favor y en contra de aumentar la presión tributaria a las empresas, a favor y en contra de las listas negativas en los acuerdos comerciales). Pero también debían hacer equilibrio entre la pretensión de ser explícitos en las propuestas y la prudencia desde el punto de vista electoral. En materia tributaria los delegados llegaron a un acuerdo: acordaron procurar incrementar la progresividad de los impuestos directos a las empresas para compensar la disminución de la carga tributaria sobre trabajadores y pequeñas y medianas empresas. Resta saber, nada menos, si las cuentas cierran. También resta saber en qué medida el eventual incremento de los impuestos a las grandes empresas puede conspirar contra una tasa de inversión que muestra señales de depresión. En materia comercial, en cambio, no hubo humo blanco. Las diferencias en este plano son demasiado profundas. Aunque todos son partidarios de promover la innovación, difieren respecto al impacto de la apertura comercial (y de los tratados que la promueven) en ella. La decisión sobre este asunto se postergó. En todo caso, mirando el medio vaso lleno, reconforta ver a un partido discutir tan a fondo temas fundamentales para la ciudadanía. 

Otros asuntos cruciales ocuparon menos espacio en el debate. Llama la atención en este sentido que los problemas de la educación no hayan sido abordados más a fondo. Está muy claro que el FA sigue apostando a incrementar el presupuesto en esta área clave: se insiste en tender al 6% del PIB (esto nos remite, dicho sea de paso, a la cuestión tributaria). Pero ya sabemos que el incremento del gasto público en educación es condición necesaria pero no suficiente para superar los problemas de cobertura, calidad y desigualdad existentes. Asombra que el FA siga sin elaborar una respuesta global a este desafío, seguramente el más importante desde el punto de vista social (para reparar la fractura que persiste), económico (para asegurar los recursos humanos que requiere cualquier proyecto de desarrollo) y político (es bien conocido el nexo entre educación, ciudadanía y calidad de la democracia). 

¿Qué puede esperar la ciudadanía en materia educativa desde el punto de vista estructural? ¿El FA va a asumir o no el compromiso de llevar adelante una reforma educativa en caso de volver a ganar? ¿De qué sirve que el candidato a la Presidencia hable durante la campaña de reforma educativa si no cuenta con el respaldo de su “fuerza política”? (Remito a las expectativas generadas y frustradas por Mujica, primero, y Vázquez, después.) El documento base discutido por el Congreso, elaborado durante meses por la Comisión Nacional de Programa del FA, reconoce a regañadientes la necesidad de cambios de fondo: “Es imprescindible impulsar y profundizar cambios estructurales en la educación. Hay que prestar atención fundamental al acceso y a la culminación de los ciclos educativos, al nivel de la formación que se ofrece y a la multiplicación de las oportunidades para que se reincorporen a los estudios formales quienes han quedado al margen de ellos”. Pero no dice ni cuáles son las causas de los problemas ni cómo abordarlos. Desde mi punto de vista, teniendo en cuenta tanto este documento como su ulterior discusión en el Congreso Extraordinario, el FA sigue en deuda como partido en su elaboración programática respecto a los desafíos de la política educativa.

Fuente: El Observador (Montevideo, Uruguay)