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17.10.18

Política de alianzas & 2019

(El Observador) El líder del Partido de la Gente ya demostró, al entenderse con el intendente Daniel Martínez en torno al plan de obras del Fondo Capital, que es un negociador implacable y poco previsible. Tarde o temprano, Lacalle Pou tendrá que entenderse con él, especialmente si (como todo hace pensar) Novick logra uno o dos senadores. El líder blanco lo precisará para ganar y gobernar. El del Partido de la Gente, si quiere seguir creciendo, tendrá que aceptar formar parte de esa coalición.
Por Adolfo Garcé

(El Observador) En Uruguay solemos asignarle al candidato a la Presidencia más importancia de la que realmente tiene. Los desempeños de los partidos desde 2004 en adelante aportan evidencia clara: la votación del Frente Amplio y del Partido Nacional, para poner apenas dos ejemplos, cambió mucho menos que el perfil de sus respectivos presidenciables. La próxima elección no será la excepción. El resultado se juega, en esencia, en el terreno de la política de alianzas. 

Durante el fin de semana, (en el encuentro de Todos), Luis Lacalle Pou insistió en que el próximo gobierno representará una “evolución política”. Afirmó que en la historia política de Uruguay “no ha habido integración de más de dos partidos”. Y agregó: “No queremos llegar rápido y solos, queremos llegar juntos cuando todos estén preparados”. Ambas frases encierran tres conceptos que merecen ser analizados detenidamente.

El primero es que, como indica la lógica, en el caso muy probable de que obtenga nuevamente la nominación como candidato a la Presidencia por el PN, procurará construir una coalición. Dada la creciente fragmentación del sistema de partidos (en este momento hay seis partidos con representación parlamentaria) y, en particular, del ala centroderecha del bloque opositor (Partido Nacional, Partido Colorado, Partido de la Gente), es obvio que si es electo presidente, Lacalle Pou no tendrá mayoría en el Parlamento a menos que logre un pacto con otros partidos del mismo bloque político. Poder ofrecer, en el balotaje, una coalición de gobierno que asegure mayoría parlamentaria en ambas cámaras (al estilo de lo que logró Jorge Batlle en noviembre de 1999) no solo es muy importante en términos de gobernabilidad. Además es clave para captar a la mayoría de los electores durante la segunda vuelta. Dicho más claramente todavía: ganará el  balotaje el candidato que ofrezca mejor condiciones de gobernabilidad para el quinquenio 2020-2025. 

El segundo concepto a destacar del discurso del líder nacionalista refiere al timing en la construcción de la coalición (electoral y de gobierno) mencionada en el párrafo anterior. Lacalle Pou prefiere no apurar la construcción de esa coalición. En términos analíticos cabe distinguir tres momentos diferentes para concretar la articulación de ese gran acuerdo: 1) noviembre de 2019,; 2) julio-agosto de 2019 (inmediatamente después de las primarias); 3) fines de 2018 y comienzos de 2019. El primer escenario (negociar antes del balotaje) es el más simple: se conoce el mapa parlamentario y los términos de la negociación pueden ser, por tanto, más claros. El último (negociar antes de las primarias) es el más difícil: la negociación es más compleja porque hay más actores (todos los precandidatos de cada partido) y mucha incertidumbre sobre los respectivos desempeños electorales de cada partido. El escenario intermedio es más simple en un sentido y más complejo en otro: ya están definidos los candidatos presidenciales pero se mantiene la incertidumbre sobre el mapa parlamentario. Está claro que Lacalle Pou prefiere no impulsar acuerdos desde ya, y darle tiempo al tiempo. 

El tercer concepto del discurso refiere a la cantidad de partidos que formarían parte de esa coalición (electoral y de gobierno). Habló de “tres o cuatro” partidos. No especificó cuáles. Es evidente que, en cualquier caso, los colorados apoyarán a los blancos. Entre 1985 y 2004 gobernaron en distintos formatos de coalición durante el 65% del tiempo. Pase lo que pase en la elección parlamentaria, los dos partidos “fundacionales” pactarán entre sí. Si descartamos la Unidad Popular como posible socio de esta coalición dada su ideología (en términos de competencia espacial están a la izquierda del FA), quedan dos otros posibles integrantes de la coalición opositora: el Partido de la Gente y el Partido Independiente.

Edgardo Novick es el gran misterio de la próxima elección. Hay buenas razones para pensar que se le presenta un escenario muy favorable para crecer. Basta mirar el panorama político regional para entender que, en el río revuelto del desencanto y la frustración ciudadana, suelen sacar rédito los outsiders (especialmente cuando, como es el caso, a la “fortuna” de una coyuntura favorable le agregan la “astucia” y la “decisión”, consideradas virtudes políticas hace quinientos años por Maquiavelo en El príncipe). El líder del Partido de la Gente ya demostró, al entenderse con el intendente Daniel Martínez en torno al plan de obras del Fondo Capital, que es un negociador implacable y poco previsible. Tarde o temprano, Lacalle Pou tendrá que entenderse con él, especialmente si (como todo hace pensar) Novick logra uno o dos senadores. El líder blanco lo precisará para ganar y gobernar. El del Partido de la Gente, si quiere seguir creciendo, tendrá que aceptar formar parte de esa coalición. 

También es poco previsible el comportamiento del PI. La convergencia con algunos frenteamplistas (encabezados por Esteban Valenti) y con los batllistas “orejanos” (liderados por Fernando Amado) incrementan las expectativas de que este partido dé un salto importante en su desempeño electoral. Supongamos, por un instante, que los liderados por Pablo Mieres no logran crecer significativamente pero mantienen presencia en el Senado. Aun así, en este escenario de mínima, serían un socio clave para Lacalle Pou. Tampoco será sencillo para Lacalle Pou (si es electo candidato a la Presidencia por el PN) entenderse con el PI. Mieres no ha sido todavía demasiado explícito en cuanto a qué escenario prefieren los independientes: si negociar con el FA o con el PN. La naciente “sociedad” con frenteamplistas y batllistas, mirado desde este punto de vista, puede ser un obstáculo serio para el eventual apoyo de los independientes a un gobierno encabezado por Lacalle Pou. 

Fuente: El Observador (Montevideo, Uruguay)