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28.02.18

Autoconvocados, Frente Amplio y capitalismo (otros crujidos)

(El Observador) En cualquier parte del mundo, cuando se frena la economía después de muchos años de gobiernos de izquierda, la probabilidad del triunfo de la derecha empieza a crecer. Pero el resultado electoral nunca es consecuencia directa del contexto económico y social. El entorno genera oportunidades. Los partidos pueden aprovecharlas o no. Esto depende esencialmente de la capacidad estratégica y discursiva de sus principales líderes.
Por Adolfo Garcé

(El Observador) He venido argumentando que, de un tiempo a esta parte, cruje la partidocracia uruguaya. Pero también viene crujiendo, si mi interpretación es correcta, lo que algo pomposamente podríamos llamar el "modelo de capitalismo" frenteamplista. Me explico.

Hace más de veinte años, en el excelente libro que publicara sobre la base de su tesis de doctorado en Ciencia Política defendida en la Universidad de Harvard, Carles Boix modelizó el efecto de la ideología de los partidos políticos (entendidos como coaliciones de ideas e intereses) en el gobierno de la economía (1). Para elaborar su argumento apeló a dos metodologías complementarias: por un lado, a un complejo análisis estadístico de la información acerca de la performance económica y social de los países de la OCDE entre 1960 y 1990; por el otro, a una narración detallada de dos casos paradigmáticos: el gobierno socialdemócrata de Felipe González en España y el gobierno conservador de Thatcher en Gran Bretaña. Boix sostuvo que si bien las diferencias en el manejo del lado de la demanda (las políticas destinadas a manejar las tasas de desempleo e inflación) son poco significativas, los partidos socialdemócratas (de izquierda) y los partidos liberales (o de derecha) llevan adelante políticas económicas distintas que afectan de modo diferente el lado de la oferta. Dice, sin hacer ningún juicio de valor (socialdemócratas y conservadores, izquierda y derecha, son apenas etiquetas para identificar propósitos diferentes):

"A fin de incrementar la igualdad sin sacrificar el crecimiento, los gobiernos socialdemócratas intensifican el gasto público (directo o por medio de empresas estatales) en capital fijo y humano con el objetivo de incrementar la productividad de todos los sectores económicos, y en particular, la productividad de los trabajadores y regiones menos privilegiados. Esto se traducirá, a su vez, en salarios más elevados y permitirá aumentar los impuestos más altos para financiar (sin amenazar la tasa de crecimiento) políticas sociales extensas. Los gobiernos conservadores están a favor, por el contrario, de minimizar la intervención del sector público a fin de permitir que empresas privadas y los propios trabajadores tomen las decisiones adecuadas en materia de consumo e inversión para maximizar su renta individual y, en consecuencia, el rendimiento económico global del país. En consecuencia, se proponen reducir el grado de presión fiscal, rebajar la tasa de inversión pública, desmantelar el sector público empresarial, flexibilizar el mercado de trabajo e introducir mecanismos para incentivar la inversión fija y humana por parte de instituciones y agentes privados (Boix 1996:351)".

La evolución del "modelo de capitalismo" del Frente Amplio encaja muy bien en la teoría que acaba de presentarse. El FA, como cualquier partido político de signo socialdemócrata (dejo de lado en esta oportunidad la discusión sobre diferencias internas en el partido de gobierno), ha procurado maximizar, al mismo tiempo, crecimiento e igualdad. Para ellos apeló cada vez más al Estado como motor del crecimiento (vía empresas públicas) y como palanca en la redistribución del ingreso (operando en el mercado laboral y desplegando una amplia batería de políticas sociales). El crecimiento del papel del Estado ha tenido como consecuencia (dado que procura mantener los equilibrios macroeconómicos) una creciente presión fiscal (vía impuestos y tarifas públicas). Han aumentado, asimismo, regulaciones estatales y salarios reales. Nadie que haya leído a Boix puede asombrarse de la evolución reciente del capitalismo uruguayo.

Los productores rurales argumentan que no solamente ellos tienen problemas de rentabilidad. Este discurso puede ser interpretado, simplemente, como una estrategia inteligente de legitimación de sus demandas. Desde mi punto de vista es mucho más que eso: constituye la expresión más visible del problema general que viene teniendo nuestro mundo empresarial. Cruje el modelo de capitalismo frenteamplista. Lo hace porque una cosa es proponerse conciliar crecimiento e igualdad y otra, muy distinta, es poder hacerlo de modo permanente. El FA lo logró durante sus primeros dos mandatos en un contexto económico mundial, regional y nacional especialmente favorable. Ya no es tan simple atar las dos moscas por el rabo. El gobierno, indirectamente, lo está reconociendo desde el momento en que admite que hay destrucción de empleo y disminución de la tasa de inversión. El paquete de estímulos que anunció el viernes pasado el MEF es una señal en la misma dirección.

Al final de su proclama del 23 de enero los autoconvocados reclamaron a los partidos máxima claridad en sus propuestas programáticas durante el próximo ciclo electoral. El punto es de la mayor importancia. ¿Qué va a proponer el FA para evitar sucumbir ante el trade-off entre crecimiento e igualdad? ¿Cuál será, a su vez, el discurso de la oposición? ¿Se atreverá a enarbolar los viejos principios del liberalismo económico tradicionalmente defendidos por el Partido Nacional? En cualquier parte del mundo, cuando se frena la economía después de muchos años de gobiernos de izquierda, la probabilidad del triunfo de la derecha empieza a crecer. Pero el resultado electoral nunca es consecuencia directa del contexto económico y social. El entorno genera oportunidades. Los partidos pueden aprovecharlas o no. Esto depende esencialmente de la capacidad estratégica y discursiva de sus principales líderes.

(1) El libro se titula: Partidos políticos, crecimiento e igualdad. Estrategias económicas conservadoras y socialdemócratas en la economía mundial, Alianza Universidad, Madrid, 1996, 407 páginas. Publiqué una reseña en la revista Nueva Sociedad N° 170 (noviembre-diciembre, 2000). Disponible en: http://nuso.org/media/articles/downloads/2901_1.pdf

Fuente: El Observador (Montevideo, Uruguay)