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04.07.18

Bailando al ritmo de la oposición

(El Líbero) La derecha ha caído en el juego de hacer crecer el Estado -creando nuevos ministerios- y de enviar proyectos de ley para solucionar problemas para los que bastaría eliminar barreras anticompetitivas, promover la transparencia y reducir la discrecionalidad en la toma de decisiones.
Por Patricio Navia

(El Líbero) El debate sobre la supuesta parálisis legislativa del gobierno constituye una derrota para Chile Vamos. Dado que, como dijo el Presidente Piñera, los gobiernos debieran ser evaluados por cómo se ve afectada la vida de los ciudadanos, al entrar a debatir sobre qué proyectos de ley se enviarán cuándo haaceptado jugar en una cancha que refleja las prioridades y visión de mundo de la oposición. Porque la izquierda cree que la solución a los problemas del país pasa siempre por el Estado y que la mejor forma de enfrentar los desafíos es a través de nuevos proyectos de ley, en la discusión actual sobre qué tan bien está avanzando su agenda el gobierno ésta ha logrado definir los términos del debate.

Para aquellos que creen que los mercados competitivos y bien regulados son la mejor herramienta para crear riqueza, la principal labor del Estado debiera ser asegurarse de que éstos sean los apropiados para promoverlos. Como el mercado genera desigualdades, en tanto hay ganadores y perdedores, el Estado también debe proveer una red de protección social para que los perdedores puedan volver a competir y tengan posibilidades de salir adelante. Cuando la red de protección social es demasiado frágil, los perdedores terminan marginados de los beneficios del progreso a la vez que la sociedad pierde la oportunidad de beneficiarse con las contribuciones y el esfuerzo que ellos son capaces de entregar. De igual forma, cuando la red de protección social es demasiado robusta, hay muchos que optan por la complacencia de saber que no necesitan hacer mucho para tener una buena calidad de vida, por lo que la sociedad también malgasta su esfuerzo y creatividad.

Desde el retorno de la democracia, Chile ha consolidado una economía de mercado y el Estado ha avanzado significativamente en fortalecer los marcos regulatorios. Pero dado el tamaño de nuestra economía y la tendencia de los mercados a producir concentración, el país tiene muchos que no son lo suficientemente competitivos, lo que debilita el poder de los consumidores y permite el abuso. Esa falta de competencia ha llevado a que mucha gente se rebele contra el abuso y abrace la demanda de “no al lucro” -que en la realidad del Chile de hoy quiere decir no al abuso.

La respuesta que ha ofrecido la izquierda a la falta de competencia en los mercados pasó de una postura pragmática, que promovía la profundización de la competencia durante los gobiernos de la Concertación, a una más a favor de la excesiva regulación por parte del Estado de los servicios y la provisión de bienes. De ahí que en los últimos años hemos visto que los gobiernos de izquierda han querido aumentar el rol del Estado en la educación, la salud, las pensiones e incluso la provisión de medicamentos. Para la izquierda, parecería ser que todos los problemas se solucionan con un nuevo ministerio o el envío de un proyecto de ley.

Lamentablemente, la derecha no ha sabido defender su posición de que a veces la mejor solución para los problemas es inducir más competencia, no aumentar el rol del Estado en la provisión de servicios. Ha caído en el juego de hacer crecer el Estado, creando nuevos ministerios, y de enviar proyectos de ley para solucionar problemas que, muchas veces, se solucionarían simplemente eliminando barreras anticompetitivas, promoviendo la transparencia y reduciendo la discrecionalidad en la toma de decisiones.

En la disputa actual sobre qué tan bien lo está haciendo el segundo gobierno de Piñera, la izquierda ha intentado poner la música que de que el mejor instrumento para evaluar el desempeño del gobierno es contar el número de proyectos de ley que envía el ejecutivo. Aunque el Presidente Piñera respondió correctamente cuestionando ese criterio, tanto él como varias altas autoridades del gobierno se precipitaron en aclarar que La Moneda apurará el envío de nuevos proyectos de ley para avanzar su agenda. Con sus declaraciones han aceptado tácitamente que el desempeño del gobierno debe evaluarse a partir de la cantidad de proyectos de ley que presenta el ejecutivo.

Es verdad que algunas de las promesas de campaña del gobierno requieren nuevas leyes—como la corrección a la reforma tributaria de Bachelet, la reforma a las pensiones y la reforma a la salud. Pero el éxito del gobierno no se mide por la cantidad de proyectos de ley que se envíen, ni por la cantidad de nuevas leyes o burocracias estatales que se creen. El criterio fundamental que debe usarse al evaluar a un gobierno es si la gente está mejor ahora que antes. Si para el 11 de septiembre de 2018, cuando se cumplan 6 meses de gobierno, una mayoría de los chilenos cree que ellos y el país están mejor que cuando Piñera asumió, dará lo mismo si hay o no sequía legislativa. Ese es el norte que debiera guiar al gobierno. Por eso, aceptar hoy jugar en la cancha que quiere la oposición constituye un error.

Fuente: El Líbero (Santiago, Chile)